Mauricio Macri y la posible resurrecci¨®n de la OEA
El presidente de Argentina debe seguir el ejemplo de R¨®mulo Betancourt, precursor de la ¡°cl¨¢usula democr¨¢tica¡± en Latinoam¨¦rica
El presidente electo de Argentina, Mauricio Macri, ha prometido aplicar la cl¨¢usula democr¨¢tica del MERCOSUR contra el gobierno de Venezuela. As¨ª suspender¨ªa al Estado venezolano de toda participaci¨®n en esta organizaci¨®n multilateral de la que es miembro pleno desde el 2012. La promesa de Macri busca honrar el compromiso asumido por Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay y Chile en julio de 1998 con la firma del Protocolo de Ushuaia. Este tratado internacional dice que ¡°la plena vigencia de las instituciones democr¨¢ticas es condici¨®n esencial¡± para la pertenencia en el MERCOSUR, y que ¡°toda ruptura del orden democr¨¢tico en uno de los Estados partes¡± debe llevar a su suspensi¨®n.
Mientras Macri pretende, acertadamente, castigar los quince a?os de erosi¨®n democr¨¢tica y pernicioso liderazgo regional de Venezuela a cargo del r¨¦gimen autoritario-competitivo de Hugo Ch¨¢vez y Nicol¨¢s Maduro, hay otro expresidente izquierdista venezolano ¡ªun dem¨®crata¡ª a quien Macri deber¨ªa estudiar y tomar como inspiraci¨®n para asumir un liderazgo que vaya m¨¢s all¨¢ de las fronteras comerciales del MERCOSUR, hacia foros de vocaci¨®n continental como la CELAC y la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA). Hablo de R¨®mulo Betancourt, el presidente socialista de Venezuela de los a?os sesenta, cuyo legado bautiz¨® la famosa ¡°Doctrina Betancourt¡±, y que con los a?os fue codificado en distintos instrumentos jur¨ªdicos internacionales bajo el nombre de ¡°cl¨¢usula democr¨¢tica¡±: lo mismo que quiere aplicar Macri hoy.
Ch¨¢vez y Maduro han desmantelado las instituciones democr¨¢ticas de Venezuela, brindado ox¨ªgeno a la ¨²nica dictadura totalitaria del continente y adormecido cualquier posibilidad de acci¨®n en favor de la democracia a cargo de la OEA. Por el contrario, R¨®mulo Betancourt trabaj¨® incansablemente para consolidar la democracia de su pa¨ªs, aislar diplom¨¢ticamente a todos los autoritarismos de la ¨¦poca y despertar a la OEA de su indiferencia frente a las v¨ªctimas tanto de las dictaduras militares anticomunistas respaldadas por Estados Unidos, como de los gobiernos comunistas y movimientos guerrilleros auspiciados desde Cuba y la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
En un acto que Macri deber¨ªa emular, Betancourt explic¨® su doctrina durante su primer mensaje al Congreso en 1959:
¡°Reg¨ªmenes que no respeten los derechos humanos, que conculquen las libertades de sus ciudadanos y los tiranicen con respaldo de polic¨ªas pol¨ªticas totalitarias, deben ser sometidos a [un] riguroso cord¨®n sanitario y erradicados mediante acci¨®n pac¨ªfica colectiva de la comunidad jur¨ªdica interamericana.¡±
El presidente Betancourt fue desde un principio un declarado admirador de la revoluci¨®n cubana, pero luego no dud¨® en condenar a Castro
