La matanza lleva a Francia a afrontar sus tab¨²es
Los atentados terroristas evidencian problemas sociales que el pa¨ªs esquiva desde hace d¨¦cadas
Un pelot¨®n de soldados patrulla por el patio del Museo del Louvre una luminosa ma?ana de lunes. Lo extra?o es que ni siquiera se trata de una imagen sorprendente. Desde los ataques de enero contra la revista sat¨ªrica Charlie Hebdo y el supermercado jud¨ªo Hypercacher, la presencia de militares en lugares p¨²blicos de Francia es habitual. Sin embargo, todo el mundo ¡ªpol¨ªticos, periodistas, analistas, ciudadanos¡ª tiene la impresi¨®n de que los atentados del Estado Isl¨¢mico (ISIS) en Par¨ªs, durante los que fueron asesinadas 130 personas, representan un antes y despu¨¦s, tal vez la transformaci¨®n m¨¢s profunda que haya vivido este pa¨ªs desde la descolonizaci¨®n de Argelia en los sesenta. No se trata solo de un cambio en la seguridad o del restablecimiento de las fronteras. Es algo mucho m¨¢s profundo, que afecta a la propia visi¨®n que este pa¨ªs tiene de s¨ª mismo.
Las extraordinarias medidas de seguridad marcan ya la vida p¨²blica: el Estado de Emergencia, que se prolongar¨¢ hasta el 26 de febrero de 2016, otorga poderes extraordinarios a las autoridades; todas las escuelas y lugares p¨²blicos, desde museos hasta cines, muestran carteles que anuncian el Plan de Seguridad Vigipirate. El metro transporta a menos pasajeros, es posible encontrar mesa el fin de semana en restaurantes muy concurridos, la asistencia al teatro ha ca¨ªdo a la mitad y a conciertos hasta el 80%, la ocupaci¨®n hotelera ha descendido en torno al 40%. Incluso, como asegura una extranjera que lleva casi dos d¨¦cadas en Par¨ªs, "los camareros se han vuelto de pronto simp¨¢ticos".
Esta transformaci¨®n ocupa las primeras p¨¢ginas de toda la prensa. Le Monde resumi¨® esta impresi¨®n en su primera p¨¢gina del fin de semana: "La Francia de despu¨¦s". "13 de noviembre. Nada volver¨¢ a ser igual", es el t¨ªtulo del especial que el diario Lib¨¦ration sac¨® el lunes. Su director, Laurent Joffrin, escribe: "Francia va a cambiar. Lo queramos o no, el viernes se abri¨® un nuevo cap¨ªtulo de su historia. Puede escribirse como quieren los terroristas, bajo el imperio del miedo, pero tambi¨¦n con una Francia m¨¢s unida y m¨¢s fuerte, m¨¢s apoyada en sus valores de derecho y libertad. Es el desaf¨ªo de la era que se abre ante nosotros". "Hemos vivido un 11 de septiembre a la francesa", se?al¨® por su parte un diplom¨¢tico al diario conservador Le Figaro. "Habr¨¢ un antes y un despu¨¦s en nuestra historia".
Hasta los comerciantes han decidido cambiar el nombre del Black Friday, el d¨ªa especial de rebajas en Internet que se celebra esta semana: viernes y negro no son palabras que se puedan pronunciar juntas. Este pa¨ªs siempre se ha mostrado especialmente preocupado por la p¨¦rdida de privacidad en la era de Big Data y son habituales unas tarjetas de cr¨¦dito en las que se carga una cantidad, pero sin dejar ning¨²n rastro, como si fuesen dinero en met¨¢lico. Sin embargo, dado que fueron utilizadas por los terroristas de Par¨ªs, el ministro de Econom¨ªa, Michel Sapin, ya ha anunciado que van a perder su anonimato y, por lo tanto, su sentido. La seguridad es una prioridad por encima de cualquier otra consideraci¨®n.
Ya no hay derecha ni izquierda, s¨®lo existe un sentimiento: miedo y c¨®lera¡± Carlos da Silva, diputado socialista
Lo impresionante es que todas estas medidas, por ahora, no han generado fisuras en las formaciones pol¨ªticas ¡ªs¨®lo seis diputados de la izquierda votaron en contra¡ª, ni siquiera en v¨ªsperas de unas elecciones regionales (6 y 13 de diciembre) en las que la mayor¨ªa de los sondeos otorgan la victoria en la primera vuelta al ultraderechista Frente Nacional. Y no son s¨®lo cambios que afectan a Par¨ªs, que sufri¨® tanto los atentados del 13-N como el asalto con Charlie Hebdo. "Ya no hay derecha ni izquierda, s¨®lo existe un sentimiento: miedo y c¨®lera", explic¨® el socialista Carlos da Silva en un reportaje de Le Monde que recoge la opini¨®n de 20 diputados regionales y alcaldes. "Desde el viernes todo el mundo me pide una sola cosa: 'Tome medidas porque tenemos miedo y no queremos que se repita". Thomas Th¨¦venoud, diputado de Sa?ne-et-Loire, afirm¨® por su parte: "En los peque?os pueblos no estamos lejos del p¨¢nico. La gente est¨¢ muy inquieta".
Ante la brutalidad de los atentados, las medidas de seguridad podr¨ªan no parecer extraordinarias, pese a que el Estado de Emergencia s¨®lo se ha decretado seis veces desde 1955. Tampoco la intensificaci¨®n de los poderes ejecutivos se sale del marco jur¨ªdico de la V Rep¨²blica, creada durante la guerra de Argelia a medida de Charles de Gaulle: siempre ha sido un r¨¦gimen profundamente presidencialista. Lo que est¨¢ en tela de juicio es la sociedad que ha construido Francia durante estas ¨²ltimas d¨¦cadas, el hondo sentimiento que comenz¨® con Charlie de que algo va mal. "Incluso preguntar 'c¨®mo va todo' es complicado. Nadie va bien, colectivamente no vamos bien", ha declarado Cl¨¦mentine Autain, candidata por el Frente de Izquierdas en Seine-Saint-Denis.
Un ejemplo puede servir para ilustrar la magnitud del problema y hasta qu¨¦ punto afecta a todos los rincones de la sociedad: uno de los terroristas, Samy Amimour, hab¨ªa trabajado durante 15 meses como conductor de un autob¨²s p¨²blico de Par¨ªs de la RATP. Reportajes en Le Figaro y Le Parisien han revelado lo que se oculta detr¨¢s de este hecho (un secreto a voces seg¨²n numerosos parisinos): las crecientes tensiones en la RATP, pero tambi¨¦n en Air France o los ferrocarriles, por el aumento de lo que aqu¨ª se llama el comunitarismo: el integrismo religioso. "Hay ch¨®feres que se niegan a dar la mano a una colega femenina o a conducir un bus si la anterior conductora era mujer", explic¨® un delegado sindical. Se puede debatir hasta qu¨¦ punto una sociedad occidental debe ser tolerante con las creencias religiosas extremas, pero para ello es necesario reconocer primero que el problema existe.
Esta enorme ruptura, que llev¨® al primer ministro Manuel Valls a hablar en enero de "apartheid territorial y social en las banlieues", lleva a?os dando vueltas sin que ning¨²n Gobierno haya sido capaz de encontrar, incluso de buscar, una soluci¨®n. La idea de guerra, pronunciada desde el mismo viernes por el presidente Fran?ois Hollande, sumada a la certeza de que el enemigo est¨¢ dentro y de que es imposible combatirlo s¨®lo con medidas policiales, lo cambia todo.
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