Camino por la reconciliaci¨®n

Mientras Colombia daba el 23 de septiembre un paso crucial hacia la paz al cerrar un acuerdo el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, una exguerrillera, un exparamilitar de las Autodefensas Unidas (AUC) y un representante de las v¨ªctimas del conflicto viv¨ªan una etapa de su propia ruta hacia la reconciliaci¨®n en el Camino de Santiago.

Entre el 10 de septiembre y el viernes pasado, estos tres colombianos han recorrido los 820 kil¨®metros que separan Saint-Jean-Pied-de-Port, en el Pirineo franc¨¦s, de Santiago de Compostela. El largo camino ha podido recordar a Yenny Paola Borda, de 27 a?os, los tres d¨ªas de marcha que tuvo que cubrir cuando ten¨ªa 11 hasta llegar a un campamento de las FARC, cuando su padre debi¨® entregarla como pago despu¨¦s de un incidente con la guerrilla.

Era tu vida o la del otro. No pod¨ªas elegir Yenny Paola Borda, exguerrillera de las FARC

Borda camina en cabeza del grupo. Tras ella, va Pablo Ramos, de 26, un joven que vivi¨® c¨®mo las AUC ¡ªun grupo de civiles que se alz¨® contra la guerrilla¡ª expulsaba a las FARC de Turbo, el municipio de Antioqu¨ªa donde viv¨ªa. ¡°Sembraban el horror para dejar claro qui¨¦n mandaba¡±, recuerda. Cuando ten¨ªa 13 a?os, unos hombres se lo llevaron para, supuestamente, jugar al f¨²tbol. Le enga?aron. Hab¨ªa sido reclutado por los paramilitares.

Reunirlos para hacer el Camino de Santiago ¡ªy demostrar as¨ª a la sociedad de su pa¨ªs que la reconciliaci¨®n y la paz son posibles¡ª fue una idea del diario colombiano El Tiempo. El peri¨®dico y la Agencia Colombiana para la Reintegraci¨®n buscaron a tres personas que pudieran representar a las distintas partes del conflicto. El trabajo y la insistencia del misionero Sofon¨ªas Agredo, de 56, para que el Estado se ocupe de El Palmar, un territorio disputado entre las FARC y las AUC, le convirti¨® en el elegido para representar a las v¨ªctimas.

Sembraban el horror para dejar claro qui¨¦n mandaba Pablo Ramos, desmovilizado de las AUC

A la dificultad para los tres de convivir con desconocidos se sum¨® el recelo que existe en la sociedad colombiana tras 50 a?os de conflicto, dolor y muerte. ¡°Trabajar juntos, conversar, hizo que entendi¨¦ramos las cosas desde tres mundos diferentes¡±, explica Ramos. Al verle desayunar junto a Borda, ya cerca de Santiago, cuesta imaginar que la guerra los podr¨ªa haber enfrentado. ¡°Era tu vida o la del otro. No pod¨ªas elegir¡±, recalca la exguerrillera.

¡°La sociedad colombiana piensa que toda la guerrilla es igual a quienes la lideran, pero no. Hay quien se une porque le gusta; quien lo hace en contra de su voluntad, como yo; quien no tiene trabajo y es su ¨²nica opci¨®n¡­¡±, agrega Borda. ¡°Yo me vol¨¦ [escap¨¦] y entr¨¦ en el programa de reinserci¨®n del Gobierno. Dej¨¦ de ser una esclava. Tuve una segunda oportunidad¡±. Madre de dos ni?as y due?a de una empresa agr¨ªcola, quiere que su ejemplo motive a los que no saben qu¨¦ ser¨¢ de ellos si dejan las FARC.

Lo que hace falta es ayuda del Estado Sofon¨ªas Agredo, representante de las v¨ªctimas

Agredo critica al Ejecutivo colombiano por dejar de lado a los campesinos de las zonas pobres: El Palmar es un municipio de unos 5.000 habitantes que hasta hace unos a?os ¡°ni siquiera aparec¨ªa en los mapas¡±. ¡°Las FARC y las AUC supl¨ªan sus obligaciones. Funcionaban como polic¨ªa, por ejemplo¡±. Y enfatiza: ¡°Lo que hace falta es ayuda del Estado. Para que los campesinos tengan trabajo y no tengan que recurrir a esos medios [la coca¨ªna y los grupos armados]¡±.

¡°?Buen camino!¡±, se saludan alemanes, estadounidenses, mexicanos¡­ al cruzarse en la ruta. Es una de las cosas que m¨¢s sorprende a Ramos: ¡°El Camino nos iguala a todos. Eso es lo que necesita Colombia, entender que todos somos iguales¡±.

Faltan 4,5 kil¨®metros y ya se vislumbra la catedral compostelana. Los tres colombianos repiten un ejercicio que han hecho desde el inicio del camino con el psic¨®logo John Freddy Gonz¨¢lez: construir una frase juntos. El viernes, al concluir la ruta, su conclusi¨®n fue: ¡°La paz se construye con igualdad¡±. El viaje tuvo ayer una coda en Fisterra, el fin del mundo para los antiguos romanos, donde los tres peregrinos por la paz acudieron para terminar de enterrar rencores.