Felicidades, hemos alcanzado la burricie m¨¢xima
La fea Simone de Beauvoir y la importancia de un libro que ense?a a hablar con fascistas
La hoguera a la que echaron a Simone de Beauvoir a partir de la pregunta del Examen Nacional de la Ense?anza Secundaria de Brasil ha demostrado que la burricie se ha convertido en un problema estructural del pa¨ªs. Si no se le hace frente, es el acabose. Hordas y hordas de burros que ocupan espacios institucionales, burros que ocupan programas de televisi¨®n, burros pagados con dinero p¨²blico, burros pagados con dinero privado, burros en lugares privilegiados, atacaron a la fil¨®sofa francesa porque la prueba inclu¨ªa un fragmento de una de sus obras, El segundo sexo, que comenzaba por la frase c¨¦lebre: ¡°Una mujer no nace mujer, se convierte en mujer¡±. Fue suficiente para que los burros levantasen las orejas y relinchasen su ignorancia a vol¨²menes embarazosos. Debatir seriamente la burricie nacional es m¨¢s urgente que discutir la crisis econ¨®mica y el bajo crecimiento del pa¨ªs. La burricie est¨¢ en la ra¨ªz de la crisis pol¨ªtica m¨¢s amplia. La burricie corrompe la vida, la privada y la p¨²blica. D¨ªa tras d¨ªa.
Para recapitular algunos espasmos del ¨²ltimo brote de burricie. La entrada de Simone de Beauvoir (1908-1986) en Wikipedia en portugu¨¦s, como mostr¨® un reportaje de la BBC, fue invadida para tachar a la escritora de ¡°ped¨®fila¡± y ¡°nazi¡±. Los concejales de la ciudad de Campinas, en el estado de S?o Paulo, aprobaron una ¡°moci¨®n de repudio¡± a la fil¨®sofa. El diputado Marco Feliciano, de la ¡°Bancada de la Biblia¡±, descubri¨® en la frase ¡°una elecci¨®n adrede, astuta, que discrepa de lo que se ha decidido sobre lo que se les debe ense?ar a nuestros j¨®venes¡±. En su p¨¢gina de Facebook, un fiscal de la ciudad de Sorocaba, en el estado de S?o Paulo, Jorge Alberto de Oliveira Marum, llam¨® a Beauvoir ¡°una baranga (forma coloquial de decir mujer fea en portugu¨¦s) francesa que no se ducha, no usa sujetador y no se depila¡±. Como el tema de la redacci¨®n del examen era ¡°la persistencia de la violencia contra la mujer en la sociedad brasile?a¡±, hubo gente, salida de colegios caros, que afirm¨® que se trataba de una cuesti¨®n de izquierdas, y, por lo tanto, una se?al inequ¨ªvoca de una conspiraci¨®n ideol¨®gica por parte del Gobierno federal. Como sugiri¨® el cr¨ªtico de cine In¨¢cio Ara¨²jo en su blog, si defender que la mujer tenga el derecho a andar sin que la molesten, la agredan y le den patadas es un tema de izquierdas, eso solo puede significar que la derecha va muy mal.
La ¨²nica arma capaz de derrotar a la burricie es el pensamiento
Es cada vez m¨¢s dif¨ªcil hacer humor en Brasil. Como nada de lo relatado anteriormente es broma, se nos somete a diario a una experiencia de perversi¨®n. Adem¨¢s, no ha sido f¨¢cil escribir cuando no se es humorista, porque, ?qu¨¦ se puede decir, en serio, ante una moci¨®n de repudio a Simone de Beauvoir? Pero es necesario tratar la cuesti¨®n con seriedad, porque tal vez no exista nada m¨¢s serio que la estupidez que atraviesa el pa¨ªs. Se hace urgente, prioritario, hacer un esfuerzo colectivo y afrontar la burricie con el ¨²nico instrumento capaz de derrotarla: el pensamiento.