Al igual que muchos l¨ªderes e intelectuales latinoamericanos, el presidente Betancourt fue desde un principio un declarado admirador de la revoluci¨®n cubana, pero no dud¨® en condenar a Castro cuando qued¨® claro que su intenci¨®n no era crear una alternativa democr¨¢tica a la tiran¨ªa de Batista, sino liderar su propia dictadura al estilo sovi¨¦tico. En 1962, despu¨¦s de pedirle a Castro que ¡°pusiera un alto a las ejecuciones en masa y a la falta de respeto a las libertades y la dignidad humana¡±, Betancourt rompi¨® relaciones diplom¨¢ticas con Cuba. Durante su segundo periodo presidencial, Betancourt tambi¨¦n rompi¨® relaciones diplom¨¢ticas con la Espa?a de Franco, la Rep¨²blica Dominicana de Trujillo y los gobiernos autoritarios de Argentina, Per¨², Ecuador, Guatemala, Honduras y Hait¨ª. En honor a su liderazgo continental, el t¨¦rmino ¡°Doctrina Betancourt¡± fue acu?ado para referirse a la pol¨ªtica de relaciones exteriores consistente en negar reconocimiento y romper relaciones diplom¨¢ticas con cualquier l¨ªder que llegase al poder usando m¨¦todos antidemocr¨¢ticos o que, independientemente de sus m¨¦todos, optase por instalar una dictadura. Su actitud consecuente contra toda forma de dictadura casi le cost¨® la vida. Betancourt sobrevivi¨® un intento de asesinato ordenado por Rafael Trujillo, en 1960, y derrot¨® dos intentonas golpistas patrocinadas por Fidel Castro. Para Betancourt, tanto las dictaduras de derecha como las de izquierda no eran m¨¢s que eso, dictaduras, y la OEA ten¨ªa el mandato de condenarlas, aislarlas y jam¨¢s admitirlas en su seno. El 11 de septiembre de 2001, la Doctrina Betancourt se convirti¨® finalmente en obligaci¨®n jur¨ªdica gracias a la aprobaci¨®n de la Carta Democr¨¢tica Interamericana, un instrumento jur¨ªdico similar al Protocolo de Ushuaia, pero que vincula no solamente a seis pa¨ªses dentro de un bloque de integraci¨®n comercial venido a menos, sino a los 34 Estados miembros de la OEA, un foro con influencia continental.
Bajo el nuevo est¨¢ndar de la Carta Democr¨¢tica Interamericana y su ¡°cl¨¢usula democr¨¢tica¡±, se estableci¨® que se deber¨ªa impedir la participaci¨®n en la OEA de gobernantes que acceden al poder a trav¨¦s de golpes de Estado as¨ª como la de los que son electos democr¨¢ticamente pero escogen erosionar la democracia desde adentro. Ya en el a?o 2001, los golpes militares eran considerados una cosa del pasado y los reg¨ªmenes autoritarios democr¨¢ticamente electos, al estilo del de Alberto Fujimori en Per¨², eran considerados como la gran amenaza contra la democracia en el continente. Una vez electo, Fujimori se dedic¨® a erosionar la democracia de su pa¨ªs: cerr¨® el parlamento opositor, elimin¨® la independencia del poder judicial, persigui¨® judicialmente a sus adversarios pol¨ªticos, y censur¨® a la prensa independiente.
La historia de Fujimori, aprendida y mejorada por Ch¨¢vez y Maduro, trae a la mente tambi¨¦n el padecimiento actual de los pueblos boliviano, ecuatoriano y nicarag¨¹ense, cuyos gobernantes, despu¨¦s de ser elegidos democr¨¢ticamente, impusieron reg¨ªmenes autoritarios-competitivos. Aunque menos radicales que Venezuela, estos tambi¨¦n han reformado sus constituciones para posibilitar reelecciones indefinidas; eliminado la independencia de los poderes judicial y electoral; instalado reg¨ªmenes de censura y acoso permanente a la prensa independiente; y anulado con ello las posibilidades de competencia bajo elecciones aut¨¦nticamente libres y justas, como las que permitieron a Macri competir en condiciones de razonable igualdad contra un gobierno que ten¨ªa ya diez a?os en el poder.
