La generaci¨®n Bataclan no claudica
Los j¨®venes parisinos vuelven a ocupar los bares como gesto de resistencia
Tuvieron la mala suerte de encontrarse en los distritos m¨¢s j¨®venes y festivos de la rive droite parisina, la orilla derecha del Sena, tan distinta de la gauche. Las v¨ªctimas de los atentados pasaron la noche del viernes en locales y terrazas de estos barrios entre burgueses y bohemios, poblados por j¨®venes profesionales, estudiantes de letras, hipsters veganos, viejos proletarios e hijos de inmigrantes, viviendo en una armon¨ªa casi perfecta, aunque m¨¢s parecida a la convivencia pac¨ªfica que a un verdadero melting pot.
Constituyen la ¡°generaci¨®n Bataclan¡±, como los acaba de bautizar el diario Lib¨¦ration. De ella forman parte muchos de los fallecidos, pero tambi¨¦n los supervivientes, cuyo reto consistir¨¢ ahora en seguir comport¨¢ndose, pese al dif¨ªcil momento que vive la ciudad, como ¡°neur¨®ticos parlanchines, algo alcoh¨®licos, obsesos sexuales y vagamente cultivados¡±, como ha ironizado el peri¨®dico. Los que han salido ilesos sienten que les podr¨ªa haber tocado a sus conocidos, o incluso a ellos mismos. Lo confirma Baptiste, periodista de 31 a?os. ¡°Cuando veo las fotos de los fallecidos, me digo que podr¨ªan ser amigos m¨ªos¡±, sostiene. ¡°Es la primera vez que me siento apuntado, porque han atacado lugares que forman parte de mi vida social en Par¨ªs¡±.
La elecci¨®n no fue casual. En el mensaje con el que reivindic¨® los atentados, el Estado Isl¨¢mico aseguraba haber escogido esos lugares ¡°minuciosamente¡±, con el objetivo de atacar ¡°la capital de las abominaciones y la perversi¨®n¡± y apuntando a ¡°los id¨®latras concentrados en una fiesta de perversidad¡±. Posicion¨¢ndose contra ese mensaje, los j¨®venes parisienses vuelven a ocupar estos d¨ªas los caf¨¦s, bares y bistr¨®s de la capital francesa, como si fuera casi un acto de resistencia. Particularmente, en los distritos 10 y 11, donde se encontraban los lugares asaltados: los bares Le Petit Cambodge, Le Carillon, La Belle ?quipe y Bonne Bi¨¨re, adem¨¢s de la sala Bataclan.
En enero, tras los atentados de Charlie Hebdo, un lema solidario brot¨® por todo el mundo: ¡°Je suis Charlie¡±. Desde los atentados del viernes en Par¨ªs, muchos se sirven de un mensaje distinto, que estos d¨ªas se multiplica en las redes sociales en se?al de apoyo: ¡°Je suis en terrasse¡± (Estoy en la terraza).
Si beber y fumar constituyen la infracci¨®n, los parisinos est¨¢n dispuestos a reincidir en ella. En la noche del lunes, las terrazas abiertas en esos barrios no abundaban, pero estaban llenas. A las nueve en punto, pese a la lluvia intermitente, no quedaba una sola mesa libre en Chez Prune, uno de los bares m¨¢s concurridos del Canal Saint-Martin, centro neur¨¢lgico de la vida nocturna en el d¨¦cimo distrito. ¡°La terraza est¨¢ llena desde el mismo s¨¢bado¡±, confirma Adrien, de 25 a?os, camarero en el local, uno de los pocos que no cerr¨® ese d¨ªa pese a encontrarse a 300 metros de Le Carillon. ¡°Yo no quer¨ªa trabajar, por respeto a quienes murieron. Hasta que mi jefe nos dijo que, si no abr¨ªamos, Daesh habr¨ªa ganado¡±.
En la terraza, la pareja formada por Charles y Caterina, realizador audiovisual y responsable de atenci¨®n al cliente, de 26 y 24 a?os, sorben una copa de tinto y un vaso de cerveza. ¡°Rechazamos convertirnos en lo que ellos quieren. Seguimos adelante con nuestras vidas, haciendo lo mismo que antes de los atentados¡±, responden a dos voces. ¡°Hay que estar locos para no tener miedo. Pero uno debe hacer algo positivo con ese miedo. Por eso estamos aqu¨ª¡±.
Al final del canal, en la frontera con el distrito 11, se encuentra el Bataclan. La mayor¨ªa de terrazas est¨¢n cerradas, excepto la de Le Barom¨¨tre, situado a 100 metros de la sala de conciertos. A las 11 de la noche, dos amigos, Adrien y Sarah, apuran sus cervezas. Ambos tienen 28 a?os. ?l es m¨²sico y ella est¨¢ en el paro. ¡°No podemos encerrarnos en casa. Seguiremos escuchando m¨²sica, bebiendo y fumando, por mucho que les moleste¡±, dice ¨¦l. ¡°El s¨¢bado camin¨¦ por el barrio. Cuando vi las terrazas llenas, me sent¨ª bien¡±, confiesa ella.
La soci¨®loga C¨¦cile Van de Velde, profesora de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (EHESS) y especialista en la juventud, comparte su an¨¢lisis de este grupo social. ¡°Se trata de una juventud francesa favorecida, pese a no ser hijos de arist¨®cratas. Ganan poco y, a menudo, tienen que pedir ayuda a sus padres para pagar el alquiler, pero tienen trabajos creativos que les gustan, de lo cual se enorgullecen. Cuentan con un gran capital cultural y est¨¢n altamente diplomados, adem¨¢s de ser abiertos en t¨¦rminos de valores y favorables a la inmigraci¨®n¡±, explica. ¡°La suya es una postura de resistencia, que se apoya en el principio de la movilizaci¨®n en com¨²n. Se trata de una manera de sentirse menos solo cuando uno siente miedo¡±, afirma. ¡°En el fondo, esos j¨®venes est¨¢n quebrantados. Saben muy bien que iban a por ellos¡±.
?Qu¨¦ pretend¨ªa el ISIS atacando a esa juventud dorada con la cuenta en n¨²meros rojos? El historiador Pierre-Jean Luizard, especialista en Oriente Medio, tambi¨¦n se ha sumado al debate. ¡°El blanco elegido, los hinchas de f¨²tbol y la juventud bobo [bohemia y burguesa] de los barrios del este de Par¨ªs, no ha sido escogido por casualidad¡±, ha dicho en una entrevista a Mediapart. ¡°Se trata de una manera de atacar la juventud m¨¢s tolerante con el islam, a una poblaci¨®n que reflexiona sobre la situaci¨®n del mundo, a un p¨²blico educado que intenta comprender. En los barrios atacados, uno puede ver a j¨®venes con cigarros y copas de vino en la mano relacion¨¢ndose con los que van a la mezquita rigorista del barrio. Eso es lo que el Estado Isl¨¢mico quiere romper, empujando a la sociedad francesa al repliegue identitario y el miedo al otro¡±.
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