Paul Ryan, el radical que dorm¨ªa en un sof¨¢ cama
El nuevo presidente de la C¨¢mara de Representantes ha dedicado su vida a trabajar por un puesto que dec¨ªa no querer
Se asume que con el nuevo cargo, el reci¨¦n elegido Presidente de la C¨¢mara de Representantes, Paul Ryan, dejar¨¢ de dormir en su oficina (o en el sof¨¢-cama del s¨®tano de la casa de su hermana en Bethesda, seg¨²n el d¨ªa) y admitir¨¢ que la aceptaci¨®n de tan alto puesto le obliga a tener un domicilio fijo, con una direcci¨®n distinta a la del Capitolio. Cachorro del Tea Party, Ryan llevaba a mucha honra no tener ataduras con el corrupto Washington, ese que te atrapa con sus encantos y luego hace imposible la reelecci¨®n de vuelta a casa, en este caso su Wisconsin natal.
Ryan accedi¨® ayer a un trabajo que aseguraba no querer, entre otras razones, por el impacto que tendr¨ªa en su familia, instalada en Janesville, Wisconsin. Y sin embargo, su curr¨ªculum transpira que lleva prepar¨¢ndose para el puesto, el segundo en la l¨ªnea de la presidencia, durante mucho tiempo, desde que comenz¨® a trabajar como becario en el Congreso cuando estaba en la universidad y hasta que fue candidato a la vicepresidencia de la mano de Mitt Romney, en 2012.
El nuevo rostro del cambio de guardia en el liderazgo de la C¨¢mara ha dedicado m¨¢s de la mitad de sus 45 a?os a escalar laboriosamente cada uno de los pelda?os del poder. El l¨ªder intelectual del Partido Republicano naci¨® en 1970 en una familia de abogados. Tanto el bisabuelo, abuelo como padre de Ryan -al que ¨¦l mismo encontr¨® muerto en el hogar v¨ªctima de un infarto- fallecieron antes de que ninguno cumpliera los 60 a?os. Sus inicios no fueron f¨¢ciles. Es licenciado en Econom¨ªa y Ciencia Pol¨ªtica pero carece de sofisticados doctorados o t¨ªtulos de la Ivy League.
Pol¨ªticamente creci¨® al lado de Jack Kemp, apostol del conservadurismo fiscal. Pero necesit¨® reinventarse tras el descalabro republicano en el Capitolio de 2006 y asumi¨® entonces el papel que le ha otorgado el apodo de ser la voz del integrismo fiscal, tras aceptar el puesto de l¨ªder de la minor¨ªa conservadora en el Comit¨¦ de Presupuestos que luego -y hasta ahora- presidir¨ªa. Aunque no todos dentro del partido comulgaban con sus presupuestos, considerados radicales por muchos de sus miembros.
El l¨ªder intelectual del partido Republicano ha dedicado m¨¢s de la mitad de sus 45 a?os a escalar laboriosamente cada uno de los pelda?os del poder
Hasta que se puso en marcha la arrolladora maquinaria del Tea Party. Entonces, las propuestas fiscales de Ryan parecieron hechas a medida de las huestes del Partido del T¨¦. Subido en ese caballo, Romney le eligi¨® como compa?ero de viaje para conquistar la Casa Blanca en 2012 en un intento de enardecer a las bases m¨¢s conservadoras de su partido.
Durante sus discursos de campa?a, Ryan promet¨ªa llevar el cambio a Washington, renegando de ¨¦l, a pesar de ser todo un veterano del Congreso y de los entresijos del conocido como Beltway (apodo dado a la capital federal norteamericana por la carretera de circunvalaci¨®n que la rodea). El sue?o de la Casa Blanca lo desmont¨® Barack Obama con su reelecci¨®n. Ryan volvi¨® al sof¨¢ de la oficina del Capitolio.
Desde este jueves, pese a haberse resistido en un principio, el adalid de los recortes de los programas sociales ocupa la vacante anunciada en septiembre por John Boehner y que resultaba dif¨ªcil de cubrir debido a las luchas internas del partido. Un hombre del medio oeste sustituye a otro. Y hasta ah¨ª llegan las semejanzas -a excepci¨®n de que ambos profesan la fe cat¨®lica-.
No ser¨ªa arriesgado decir que Boehner no ha dormido ni un solo d¨ªa en su oficina. El representante de Ohio, 65 a?os, era un habitual de la Trattoria Alberto, a los pies de Capitol Hill, donde antes de entrar sol¨ªa v¨¦rsele fumando alg¨²n que otro cigarro. All¨ª gustaba descorchar un buen merlot. Dice mucho de la asiduidad del ya expresidente que un plato lleve su nombre, Ternera a la Boehner. Ryan socializaba mientras tanto en el gimnasio del Congreso. Si hab¨ªa algo que celebrar, la elecci¨®n siempre era la misma: cerveza light. Y luego a dormir al sof¨¢ cama.
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