Bruselas intenta evitar el ¡®Brexit¡¯ con concesiones m¨ªnimas a Cameron
La UE perfila su estrategia ante la inminente publicaci¨®n de las condiciones de Reino Unido
Las instituciones europeas exploran f¨®rmulas para alejar uno de los escenarios m¨¢s sombr¨ªos que acechan a la UE: la salida de Reino Unido. Pese a las reservas iniciales hacia el desaf¨ªo brit¨¢nico, la c¨²pula de Bruselas ha cambiado de estrategia para permitir que el primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, se proclame vencedor en el pulso a la UE y pida a sus ciudadanos que voten a favor de permanecer en Europa ante el refer¨¦ndum previsto para 2017. Los responsables de la negociaci¨®n en Bruselas buscan una f¨®rmula legal para acotar la participaci¨®n de Reino Unido sin recurrir a la delicada opci¨®n de cambiar los tratados. Cameron remitir¨¢ ma?ana mismo al Consejo Europeo su esperada lista de demandas concretas para cambiar Europa.
De ser una de las grandes amenazas a la unidad europea, David Cameron se ha convertido en un aliado necesario para los l¨ªderes comunitarios. Con el vivo recuerdo del riesgo que supuso en verano una eventual salida de Grecia de la zona euro (el llamado Grexit), la UE quiere evitar tensiones similares respecto al hipot¨¦tico abandono de Reino Unido (Brexit). Para ello la Comisi¨®n Europea ¡ªel Ejecutivo comunitario¡ª y el Consejo Europeo ¡ªrepresenta a los Veintiocho y tendr¨¢ la ¨²ltima palabra ante cualquier pacto¡ª perfilan soluciones imaginativas.
Aunque las exigencias brit¨¢nicas se conocer¨¢n por escrito ma?ana, la negociaci¨®n entre Londres y las instituciones comenz¨® este verano, con reuniones peri¨®dicas en las que siempre surg¨ªa el mismo escollo: la falta de una lista de requerimientos con los que Cameron tratase de frenar el impacto del proyecto com¨²n en el pueblo brit¨¢nico, crecientemente esc¨¦ptico hacia la UE.
Fuentes de la Comisi¨®n y del Consejo ligadas a este proceso admiten que primero hay que procurar una victoria a Cameron para despu¨¦s tener opciones de que venza el s¨ª a Europa en el refer¨¦ndum. ¡°Nuestro objetivo es ganarlo. Pero Cameron tiene que ganar antes la negociaci¨®n, est¨¢ claro¡±, asegura un alto cargo comunitario. El sentimiento es compartido por todas las fuentes consultadas.
El antecedente m¨¢s invocado en Bruselas es el acuerdo firmado con Dinamarca en 1992, que procur¨® a este pa¨ªs un encaje diferente en el proyecto comunitario. Tras el refer¨¦ndum que rechaz¨® el tratado de Maastricht por una ajustada mayor¨ªa del 50,7% de los daneses, los socios europeos ¡ªentonces 12¡ª improvisaron una soluci¨®n eficaz. Una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno consagr¨® que Dinamarca ten¨ªa derecho a excluirse de las pol¨ªticas de justicia, interior y defensa, as¨ª como a mantenerse al margen de la moneda ¨²nica. Tambi¨¦n qued¨® claro que la ciudadan¨ªa europea nunca tendr¨ªa el rango de la danesa.
Frenar la integraci¨®n
Sin cambiar el tratado de Maastricht, Dinamarca logr¨® que este documento tuviera rango de ley e incluso se registrara en la ONU. Un remedio similar podr¨ªa arbitrarse ahora. Porque la negativa a cambiar los tratados, como ha exigido Cameron para acomodar las exigencias brit¨¢nicas, es rotunda. Abrir esa caja de Pandora, que requiere la ratificaci¨®n de todos los pa¨ªses, puede llevar al voto contrario de muchos e incluso a la aparici¨®n de m¨¢s reivindicaciones en un momento de grave ca¨ªda del entusiasmo europe¨ªsta, argumentan en Bruselas.
M¨¢s all¨¢ de la f¨®rmula para encajarla, de la carta de Cameron se esperan propuestas en cuatro cap¨ªtulos. El m¨¢s espinoso alude a la intenci¨®n del Gobierno brit¨¢nico de privar del acceso a prestaciones sociales a los ciudadanos de la UE que lleven menos de cuatro a?os en Reino Unido. Aceptar esa premisa supondr¨ªa conculcar uno de los pilares del proyecto comunitario: la libre movilidad, que establece una igualdad de derechos de los ciudadanos comunitarios respecto de los nacionales del pa¨ªs al que emigren.
Fuentes comunitarias sugieren que, si el Ejecutivo de Cameron considera demasiado generoso su sistema, lo restrinja, pero no a costa de discriminar. El asunto es particularmente sensible para los gobernantes del Este, en otros aspectos cercanos a Reino Unido pero aqu¨ª fieramente opuestos porque hay unos 900.000 trabajadores del Este en suelo brit¨¢nico.
Tampoco resultar¨¢ f¨¢cil consagrar una exclusi¨®n para Reino Unido del deseo que reza en los tratados europeos de lograr ¡°una uni¨®n cada vez m¨¢s integrada¡±. Aunque se trata solo de una declaraci¨®n de intenciones, Londres teme al poder expansivo de esa voluntad. El Ejecutivo de Cameron quiere tambi¨¦n garant¨ªas de que la mayor integraci¨®n de las econom¨ªas del euro no perjudica a los intereses brit¨¢nicos.
El cap¨ªtulo con mayores visos de entendimiento es el referido a la mayor competitividad de la UE, con una demanda muy particular: que no haya sobrerregulaci¨®n y que, como gesto, la introducci¨®n de cada norma europea implique la retirada de otra. La actual Comisi¨®n comparte el fondo de la demanda, pero dif¨ªcilmente aceptar¨¢ el cors¨¦ de mantener inamovible el nivel regulatorio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.