Este es el poder y la generosidad de un libro lanzado por la fil¨®sofa Marcia Tiburi, escritora y profesora universitaria. El t¨ªtulo va al grano, pues los tiempos son demasiado serios como para darle vueltas: Como conversar com um fascista ¨C reflex?es sobre o cotidiano autorit¨¢rio brasileiro (C¨®mo hablar con un fascista: reflexiones sobre lo cotidiano autoritario brasile?o, editorial Record, sin traducci¨®n al espa?ol). En sus 194 p¨¢ginas, Tiburi afronta en profundidad las varias caras de la vida cotidiana actual, pero de una forma accesible a quienes no est¨¢n familiarizados con los conceptos. Hace lo m¨¢s dif¨ªcil: escribir de forma sencilla sin simplificar. Es un libro que se destina a todos, y no a sus pares. Quien sigue la trayectoria de la fil¨®sofa conoce su valent¨ªa. Y este es un libro valiente, ya que es tan dif¨ªcil como arriesgado escribir sobre lo que est¨¢ en movimiento, sin la protecci¨®n asegurada por el distanciamiento hist¨®rico. Pocos son los intelectuales que se arriesgan a salir de la comodidad de sus feudos para afrontar el debate p¨²blico con sus dudas. Y por eso aquellos que se arriesgan de forma honesta, sin eructar sus certezas y sus credenciales, o usarlas para masacrar a aquellos que ya est¨¢n masacrados, son tan preciosos.
La actual confrontaci¨®n no es entre la izquierda y la derecha, sino entre los que piensan y los que no piensan
¡°Quer¨ªa saber por qu¨¦ dialogar es imposible¡±, cuenta Marcia Tiburi, sobre la pregunta que la movi¨® a esa b¨²squeda. Para hacerle frente a la ausencia de pensamiento, la fil¨®sofa propone la resistencia por medio del di¨¢logo. Este es el esfuerzo de cada uno, y de todos. Arriesgarse a dejar el ¡°aislamiento en comunidad¡±, la forma actual de vida social y pol¨ªtica, para confrontar lo que ella llama ¡°el consumismo del lenguaje¡±. Entender la confrontaci¨®n actual como una confrontaci¨®n entre derecha e izquierda, desarrollistas y ecologistas, a favor del gobierno y contra ¨¦l, machistas y feministas, seg¨²n ella, es una reducci¨®n. La confrontaci¨®n actual ser¨ªa m¨¢s profunda y tambi¨¦n m¨¢s dram¨¢tica: entre los que piensan y los que no piensan.
El ejercicio que hago, de este p¨¢rrafo en adelante, es buscar entender la hoguera a la que tiraron a Simone de Beauvoir en los ¨²ltimos d¨ªas, entre otros hechos recientes, a partir de las ideas de este libro. Para empezar, la gravedad del episodio del examen se puede demostrar en este fragmento tan agudo: ¡°Si tenemos en cuenta que decir cualquier cosa es muy f¨¢cil, que hablamos demasiado y decimos cosas innecesarias, un nuevo consumismo emerge entre nosotros, el consumismo del lenguaje. El problema es que este produce, como cualquier consumismo, mucha basura. Y el problema de cualquier basura es que no vuelve a la naturaleza como si nada hubiera pasado. Altera profundamente nuestras vidas en un sentido f¨ªsico y mental. Lo que se come, lo que se ve, lo que se escucha, en definitiva, lo que se introyecta se convierte en cuerpo, se convierte en existencia¡±.
Cabe preguntar: en un pa¨ªs donde la preocupaci¨®n por la educaci¨®n es una flatulencia, donde la no educaci¨®n es la regla, ?ad¨®nde va la basura y qu¨¦ tipo de impacto produce sobre la tesitura de lo cotidiano, en los corazones y las mentes de quien la consume? ?Qu¨¦ ocurre con la hoguera de Simone de Beauvoir en un contexto en el que los que la tiraron al fuego posiblemente ni siquiera la hab¨ªan le¨ªdo? ?Qu¨¦ restos de los discursos vac¨ªos sobre la fil¨®sofa permanecer¨¢n en la memoria de una poblaci¨®n que no tiene sus libros en la estanter¨ªa y qu¨¦ tipo de eco producir¨¢n?
