La conciencia en las entra?as
Muchos se preguntan qu¨¦ pensamos la familia de Leopoldo sobre la posici¨®n del fiscal Franklin Nieves
Hace ya muchos a?os, mi hija Diana, de apenas siete u ocho, me lanz¨® una de esas preguntas que dejan a los adultos con verg¨¹enza por la incapacidad de poder satisfacer la curiosidad de una inquisidora mente infantil. Me pregunt¨®, muy de buenas a primeras, "?Pap¨¢, el diablo es bueno o es malo?" la respuesta obvia para m¨ª fue, "claro que es malo", pero de rebote me repregunt¨® "?a qui¨¦n castiga el diablo?" La respuesta no pod¨ªa ser otra que "a los malos". Entonces, ¡°pero pap¨¢, si castiga a los malos, no es bueno el diablo?"
Hoy me acuerdo de ¨¦sta an¨¦cdota cuando muchos se preguntan qu¨¦ pensamos la familia de Leopoldo sobre la sorpresiva posici¨®n del fiscal Franklin Nieves.
El fiscal Nieves, en conocimiento de la falsedad de las pruebas, fustig¨®, castig¨® e intent¨® incriminar a su acusado durante a?o y medio
En primer y m¨¢s importante lugar, hemos de aceptar y entender al Sr. Nieves como persona de carne y hueso, no un personaje de la literatura period¨ªstica. Un hombre con conciencia y alma, capaz de arrepentirse y verse en el espejo todas las ma?anas y sentir la pesadumbre de un error no enmendado.
El fiscal Nieves, en conocimiento de la falsedad de las pruebas, fustig¨®, castig¨® e intent¨® incriminar a su acusado durante a?o y medio. Lo hizo con ¨¦xito. Leopoldo fue condenado a casi catorce a?os de prisi¨®n.
El ser humano es una mezcla extra?a de sentimientos; probablemente mientras Nieves sent¨ªa la satisfacci¨®n del logro profesional, recib¨ªa la recriminaci¨®n de la sociedad y especialmente de su familia. Muy, pero muy duro, debe haber sido vivir y sentir la censura de su familia por esta conquista laboral. De hecho esto era como si toda su carrera hab¨ªa estado al servicio de la vileza y no de la justicia.
No le conoc¨ª m¨¢s que los saludos fr¨ªos y formales antes de las audiencias, ni siquiera podr¨ªa decir que distinguir¨ªa su tono de voz. Solo vi en ¨¦l la actitud de un servidor a su responsabilidad, que por supuesto yo despreciaba.
?Qu¨¦ cambi¨® en la persona que meses atr¨¢s se manifestaba entusiasta por la acusaci¨®n, aun conociendo la falsedad de ella? El entender su arrepentimiento me revivi¨® a los Griegos y sus tragedias. La tragedia como representaci¨®n del ideal humano en hechos posibles, mas no probables; la elevaci¨®n de valores admirables, pero siempre acompa?ados de l¨¢stima; compasi¨®n por sus personajes. El temor al castigo de los dioses, que al fin no es otro que el rechazo de sus pares.
La lecci¨®n que hoy nos deja esta tr¨¢gica confesi¨®n es en el fondo una petici¨®n de perd¨®n, perd¨®n por una interpretaci¨®n de la vida que resulta incompatible con los principios y valores m¨¢s fundamentales de nuestra cultura. La compresi¨®n por el sufrimiento de aquellos que por comodidad, simpleza o ignorancia sienten la amenaza, el temor por la injusticia, es lo m¨¢s relevante en este infortunado momento que vive Franklin Nieves.
Siento y creo con convicci¨®n que el acusado y condenado por las actuaciones de Nieves vive en tranquilidad, triste ciertamente, pero sosegado por tener plena convicci¨®n que sus actos fueron y son dignos de nuestra admiraci¨®n. Su alma esta libre del peso de la conciencia.
Brindemos comprensi¨®n y compasi¨®n a quienes intentan recuperar su dignidad. Como m¨ªnimo, ello servir¨¢ de catarsis y alivio social, pues al fin y al cabo siempre hay esperanza.
Leopoldo L¨®pez Gil es venezolano, miembro del Consejo Editorial del peri¨®dico El Nacional, padre de Leopoldo L¨®pez. Twitter @LeopoldoLopezG
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