Ahmed Chalabi, el iraqu¨ª que convenci¨® a EE UU de atacar a Husein
Facilit¨® informaci¨®n para la ofensiva lanzada en 2003 y logr¨® ser viceprimer ministro en un Gobierno posterior
Ahmed Chalabi era el hombre del momento. En los c¨ªrculos neoconservadores de Washington fue seguramente el iraqu¨ª que m¨¢s influy¨® en el Gobierno de George W. Bush en su decisi¨®n de invadir Irak en 2003 por la supuesta existencia de armas de destrucci¨®n masiva. Al exiliado Chalabi le llov¨ªan entonces los elogios por sus conexiones con la oposici¨®n pol¨ªtica al r¨¦gimen de Sadam Husein.
El subsecretario adjunto de Defensa estadounidense, William Luti, lo describ¨ªa como el ¡°George Washington de Irak¡±, seg¨²n un art¨ªculo de agosto de 2003 de la revista New Republic. ¡°Otros sugirieron que podr¨ªa convertirse en el George Washington de todo el mundo musulm¨¢n¡±, dec¨ªa el art¨ªculo, en alusi¨®n al primer presidente de Estados Unidos.
Chalabi aport¨® informaci¨®n a EE UU sobre f¨¢bricas de armas biol¨®gicas del r¨¦gimen. Esa informaci¨®n y el an¨¢lisis de inteligencia militar de la primera potencia resultaron ser err¨®neos. Las armas nunca aparecieron. El or¨¢culo de Chalabi fall¨®. Lo hizo a la par que el pron¨®stico del republicano Bush y su c¨ªrculo de que la intervenci¨®n militar conllevar¨ªa una primavera democr¨¢tica en Irak que tendr¨ªa un efecto contagio en Oriente Pr¨®ximo. La inestabilidad se extendi¨® en Irak y no se ha disipado.
La influencia de Chalabi se fue desvaneciendo. Sus lazos turbios, ya conocidos por EE UU, reaparecieron: desde la sospecha de tener v¨ªnculos con Ir¨¢n hasta su decisi¨®n de aliarse con Muqtada al S¨¢der, el l¨ªder radical chi¨ª que apoy¨® la insurgencia armada contra las tropas estadounidenses en Irak.
El ascenso y declive de Chalabi, que muri¨® ayer a los 71 a?os, refleja una ¨¦poca en Washington. La de la antesala y los primeros a?os de la guerra de Irak, marcada por el diagn¨®stico err¨¢tico del Gobierno de Bush, que vio en ¨¦l al aliado iraqu¨ª que necesitaba en una de las iniciativas m¨¢s arriesgadas y ambiciosas de la pol¨ªtica exterior estadounidense de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Chalabi falleci¨® de un ataque card¨ªaco en su casa de Bagdad. El pol¨ªtico era de confesi¨®n chi¨ª, nacido en una familia rica que trabajaba en el sector bancario, y ten¨ªa una mujer y cuatro hijos. En los a?os cincuenta, Chalabi estudi¨® matem¨¢ticas en el Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachussets y en los sesenta curs¨® un doctorado en la Universidad de Chicago. Fue profesor en Beirut y vivi¨® parte de su vida exiliado, huyendo de presiones pol¨ªticas y judiciales en Irak.
Al morir, era el l¨ªder del partido Congreso Nacional Iraqu¨ª y presidente de la comisi¨®n financiera del Parlamento iraqu¨ª. Ese partido recibi¨® m¨¢s de 100 millones de d¨®lares de la CIA y otras ramas del Gobierno estadounidenses entre su fundaci¨®n, en 1992, y el inicio de la guerra en 2003. Chalabi fund¨® el grupo en Londres tras la guerra del Golfo que en 1991 enfrent¨® a Irak con una colici¨®n internacional liderada por EE UU. La ayuda econ¨®mica fue el resultado de una intensa campa?a de Chalabi para granjearse la confianza de los pol¨ªticos estadounidenses.
En 1998, durante la presidencia del dem¨®crata Bill Clinton, Chalabi ayud¨® a persuadir al Congreso para que aprobara la ley de liberaci¨®n de Irak. Esa ley declar¨® que reemplazar el Gobierno dictatorial del sun¨ª Husein por uno democr¨¢tico era una estrategia estadounidense.
¡°Chalabi jug¨® perfectamente en Washington las guerras partidistas de los ¨²ltimos a?os de Clinton, y se erigi¨® como el iraqu¨ª favorito de los republicanos que estaban a punto de volver al poder¡±, escribe el periodista George Packer en su libro sobre la invasi¨®n de Irak, The Assassins¡¯ Gate (La
Aunque su trayectoria no era impecable, EE UU confi¨® en ¨¦l. Hab¨ªa perdido la confianza de la CIA al entrometerse en un plan para derrocar a Husein en 1996 y en 2001 el Departamento de Estado destap¨® un uso inapropiado por parte del Congreso Nacional Iraqu¨ª de la ayuda econ¨®mica de Washington. Pero sus simpat¨ªas con los republicanos ¡ªentre ellos, el vicepresidente de Bush, Dick Cheney¡ª le permitieron rehabilitarse en la antesala de la guerra. Y contrarrestar los recelos en su contra de la CIA y el Departamento de Estado, donde era considerado una ¡°bestia negra¡±.
Tras la ca¨ªda de Husein en 2003, Chalabi volvi¨® a Irak con ambiciones presidenciales. Tuvo que contentarse con ser vice primer ministro del pa¨ªs. Ocupando ese cargo (que mantuvo solo un a?o), hizo en noviembre de 2005 una visita a Washington. Se reuni¨® con Cheney y otros altos cargos del Gobierno de Bush. Desafiante, se?alado como uno de los culpables de la fallida invasi¨®n, se neg¨® a entonar el mea culpa: ¡°Lamento las vidas estadounidenses perdidas en Irak, pero la afirmaci¨®n de que enga?¨¦ deliberadamente es una leyenda urbana¡±.
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