?C¨®mo medir la gravedad de que un concejal electo, pagado con dinero p¨²blico para legislar y, por lo tanto, para decidir los destinos colectivos, diga que la elecci¨®n de la frase de Simone de Beauvoir para una prueba del examen es algo ¡°demon¨ªaco¡±, como afirm¨® Campos Filho? ?Y c¨®mo afrontarla con la seriedad necesaria?
Con la palabra, el autor de la ¡°moci¨®n de repudio¡±: ¡°Fueron a buscar a Simone de Beauvoir, all¨¢ por el a?o de mil tropecientos y pico.... (...) La gran mayor¨ªa est¨¢ a favor de la ley de la naturaleza. El hombre es hombre. La mujer es mujer. (...) Cuidado con esa pulsi¨®n, esa pulsi¨®n puede llevar a la c¨¢rcel. Usted puede pasar frente al cajero autom¨¢tico y tener una pulsi¨®n de robar y va a la c¨¢rcel. Puede tener esa pulsi¨®n de violar y va a la c¨¢rcel. As¨ª que tengan cuidado con esa pulsi¨®n, ah, hoy por la ma?ana soy una chica, ahora por la noche soy un hombre....".
El vac¨ªo de pensamiento no es silencioso, sino que est¨¢ lleno de clich¨¦s, frases hechas y repeticiones
El concejal ni siquiera sabe en qu¨¦ siglo naci¨®, vivi¨® y produjo pensamiento Simone de Beauvoir: ¡°Mil tropecientos y pico¡±. Ni siquiera intent¨® entender lo que significa la frase citada en el examen. No es gracioso. Es la ruina causando m¨¢s ruina. Lo que importa es hacer ruido, porque el ruido encubre el vac¨ªo de ideas. Lo que importa es pervertir la palabra, usando lo que ni siquiera intent¨® entender para enclaustrar su pensamiento y reafirmar la certeza en nombre de una presunta ¡°ley de la naturaleza¡± que jam¨¢s ha existido. La perversi¨®n del fascista es la de acusar al otro de manipulaci¨®n ideol¨®gica cuando es ¨¦l quien est¨¢ manipulando. Es acusar al otro de imponer un pensamiento cuando es ¨¦l quien empe?a todos sus esfuerzos para bloquear cualquier pensamiento. Es impedir el di¨¢logo por medio de la denuncia al otro por el acto que ¨¦l mismo cometi¨®. Por esa repetici¨®n de estupideces es por donde siguen los discursos de otros concejales, al invocar clich¨¦s b¨ªblicos y recordar Sodoma y Gomorra y Ad¨¢n y Eva, abusando as¨ª de Dios.
Para pervertir la realidad, el fascista cuenta con el consumismo del lenguaje. Se trata, como se?ala Marcia Tiburi, de un vac¨ªo repleto de frases hechas. No es un vac¨ªo silencioso, un espacio abierto para buscar al otro, lo inusitado, lo sorprendente. Sino un vac¨ªo ruidoso, abarrotado de clich¨¦s, de frases repetidas y repetitivas, usadas para protegerse del pensamiento. Los lugares comunes, en este caso espec¨ªfico la constante invocaci¨®n de Dios y de las leyes b¨ªblicas, se usan como un escudo contra la reflexi¨®n. Se llevan a cabo todos los esfuerzos para que no exista ninguna posibilidad de pensamiento, aunque sea una muy peque?ita.
En este vac¨ªo, la fil¨®sofa cree que los medios tecnol¨®gicos y los medios de comunicaci¨®n juegan un papel crucial. Se repite lo que se dice en la televisi¨®n, en la radio. Se habla mucho, sin pensar en lo que dice. En el mero gesto de ¡°compartir¡± sin leer, tan f¨¢cil como comprar con un clic por internet, se huye del pensamiento anal¨ªtico y cr¨ªtico, que se cambia por el vac¨ªo consumista del lenguaje y de la acci¨®n repetitivos. As¨ª es como la burricie se multiplica en clics y se propaga en red. El t¨ªtulo de este art¨ªculo es esperanzador, pero no corresponde a la realidad: la burricie no tiene l¨ªmites, siempre puede alcanzar niveles a¨²n m¨¢s extremos.
