Scioli arranca en cabeza la ¨²ltima semana pero con final incierto
El candidato peronista, hasta ahora entregado al kirchnerismo, busca mostrar algo de perfil propio
La idea de que es imposible ganarle al peronismo que lleva 13 a?os en el poder est¨¢ cada vez m¨¢s instalada en la campa?a electoral argentina, que ha arrancado ya su ¨²ltima semana hasta las elecciones del domingo. Aunque en realidad todo depende de unos miles de votos, y las encuestas ofrecen una situaci¨®n muy igualada, la maquinaria de poder peronista, que controla la mayor¨ªa de las provincias del pa¨ªs, y la fortaleza de un Gobierno que ha sabido mantener una enorme masa de fieles, especialmente en las clases populares, parecen decantar las elecciones hacia Daniel Scioli, el candidato oficialista.
Sin embargo, a Scioli le falta un empuj¨®n para ganar en primera vuelta. Necesita superar el 40% de los votos y sacarle 10 puntos al segundo, que ser¨¢ con toda probabilidad Mauricio Macri. Y las encuestas le dan entre 39% y 41%. O sea que no es segura su victoria en primera vuelta. En segunda, con la uni¨®n de todos los votos de la oposici¨®n contra ¨¦l ¨Cson un 60%, aunque es poco probable que todos votaran a Macri- las cosas se vuelven m¨¢s imprevisibles, as¨ª que el oficialismo est¨¢ poniendo toda la carne en el asador para ganar este domingo y no asumir m¨¢s riesgos.
Mientras, Macri se muestra m¨¢s cercano al peronismo que nunca, incluso ha inaugurado una estatua de Per¨®n, en el intento de suavizar su imagen y arrebatarle votos al tercero en discordia, Sergio Massa, peronista disidente. La resistencia de Massa -con el que Macri rechaz¨® pactar en junio- en un 20% de apoyo, es la clave para que Scioli siga siendo el favorito.
La campa?a ha pasado sin pena ni gloria, en un ambiente de cierto desapego hacia el resultado electoral que beneficia la estrategia de Scioli, que quiere llegar a las elecciones sin mucha polarizaci¨®n. No hay ambiente de cambio, a pesar de que las encuestas, como insiste en destacar Macri, detectan que un 60% de los argentinos no est¨¢n contentos con el Gobierno y el kircherismo. Scioli incluso rechaz¨® debatir con Macri y los otros candidatos y les dio plant¨®n en el ¨²nico debate presidencial televisado de la historia argentina. Su objetivo, de momento aparentemente logrado, era no animar la campa?a ni las expectativas de cambio.
A¨²n as¨ª, a Scioli le falta algo para estar seguro. No es un candidato con un gran carisma, al contrario que la presidenta, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, o su marido, N¨¦stor. A cambio tampoco genera grandes enemistades, al contrario que los Kirchner. Hasta ahora ha hecho la campa?a a la sombra de la presidenta, que ha ocupado todo el espacio con sus intervenciones en la llamada ¡°cadena nacional¡± ¨Cde emisi¨®n obligatoria- con Scioli al lado con cara de circunstancias, como el d¨ªa en que ella bail¨® desatada en el escenario mientras ¨¦l estaba a su lado inm¨®vil.
Son personajes casi antit¨¦ticos. Scioli necesita los votos del kirchnerismo para ganar, es su base, pero no le basta. La imagen de que va a ser un t¨ªtere de los kirchneristas le hace da?o, y en los ¨²ltimos d¨ªas est¨¢ lanzando t¨ªmidos mensajes para demostrar que ¨¦l va a mandar.
En el peronismo, que fund¨® un militar autoritario como Per¨®n, la debilidad no se tolera. As¨ª que Scioli repite por todas las televisiones que ¨¦l va a mandar a su manera, como si hiciera falta recordarlo, y cada d¨ªa ofrece el nombre de los que ser¨¢n sus ministros. Todos son sciolistas, la mayor¨ªa ya miembros de su equipo como gobernador de la provincia de Buenos Aires, otros gobernadores de otras provincias. Ninguno es kirchnerista puro, y todo indica que personas clave de los ¨²ltimos a?os como Axel Kicillof, el ministro de Econom¨ªa, quedar¨¢n fuera del Gobierno. El mensaje es claro: aqu¨ª mando yo, no el kirchnerismo. Sin embargo, a la vez, sus comparecencias con la presidenta y la reivindicaci¨®n de su legado son constantes. Es la t¨®nica en un personaje como Scioli que juega siempre a cierta ambig¨¹edad y trata de evitar cualquier conflicto.
Mientras, en el empresariado se instala la idea de que gane quien gane habr¨¢ un giro econ¨®mico, m¨¢s lento con Sioli, m¨¢s r¨¢pido con Macri. Las apuestas a una devaluaci¨®n similar a la de los pa¨ªses del entorno argentino son fuertes, aunque los tres candidatos principales, Scioli, Macri y Massa, lo descartan insistentemente en las entrevistas. Aunque la campa?a no ha conseguido movilizar a los argentinos, todo est¨¢ pendiente de las elecciones.
En pocos pa¨ªses del mundo el Estado tiene tanto peso y las decisiones econ¨®micas del Gobierno, sobre todo las que tienen que ver con el tipo de cambio y los d¨®lares, tienen tantas consecuencias inmediatas. La noche electoral se presume as¨ª intensa y compleja, porque las diferencias ser¨¢n peque?as, el recuento muy largo y las denuncias por peque?os fraudes locales tambi¨¦n son una constante. Un ej¨¦rcito de fiscales ¨Cinterventores- de todos los partidos se prepara para evitar que los rivales les roben unos miles de votos que pueden ser decisivos para que haya o no segunda vuelta.
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