La maldici¨®n de la Casa Civil
?Ser¨¢ que el cargo de ministro de la Casa Civil conlleva en sus entra?as la tentaci¨®n o el peligro de resbalar hacia la ilegalidad y la corrupci¨®n?
Podr¨ªa parecer una especie de maldici¨®n el hecho de que los seis ministros de la Casa Civil (especie de primer ministro), de la era Lula-Dilma est¨¢n, o en la c¨¢rcel, o investigados, o bajo sospecha de corrupci¨®n. Todos.
A¨²n no se sabe si la Presidenta Dilma Rousseff, en la reforma ministerial que est¨¢ ultimando, cambiar¨¢ a Aloizio Mercandante, el actual ministro de la Casa Civil, tambi¨¦n investigado.
Si lo hiciera, ser¨ªa el s¨¦ptimo responsable de dicho ministerio considerado una especie de Primer Ministro, ya que est¨¢ destinado a coordinar toda la acci¨®n del gobierno.
?Habr¨¢ qui¨¦n se atreva a entrar en esa especie de club maldito? Sin duda, Dilma, se lo deber¨¢ pensar dos veces antes de nombrarle y analizar su biograf¨ªa con una lupa doble para que ¨¦l no pueda acabar tambi¨¦n condenado o bajo sospechas de corrupci¨®n.
?Ser¨¢ que el cargo de ministro de la Casa Civil, una funci¨®n dif¨ªcil de explicar en otros pa¨ªses, por la ambig¨¹edad de su funci¨®n, conlleva en sus entra?as la tentaci¨®n o el peligro de resbalar hacia la ilegalidad y la corrupci¨®n?
La fila de los seis ministros de la Casa Civil, desde que Lula lleg¨® al poder hasta hoy, todos del Partido de los Trabajadores (PT), est¨¢ encabezada por Jos¨¦ Dirceu, al que Lula le dio tantos poderes que fue enseguida visto como un primer Ministro y sucesor natural suyo. Acusado de haber sido el ideador del esc¨¢ndalo del mensalao, acab¨® condenado y encarcelado. Hoy ha vuelto a ser incriminado en el otro esc¨¢ndalo del Lava Jato y de nuevo est¨¢ preso en espera de nueva condena. Lo substituy¨® en la Casa Civil, la actual Presidenta, Dilma, sobre la que hoy pende la espada de Damocles de haber podido manipular las cuentas p¨²blicas para enjugar el d¨¦ficit o de haber podido financiar sus campa?as electorales con el dinero de corrupci¨®n. Es decir: haber podido ser connivente en los esc¨¢ndalos de Petrobras, de la que fue Presidenta despu¨¦s de ser Ministra de Minas y Energ¨ªa.
A Dilma le sucedi¨® en la Casa Civil, cuando Lula y el PT la designaron como candidata para las presidenciales, Erenice Guerra, amiga suya que sali¨® tambi¨¦n bajo sospechas de corrupci¨®n y hoy se salpicada en el otro de los nuevos esc¨¢ndalos, el de la Operaci¨®n Zelotes, que ha presuntamente substra¨ªdo a la Hacienda p¨²blica 19.000 millones de reales anulando multas de impuestos.
Elegida Rousseff presidenta de la Rep¨²blica, su primer Ministro de la Casa Civi, fue Antonio Palocci, importante ministro de Econom¨ªa del gobierno Lula y que hab¨ªa sido el responsable de la campa?a electoral de Dilma a las elecciones presidenciales.
Hoy, Palocci podr¨ªa resultar encarcelado en cualquier momento, acusado de estar involucrado en el esc¨¢ndalo del Lava Jato.
Al m¨¦dico y amigo personal de Lula le sucedi¨® Gleisi Hofmann, que hoy est¨¢ siendo investigada por supuesto crimen de corrupci¨®n, sospechosa de haber recibido dinero ilegal para su campa?a del Ministerio de Planificaci¨®n del que era entonces ministro su esposo, Paulo Bernardo.
Por ¨²ltimo, el actual y pol¨¦mico ministro de la Casa Civil, Aloizio Mercadante, el pol¨ªtico quiz¨¢s m¨¢s cercano a Dilma, personal e intelectualmente, ambos economistas, tambi¨¦n est¨¢ siendo investigado a ra¨ªz de las declaraciones de un empresario, que asegura que le don¨® dinero de forma ilegal para una campa?a pol¨ªtica.?
Los seis ¨²ltimos ministros de la Casa Civil: o condenados o bajo graves sospechas de corrupci¨®n. De ellos, tres son abogados (Dirceu, Guerra y Hoffmann), dos economistas (Dilma y Mercandante) y un m¨¦dico (Palocci).
La pregunta que se hace la gente de la calle es si esa especie de maldici¨®n que se ha cernido siempre sobre la Casa Civil se deber¨¢ a una pura coincidencia o si ser¨¢ el excesivo poder del cargo en un sistema pol¨ªtico presidencial como el de Brasil el demonio que acaba tentando a esos importantes ministros.
?O no ser¨¢ tambi¨¦n que es el sistema mismo, que opera hoy dirigiendo los destinos del pa¨ªs, el que se ha degradado hasta el punto que se da por hecho, como afirman a veces las personas sencillas, que se entra en pol¨ªtica, sobre todo, para enriquecerse?
Existe, quiz¨¢s, otro demonio peor, que es el hambre de poder, un impulso, seg¨²n los psic¨®logos, m¨¢s fuerte a¨²n que el del sexo, que arrastra a los pol¨ªticos, para no perder dicho poder, a morder la manzana prohibida del para¨ªso, para poder seguir sinti¨¦ndose como Dios.
Una tentaci¨®n tanto mayor cuanto m¨¢s altos se encuentran en la pir¨¢mide de las decisiones del poder.
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