El Holocausto, un crimen inseparable del nazismo
La afirmaci¨®n de Netanyahu se enfrenta a hechos que s¨®lo ignoran los negacionistas Cuando Hitler se entrevist¨® con el muft¨ª de Jerusal¨¦n, el genocidio ya hab¨ªa empezado
Pese a ser uno de los acontecimientos m¨¢s y mejor estudiados de la historia, sobre el que no acaban nunca de publicarse libros relevantes ¡ªKL. La historia de los concentraci¨®n (Cr¨ªtica), de Nikolaus Wachsmann, y Tierra negra (Galaxia Gutenberg), de Timothy Snyder, son los dos ¨²ltimos t¨ªtulos aparecidos en castellano este mismo mes despu¨¦s de haber logrado un enorme impacto en el mundo anglosaj¨®n¡ª, siguen existiendo zonas oscuras en la Shoah. Quedan partes que seguramente nunca se sabr¨¢n, quiz¨¢s porque la propia atrocidad y escala del crimen, la voluntad de exterminar a todo un pueblo, escapa a la comprensi¨®n. Pero hay puntos sobre los que existe un consenso general entre los historiadores, que s¨®lo retan los revisionistas y negacionistas. Uno de ellos es que Hitler ten¨ªa la voluntad clara de exterminar a los jud¨ªos de Europa desde el principio de su carrera pol¨ªtica, algo muy presente desde sus primeros escritos. Esto no implica que supiese c¨®mo iba a hacerlo, pero su visi¨®n del mundo inclu¨ªa la aniquilaci¨®n de los jud¨ªos. Otra es que el Holocausto como exterminio industrial de este colectivo es imposible de separar de la II Guerra Mundial, sobre todo de la invasi¨®n nazi de los pa¨ªses que albergaban una mayor poblaci¨®n hebrea, Polonia, en septiembre de 1939, y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en junio de 1941.
La afirmaci¨®n del primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, de que fue el muft¨ª de Jerusal¨¦n, Haj Am¨ªn al Huseini, quien convenci¨® a Hitler durante un encuentro el 28 de noviembre de 1941 en Alemania de que deb¨ªa exterminar a los jud¨ªos cuando el l¨ªder nazi pensaba todav¨ªa en deportarlos no s¨®lo contradice la opini¨®n de todos los historiadores serios, sino que se enfrenta a hechos que s¨®lo ignoran los negacionistas. Cuando tuvo lugar la entrevista a la que se refiere Netanyahu, el Holocausto ya hab¨ªa empezado. Por s¨®lo citar un ejemplo, hab¨ªa tenido lugar, el 29 y 30 de septiembre, una de las mayores atrocidades cometidas por los nazis: el asesinato de casi 35.000 jud¨ªos en las afueras de Kiev, en el barranco de Babi Yar, en una sola operaci¨®n de exterminio masivo.
En su correspondencia y en el libro en el que expon¨ªa su doctrina pol¨ªtica, Mi lucha, Hitler emplea la palabra Vernichtung, exterminio, cuando habla de los jud¨ªos. En una carta de julio de 1920, compara al pueblo hebreo con ¡°la tuberculosis racial de las naciones¡± y afirma que, como tal, deb¨ªa ser eliminado. Muchos revisionistas mantienen que el hecho de que no se haya encontrado un documento firmado por Hitler que autorice el holocausto le exime de culpa. Casi ning¨²n historiador cree que algo as¨ª exista, que las ¨®rdenes definitivas fueron orales, pese a que el Holocausto gener¨® una gigantesca cantidad de documentaci¨®n como si se tratase de otra actividad administrativa m¨¢s ¡ªen esto se basa el concepto de la ¡°banalidad del mal¡± de Hannah Arendt y los estudios del gran investigador Raoul Hilberg, autor de la obra de referencia La destrucci¨®n de los jud¨ªos de Europa¡ª.
De los seis millones de muertos que produjo el Holocausto, la mitad m¨¢s o menos fueron asesinados en campos de exterminio como Auschwitz o Treblinka, en c¨¢maras de gas o forzados a trabajar hasta morir, pero la otra mitad fueron aniquilados por grupos especiales de las SS, los Einsatzgruppen. Estos escuadrones de la muerte empezaron a actuar en Polonia en 1939 y luego se extendieron por toda Europa del Este, especialmente por la URSS. Primero avanzaban las tropas y luego ven¨ªan estos siniestros grupos cuya misi¨®n no era militar ni estrat¨¦gica. S¨®lo ten¨ªan un cometido: asesinar en masa a los jud¨ªos y otros grupos raciales considerados inferiores. Cuando Heinrich Himmler, responsable de las SS y uno de los encargados por Hitler de llevar a cabo el exterminio, vio el efecto que estas ejecuciones masivas produc¨ªan sobre los soldados, manchados de sangre y restos de hueso despu¨¦s de pasar horas disparando a ni?os, mujeres y hombres, decidi¨® buscar un m¨¦todo que no destruyese la moral de las tropas. As¨ª surgieron las c¨¢maras de gas que, por otro lado, los nazis ya hab¨ªan utilizado dentro de su programa de eutanasia.
Ian Kershaw, uno de los grandes historiadores del nazismo, bi¨®grafo de Hitler y estudioso de la Soluci¨®n Final, afirm¨® en un di¨¢logo con el periodista de la BBC, Laurence Rees, investigador de los cr¨ªmenes cometidos durante la II Guerra Mundial, que ¡°las pol¨ªticas contra los jud¨ªos se fueron haciendo m¨¢s radicales en los 18 meses que pasaron desde la invasi¨®n de Polonia hasta la invasi¨®n de la URSS¡±. ¡°Desde el principio los jud¨ªos estaban siendo exterminados por miles en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y en el verano de 1941, a finales de julio o principios de agosto, se tom¨® la decisi¨®n de asesinar tambi¨¦n a las mujeres y ni?os jud¨ªos. El genocidio de los jud¨ªos fue totalmente central en la invasi¨®n de la URSS. Esto llev¨®, en el oto?o/invierno de 1941/1942 al genocidio total de los jud¨ªos en el territorio dominado los nazis. Pero la pregunta de si la invasi¨®n de la URSS quiere decir genocidio s¨®lo puede ser contestada con un s¨ª¡±.
El nazismo tuvo desde el principio en su propio epicentro la voluntad de exterminar a todos los jud¨ªos y empez¨® a llevar a cabo las matanzas desde el mismo momento en que tuvo la oportunidad ¡ªcon la invasi¨®n de Polonia y la URSS¡ª. Negarlo es negar la historia y, por lo tanto, la propia Shoah.
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