Si no hay l¨ªmites a la idiotez, queda aislarse y almacenar alimentos
Episodios semejantes a la ¡°moci¨®n de repudio¡± a Simone de Beauvoir se produc¨ªan espor¨¢dicamente en rincones alejados, y en seguida se ridiculizaban. Hoy en d¨ªa, ocurren en el pleno municipal de una de las urbes m¨¢s grandes y m¨¢s ricas del estado de S?o Paulo, en el sudeste de Brasil, una ciudad donde hay varias universidades, entre ellas la Unicamp (Universidad Estatal de Campinas), una de las m¨¢s respetadas del pa¨ªs. ?Y d¨®nde est¨¢n los intelectuales? ?Ri¨¦ndose de los burros en los bares universitarios? ?Eso es lo que pasa? ?No eran de esperar m¨¢s iniciativas de b¨²squeda del di¨¢logo, de creaci¨®n de oportunidades para explicar qui¨¦n es Simone de Beauvoir y reflexionar sobre su obra, o incluso la ocupaci¨®n del pleno del ayuntamiento, para producir una reacci¨®n y un movimiento que permitiesen el conocimiento y combatiesen la ignorancia?
Tal vez el pol¨¦mico libro Sumisi¨®n (Anagrama), del franc¨¦s Michel Houellebecq, pueda tener alguna resonancia mayor por aqu¨ª. En ¨¦l, solo para recordar, el protagonista es unacad¨¦mico desencantado que se depara con la victoria de un partido isl¨¢mico en las elecciones de Francia. Despu¨¦s de ver el desarrollo de los acontecimientos por la televisi¨®n, ya que no se siente motivado a participar en ning¨²n debate que no sea sobre su propia tesis acad¨¦mica (o ni siquiera sobre ella), le choca el resultado de las elecciones. Es el protagonista que no protagoniza, o solo protagoniza por omisi¨®n (o sumisi¨®n). Poco a poco, los nuevos due?os del poder le insin¨²an no solo el mantenimiento de los privilegios, sino una considerable ampliaci¨®n de los privilegios. Y, al final, concluye que sumarse puede no ser tan malo.
Los burros est¨¢n en todas partes y muchos de ellos estudiaron en las mejores escuelas y, lo peor, muchos ense?an en las mejores escuelas. La ¡°moci¨®n de repudio¡± a Simone de Beauvoir fue aprobada por 25 concejales de Campinas, con solo 5 votos contrarios. Por lo tanto, los burros son la mayor¨ªa. Es necesario enfrentarlos con el pensamiento, oponerles resistencia por medio del di¨¢logo. O, como dice Marcia Tiburi: ¡°Sin pensamiento no hay di¨¢logo posible ni emancipaci¨®n a ning¨²n nivel. Si no hay l¨ªmites a la idiotez, queda aislarse y almacenar alimentos¡±.
El fiscal y profesor universitario que redujo a Simone de Beauvoir a ¡°un callo¡±, al comentar sobre la pregunta del examen en su p¨¢gina de Facebook, hizo el siguiente comentario: ¡°Examen Nacional-Socialista de Adoctrinamiento Sub-marxista. Aprendan, j¨®venes: la mujer no nace mujer, nace un callo franc¨¦s que no se ducha, no usa sujetador y no se depila. Solo despu¨¦s la pervierte el capitalismo opresor y se convierte en una mujer que se ducha, usa sujetador y se depila¡±. Despu¨¦s de la repercusi¨®n negativa, que incluy¨® una nota de repudio por parte de la OAB (Orden de los Abogados de Brasil), Jorge Alberto de Oliveira Marum borr¨® las publicaciones y se defendi¨®, en otra publicaci¨®n, en la que alegaba que hab¨ªa tenido la intenci¨®n de ser ir¨®nico: ¡°La iron¨ªa, para quien no lo sabe, es una figura de lenguaje que consiste en afirmar lo contrario de lo que se piensa¡±. Interpr¨¦tese.