En su momento, la pasividad de la OEA ante Fujimori, cuyo Estado tampoco era miembro del MERCOSUR, fue atribuida a la falta de un instrumento jur¨ªdico internacional que permitiera lidiar con esta nueva forma de autoritarismo. Sin embargo, despu¨¦s del Protocolo de Ushuaia y la Carta Democr¨¢tica, la pasividad de la OEA o el MERCOSUR ante la erosi¨®n democr¨¢tica en pa¨ªses miembros como Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua se debe ¨²nicamente a la falta de liderazgo de la secretar¨ªa general de la OEA y de los Estados miembros de esa organizaci¨®n para solicitar la aplicaci¨®n de estas normas.
Gracias a Macri y al nuevo secretario general de la OEA, Luis Almagro, hoy parece verse una luz al final del t¨²nel. La negligencia que ha mostrado hasta ahora la OEA en relaci¨®n a Venezuela podr¨ªa revertirse r¨¢pidamente con los nuevos br¨ªos de Macri, quien ha prometido pedir la suspensi¨®n de Venezuela del MERCOSUR, y con el esperanzador liderazgo de Almagro, quien recientemente critic¨®?largo y tendido la falta de democracia en Venezuela.
De acuerdo a la Carta Democr¨¢tica, cualquier Estado miembro de la OEA puede traer el caso frente al Consejo Permanente y el voto de dos tercios de los treinta y cuatro Estados miembros ser¨ªa suficiente para suspender a Venezuela. Esta acci¨®n es posible a¨²n sin contar con los ocho pa¨ªses de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra Am¨¦rica (ALBA) que, lamentablemente, parecen considerar que el autoritarismo es una alternativa v¨¢lida a la democracia.Bajo el liderazgo de Macri y Almagro, las democracias de Colombia, Costa Rica, Guatemala, Per¨², Uruguay, M¨¦xico, Brasil, Chile, Estados Unidos, Canad¨¢, y los dem¨¢s gobiernos democr¨¢ticos de Am¨¦rica Latina podr¨ªan alinearse en la OEA para activar la cl¨¢usula democr¨¢tica. No olvidemos que gracias a l¨ªderes como Betancourt, y a¨²n sin las herramientas y las disposiciones espec¨ªficas otorgadas por la Carta Democr¨¢tica de 2001, una OEA debilitada a causa de la Guerra Fr¨ªa fue capaz de condenar a los gobiernos antidemocr¨¢ticos de Trujillo en 1960, de Castro en 1962, de Somoza en 1979, y de Noriega en 1989. La OEA incluso fue capaz de actuar en contra de Cedras en 1994 y de Fujimori en 1999, aunque fuese t¨ªmidamente.
En 1948, Betancourt hab¨ªa sido uno de los redactores de la Carta de la OEA y, diecis¨¦is a?os despu¨¦s, todav¨ªa encontraba ¡°incomprensible¡± que la OEA ¡°haya pospuesto por tantos a?os [¡] la cuesti¨®n inescapable [¡] de la actitud que deben adoptar los gobiernos de Am¨¦rica frente a las subversiones de derecha o de izquierda, comunistas o caudillistas¡±. A R¨®mulo Betancourt, su incansable labor le mereci¨® en Venezuela el t¨ªtulo de ¡°padre de la democracia¡± y, en el continente, el honor de bautizar con su nombre a la ¡°Doctrina Betancourt¡±. A la OEA, su pasividad ante los dictadores de la Guerra Fr¨ªa le mereci¨® un desprestigio casi mortal, y su negligencia frente a Cuba y los pa¨ªses del ALBA, bajo el p¨¦simo liderazgo de Insulza, ha terminado de sepultarla. ?Tendr¨¢ Macri el coraje de seguir el ejemplo de R¨®mulo Betancourt y, m¨¢s all¨¢ del MERCOSUR, sacudir hasta la resurrecci¨®n a la nueva OEA de Almagro? Esperemos que s¨ª.
Javier El-Hage es director jur¨ªdico de Human Rights Foundation, una organizaci¨®n internacional de derechos humanos con sede en Nueva York.
Twitter: @JavierElHage
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