Rabin: un estadista, no un pol¨ªtico
El coronel retirado Uri Dromi, portavoz del Gobierno israel¨ª en los noventa, recuerda la talla del ex primer ministro, asesinado hoy hace 20 a?os
Hace unos cincuenta a?os, en la academia general de las Fuerzas A¨¦reas de Israel, recib¨ª mis alas de las manos del jefe de Estado Mayor de la ¨¦poca, el general Isaac Rabin, quien poco despu¨¦s, se convertir¨ªa en el h¨¦roe de la Guerra de los Seis D¨ªas. M¨¢s adelante fue embajador en Washington, primer ministro y tambi¨¦n ministro de Defensa bajo el Gobierno de unidad nacional. Yo le observaba desde la distancia, ocupado como estaba con mi propia carrera militar.
En 1992, en su segundo mandato como primer ministro, me nombr¨® director de la oficina de prensa del Gobierno. Gracias a este sorprendente cierre de un ciclo de mi vida, no solo tuve el privilegio de conocer c¨®mo se gestaba algo hist¨®rico, sino que pude trabajar para un l¨ªder que era un estadista, no un pol¨ªtico.
?Cu¨¢l es la diferencia entre ambos? El estadista piensa sobre el futuro de su pa¨ªs, en tanto que el pol¨ªtico piensa ¨²nicamente en las pr¨®ximas elecciones.
Ser visto como simpatizante de los ¨¢rabes no era nada popular a nivel pol¨ªtico en aquel momento?
Por ejemplo, una de las principales prioridades que estableci¨® para el nuevo Gobierno fue elevar los est¨¢ndares de vida de los ¨¢rabes israel¨ªes. No fue porque de repente se convirtiera en el mejor amigo de los ¨¢rabes, pas¨® buena parte de su vida luchando contra ¨¢rabes... Pero, siendo el hombre honesto que era, reconoci¨® las d¨¦cadas de discriminaci¨®n sufridas por los ¨¢rabes israel¨ªes ¨Cuno de cada cinco israel¨ªes¨C y decidi¨® que deb¨ªa interrumpir esa tendencia y revertirla. Se form¨® un equipo de trabajo bajo el mando del director general de su gabinete para impulsar una campa?a de reafirmaci¨®n en pueblos y ciudades ¨¢rabes.
Ser visto como simpatizante de los ¨¢rabes no era nada popular a nivel pol¨ªtico en aquel momento en Israel, al igual que no lo es tampoco hoy; algo que dej¨® claro con su advertencia Benjam¨ªn Netanyahu el d¨ªa antes de las elecciones acerca de los ¨¢rabes israel¨ªes "yendo a votar en masa". Rabin se dio cuenta del potencial riesgo pol¨ªtico, pero como estadista su objetivo era un estado jud¨ªo del que los ciudadanos ¨¢rabes pudieran sentirse orgullosos y entre iguales.
Mucho m¨¢s radical, por supuesto, fue su decisi¨®n de llegar a un acuerdo de paz con la OLP. Al igual que el resto de quienes rode¨¢bamos a Rabin, yo iba repitiendo lo que dec¨ªa el partido, que no hablar¨ªamos con la OLP ni aceptar¨ªamos un Estado palestino, y salen las noticias de lo de Oslo. La primera reacci¨®n fue de estupefacci¨®n, despu¨¦s nos sentimos intrigados: ?Rabin el halc¨®n se hab¨ªa convertido en una paloma de la noche a la ma?ana?
Ni tan siquiera fueron las elecciones lo que puso fin a su carrera pol¨ªtica, sino las balas que le arrebataron la vida
Contempl¨¢ndolo en retrospectiva, Rabin ya hab¨ªa dado se?ales de este incre¨ªble cambio de rumbo. Al dirigirse a la Knesset en enero de 1993, hizo un anuncio sorprendente: Ir¨¢n iba a iniciar un proyecto militar nuclear. Despu¨¦s a?adi¨®: "Es uno de los motivos por los que debemos aprovechar la ventana de oportunidad y avanzar hacia la paz". Nadie de los que est¨¢bamos en la sala, excepto Shimon Peres, ministro de Exteriores por entonces, sab¨ªa que no hablaba de hip¨®tesis y que mientras lo dec¨ªan las conversaciones iban tomando forma en Oslo.
Ir¨¢n no era el ¨²nico motivo para el cambio de pol¨ªtica de Rabin, ni tan siquiera el m¨¢s importante. El profesor Shlomo Avineri, un analista pol¨ªtico que hab¨ªa servido con Rabin como director general del Ministerio de Exteriores, revel¨® recientemente (Haaretz, 23/10/2015) que Rabin ya le hab¨ªa dicho discretamente en 1975 que Israel deber¨ªa retirarse m¨¢s o menos a las fronteras establecidas en 1967, porque no deber¨ªa estar gobernando a millones de palestinos. A pesar de ello, previno Rabin, antes Israel deber¨ªa renovar su efecto disuasorio respecto a los ¨¢rabes, da?ado por el ataque sorpresa ¨¢rabe en la Guerra de Yom Kippur. Tan solo entonces, y teniendo ventaja a nivel de poder, Israel deber¨ªa realizar los movimientos necesarios para preservar el car¨¢cter jud¨ªo y su democracia.
Decir que Oslo le sali¨® mal a Rabin ser¨ªa quedarse muy corto. Ni tan siquiera fueron las elecciones lo que puso fin a su carrera pol¨ªtica, sino las balas que le arrebataron la vida. Pero su legado sigue vivo y, a diferencia de otros que intentan definir cu¨¢l es ese legado, yo lo tengo muy claro: con el tipo de retos a los que se enfrenta Israel, y para que Israel siga existiendo y prosperando, necesita l¨ªderes que sean estadistas, no pol¨ªticos.
Suelen preguntarme qu¨¦ ocurrir¨ªa hoy si no hubieran asesinado a Rabin. Normalmente, lo que hago es pedirles que lean el libro del historiador brit¨¢nico E.H. Carr, titulado ?Qu¨¦ es la historia?. Carr refuta la teor¨ªa de la "Nariz de Cleopatra" propugnada por el fil¨®sofo franc¨¦s Blaise Pascal, que defend¨ªa que si Marco Antonio no se hubiera enamorado de Cleopatra por causa de su sorprendente nariz, no se hubiera roto el segundo triunvirato y, por tanto, la Rep¨²blica Romana hubiera pervivido.
Voy a ignorar la inteligente prevenci¨®n de Carr y voy a suponer que a d¨ªa de hoy, Rabin, a pesar de cualesquiera maquinaciones pol¨ªticas internas, hubiera actuado para salvaguardar el mayor inter¨¦s de Israel: seguir siendo jud¨ªos y democr¨¢ticos. Junto a un socio palestino con credibilidad, significar¨ªa un Estado palestino pr¨®ximo a Israel, con todo el dolor de la evacuaci¨®n de los asentamientos y los riesgos de seguridad que implica; excepto uno: movimientos unilaterales. Una cosa es segura: no hacer nada no era una opci¨®n para Rabin. Pero Rabin ya no est¨¢ con nosotros.
El coronel retirado Uri Dromi vol¨® muchos a?os con la Fuerza A¨¦rea de Israel y entre 1992-1996 fue portavoz de los gobiernos de Rabin y de Peres. En la actualidad es director general del Club de Prensa de Jerusal¨¦n.
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