La burricie, tanto como categor¨ªa cognitiva como moral, ha vencido
¡°Distorsionar es poder¡± es el t¨ªtulo de uno de los cap¨ªtulos del libro en que la fil¨®sofa le hace frente a la pr¨¢ctica ampliamente difundida de vaciar las palabras por medio de la distorsi¨®n. Como transformar a la v¨ªctima en culpable, como se hace habitualmente con las mujeres el en falso debate sobre el aborto, por ejemplo, o en el tratamiento de la violaci¨®n. O distorsionar para que parezca que aquel que tiene los privilegios es el que sufre amenazas a sus derechos: el blanco, por ejemplo, cuando se presenta como perjudicado por el sistema de cuotas raciales que busca reparar las injusticias hist¨®ricas cometidas contra los negros, ocultando as¨ª que siempre ha sido el privilegiado; o cuando se invoca un presunto ¡°orgullo heterosexual¡± en un intento de enmascarar la violencia contra los homosexuales, alegando que quieren privilegios, cuando todo el mundo sabe que la heterosexualidad nunca se ha contestado ni se ha atacado, ni en su expresi¨®n ni en sus derechos. Y tambi¨¦n es por esa conversi¨®n que los manifestantes de junio de 2013 fueron tachados de ¡°v¨¢ndalos¡± por los medios de comunicaci¨®n y, hoy, una ley en discusi¨®n en el Congreso amenaza con convertir a quien protesta en ¡°terrorista¡±.
La propia ¡°democracia¡± puede verse a partir de la pr¨¢ctica de la distorsi¨®n, porque existe aquella, m¨¢s difundida, que el mercado vende. ¡°Por un lado, hay una democracia que debe parecer realizada, contra otra democracia, que est¨¢ en el orden del deseo y del sue?o y que no tendr¨ªa precio¡±. El capitalismo secuestra a la democracia tambi¨¦n como palabra, que pasa a consumirse, junto con otras: la felicidad, la ¨¦tica, la libertad, la oportunidad, el m¨¦rito. Las palabras que la fil¨®sofa llama ¡°m¨¢gicas¡±, invocadas a servicio de la ocultaci¨®n de la opresi¨®n. ¡°Antidemocr¨¢tico, el capitalismo necesitar¨ªa ocultar su ¨²nica democracia verdadera: el reparto de la miseria y, hoy en d¨ªa, cada vez m¨¢s, la matabilidad¡±, afirma Marcia Tiburi.
Cuando la entrada de Simone de Beauvoir en la Wikipedia sufre invasiones, tambi¨¦n se trata de eso: distorsionar y replicar hasta que se convierta en ¡°verdad¡±. Se alienan los hechos de su contexto hist¨®rico para producir r¨®tulos. As¨ª, tras el examen, se tach¨® a la fil¨®sofa de ¡°ped¨®fila¡± y ¡°nazi¡±. El responsable ya ha retirado ambas afirmaciones de la p¨¢gina y ha avisado que la mantendr¨¢ cerrada hasta que ¡°el furor acabe y las personas pierdan el inter¨¦s en da?ar el art¨ªculo¡±. Entre las decenas de distorsiones de la entrada, seg¨²n la pieza de la BBC, un usuario dijo que la fil¨®sofa hab¨ªa escrito un ¡°libro de violaci¨®n¡±. Otro inform¨® que Beauvoir era una ¡°antifeminista¡±. Un tercero dijo que era ¡°muy conocida por su acomodaci¨®n y por la lucha en la justicia por una ley que prohib¨ªa el trabajo de las mujeres fuera de casa¡±.
Si el lenguaje nos convirti¨® en seres pol¨ªticos, ?la destrucci¨®n del lenguaje nos convertir¨¢ en qu¨¦?
Las distorsiones sirven a la reproducibilidad de la burricie. Al convertir a la fil¨®sofa en lo que se interpreta como lo m¨¢s monstruoso ¡ª¡°ped¨®fila¡± y ¡°nazi¡± ¡ª, el objetivo es hacer que sea imposible reflexionar sobre lo que ella escribi¨®: ¡°Una mujer no nace mujer, se convierte en mujer¡±. La amplia distorsi¨®n de las palabras sirve, de nuevo, al vac¨ªo del pensamiento. Se les pide a los burros que la repliquen hasta el agotamiento en clics hist¨¦ricos. El lenguaje, como escribe Marcia Tiburi, se ha rebajado a la distribuci¨®n de la violencia, tambi¨¦n por parte de los medios de comunicaci¨®n y las redes sociales. ¡°Vivimos en el imperio de la bellaquer¨ªa, donde la burricie, tanto como categor¨ªa cognitiva como moral, ha vencido¡±, asegura. ¡°Se ha transformado en el todo del poder¡±.
Sumarse es vivir. Esta parece ser la frase de este momento de orgullo de la ignorancia y exaltaci¨®n de la burricie. Aqu¨ª, la pregunta se impone: ¡°Si el lenguaje nos ha convertido en seres pol¨ªticos, ?la destrucci¨®n del lenguaje nos convertir¨¢ en qu¨¦?¡±
La semana pasada se divulg¨® en la p¨¢gina de la Secretar¨ªa de Asuntos Estrat¨¦gicos de la Presidencia de la Rep¨²blica un estudio que reuni¨® a investigadores de varias instituciones, presentado como el m¨¢s completo jam¨¢s realizado en Brasil sobre los efectos del cambio clim¨¢tico. Reflexionar con seriedad sobre el cambio clim¨¢tico es urgente, pero hay mucho menos pensamiento y acci¨®n de lo que el momento exigir¨ªa, a pesar de que estamos en v¨ªsperas de la Conferencia sobre el Clima en Par¨ªs. Por lo tanto, la divulgaci¨®n de un estudio con las conclusiones a las que se ha llegado podr¨ªa ser una oportunidad excelente de promover la participaci¨®n y el di¨¢logo. Pero, entre las tantas previsiones que se?alaron un posible drama clim¨¢tico de aqu¨ª a 25 a?os, en 2040 ¡ªenfermedades, calor extremo, falta de agua y de energ¨ªa, etc.¡ª, una fue puesta de relieve por los diferentes medios de comunicaci¨®n: la posible p¨¦rdida de un ¨¢rea inmobiliaria valorada en 109.000 millones de reales (28.800 millones de d¨®lares) en R¨ªo de Janeiro, debido a la elevaci¨®n del nivel del mar causada por el calentamiento global.
No las p¨¦rdidas humanas, no la corrosi¨®n de la vida, no la aniquilaci¨®n de los m¨¢s pobres y de los m¨¢s fr¨¢giles. No. Lo que se pone de relieve es lo que se monetiza, es la p¨¦rdida del patrimonio material, en este caso, inmobiliario. Lo que merece el t¨ªtulo es el dinero. El episodio evoca uno de los cap¨ªtulos m¨¢s interesantes de C¨®mo hablar con un fascista: ¡°El capitalismo es la reducci¨®n de la vida al plano econ¨®mico. (...) El pensamiento est¨¢ minado por la l¨®gica de la ¡®rentabilidad¡¯. Vivir se convierte en una cuesti¨®n apenas econ¨®mica. La econom¨ªa se convierte en una forma de vida administrada con sus propias reglas, tales como el consumo, el endeudamiento, la seguridad por la que se puede pagar. Todo eso es sist¨¦mico y, al mismo tiempo, algo hist¨¦rico. (...) Las palabras funcionan como estigmas o como dogmas que sostienen las ideas que gu¨ªan las pr¨¢cticas¡±. Si el orden del discurso capitalista es b¨¢sicamente teol¨®gico, es porque funciona como una religi¨®n en el contexto de las Escrituras y las predicaciones (por lo general, en el p¨²lpito tecnol¨®gico de la televisi¨®n)¡±. Si, despu¨¦s de tanto callarnos sobre el cambio clim¨¢tico, hablamos de ¨¦l a partir de la l¨®gica monetaria, estamos todos (m¨¢s) perdidos.
Tenemos que resistir en nombre de un di¨¢logo que vuelva el odio impotente
Pero en otro episodio de los ¨²ltimos d¨ªas es donde la perversi¨®n del Brasil actual se revela en toda su monstruosidad: la Divisi¨®n de Homicidios de la Polic¨ªa Civil de R¨ªo de Janeiro concluy¨®, en una investigaci¨®n, que el polic¨ªa que mat¨® a un ni?o de diez a?os actu¨® en ¡°leg¨ªtima defensa¡±. Eduardo de Jesus jugaba en la puerta de su casa, en una de las favelas del Complejo del Alem¨¢n, cuando fue alcanzado en la cabeza por un disparo de fusil. Su madre encontr¨® parte de su cerebro en la sala. La investigaci¨®n eximi¨® de toda responsabilidad a los polic¨ªas involucrados, por estar presuntamente en confrontaci¨®n con narcotraficantes. Ellos apenas habr¨ªan ¡°fallado¡± el tiro.
Eduardo estaba a cinco metros del polic¨ªa que lo mat¨®. Terezinha de Jesus, la madre del ni?o, dijo que no hab¨ªa tiroteo aquel d¨ªa. ¡°Me ech¨¦ encima del polic¨ªa. Le grit¨¦ que hab¨ªa matado a mi hijo y ¨¦l me respondi¨®, con su rifle en mi cabeza, que igual que lo hab¨ªa matado me podr¨ªa matar tambi¨¦n, porque el ni?o era hijo de un delincuente. Nunca me voy a olvidar de aquello. Puedo estar en cualquier lugar en el mundo, que nunca me olvidar¨¦ de la cara de aquel polic¨ªa¡±. Cuando algunos periodistas le informaron de que la polic¨ªa hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que hab¨ªan matado a su hijo en leg¨ªtima defensa, Terezinha dijo que ten¨ªa ganas de ¡°romper todo¡±.
Cuando la perversi¨®n supera tal l¨ªmite es porque estamos casi en el punto de no retorno. ¡°No acabaremos con el odio predicando el amor¡±, dice Marcia Tiburi, ¡°sino actuando en nombre de un di¨¢logo que no solo muestre que el odio es impotente, sino que lo vuelva impotente¡±.
En C¨®mo hablar con un fascista, la fil¨®sofa defiende la necesidad de empezar a tratar de hablar de otro modo. El di¨¢logo no como la salvaci¨®n, sino como un experimento, como un activismo filos¨®fico para hacerle frente a la antipol¨ªtica. La pol¨ªtica, recuerda la autora, ¡°es un lazo amoroso entre personas que pueden hablar y escucharse no porque sean iguales, sino porque han dejado de lado sus caparazones de odio y han roto el muro de cemento donde estaban enterradas sus subjetividades¡±.
En un pa¨ªs de antipol¨ªtica y antieducaci¨®n generalizadas como Brasil, es necesario moverse. Es urgente aprender a hablar con un fascista, aunque parezca imposible. Exponer al otro a aquel que no soporta la diferencia. Revelar sus contradicciones y confrontarlo por el di¨¢logo es un acto de resistencia. Hacerle frente a la burricie con la ¨²nica arma que esta teme: el pensamiento.
O hacemos eso o no va a servir de nada ni almacenar alimentos.
Eliane Brum es escritora, periodista y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - o avesso da lenda, A vida que ningu¨¦m v¨º, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos, y de la novela Uma duas.
Sitio web: desacontecimentos.com Email: elianebrum.coluna@gmail.com Twitter: brumelianebrum
Traducci¨®n de ?scar Curros
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.