Burkina Faso elige a su nuevo presidente tras 27 a?os de dictadura
Los dos candidatos favoritos eran hombres cercanos al dictador
Burkina Faso acude este domingo a las urnas para elegir, por primera vez en 27 a?os, un nuevo presidente y culminar as¨ª la transici¨®n a la democracia que se inici¨® hace un a?o con el derrocamiento popular de Blaise Compaor¨¦. El estander de lucha de los burkineses es barrer el pa¨ªs para abrir una nueva etapa. Sin embargo, la huella de un dictador instalado durante tres d¨¦cadas no es tan f¨¢cil de evaporar, sobre todo, cuando ha sido el gran aliado de una potencia como Francia, en una regi¨®n como ?frica Occidental.
Los dos candidatos favoritos a la presidencia han sido piezas clave y hombres de confianza del ex presidente Blaise Compaor¨¦ y conocen tan bien las estructuras de unas instituciones made in Blaise, como al individuo al que han escoltado pol¨ªticamente en sus movimientos de apoyo a los grupos rebeldes de los pa¨ªses de la zona, en sus intercambios de armas por materias o en sus presiones para moldear la justicia, en casos tan hist¨®ricos como el caso Sankara.
Uno es Roch Marc Christian Kabore, nombre que no escapa a ning¨²n burkin¨¦s. No solo porque se ha sentado como jefe en varios ministerios, incluyendo la Primatura y la Asamblea Nacional, sino porque ha nadado en el circulo m¨¢s cercano de Compaor¨¦ desde que este tom¨® el poder. Solo al final, en los meses en los que la calle empez¨® a oler a revuelta, Kabore se distanci¨® de su l¨ªder, intuyendo que quiz¨¢s no era intocable. Parad¨®jicamente, Kabore es una de las figuras que ide¨® la pol¨¦mica reforma de la Constituci¨®n que encendi¨® la revoluci¨®n. Fue el gesto pol¨ªtico que colm¨® la paciencia de los burkineses y que llev¨® al final de Comapor¨¦. Kabore se consider¨® durante mucho tiempo como el heredero natural de Compaor¨¦. Puede que, despu¨¦s de unas curvas imprevistas, la corriente vuelva al mismo cauce.
El otro favorito es Z¨¦pherin Diabr¨¦, un pol¨ªtico economista que tambi¨¦n ha corrido la marat¨®n Compaorista pero de manera m¨¢s independiente que Kabore. Bailando la misma melod¨ªa del r¨¦gimen, pero sin agarrarle de la cintura, ha gestionado puestos tan estrat¨¦gicos como el de Ministro de Comercio, Industria y Minas o la cartera de Econom¨ªa y Finanzas. Una posici¨®n privilegiada para saber las cuentas de un gobierno acusado de vender armas a las milicias de la regi¨®n. Diabr¨¦ se distancia amablemente de Blaise Compaor¨¦ cuando, por primera vez, la sociedad burkinesa protesta contra el r¨¦gimen. Es en 1998, tras el asesinato pol¨ªtico del periodista Norbert Zongo. Diabr¨¦ abraza la diplomacia y se presta a una p¨¢gina internacional , en Naciones Unidas.
Pero entre el curr¨ªculum de Diabr¨¦, asoma tambi¨¦n otro puesto, m¨¢s estrat¨¦gico que cualquier ministerio: la direcci¨®n ?frica y Pr¨®ximo Oriente de la compa?¨ªa Areva, el gigante nuclear franc¨¦s. Diabr¨¦ ha estado al mando de una de las empresas m¨¢s potentes del planeta, en su regi¨®n m¨¢s valiosa; de las minas de N¨ªger, Areva y Francia extraen un tercio del uranio que necesitan sus reactores.
Burkina Faso no se puede aislar pol¨ªticamente ni de Francia ni de ?frica Occidental. Ha jugado ¨Cbajo la batuta de Compaor¨¦- en todos los conflictos regionales de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas; apoy¨® a la rebeli¨®n ¨C ahora al poder- en la vecina Costa de Marfil, que, a su vez, se ha convertido en el nuevo hogar del derrocado Compaor¨¦; y ha servido de pilar-puente entre Francia y sus estrat¨¦gicas excolonias, siempre comunicadas. En los ¨²ltimos cinco a?os este circuito de la franceafrique ha estado convulso. La guerra de Mal¨ª, la guerra de Costa de Marfil, el auge del terrorismo en N¨ªger y Mal¨ª,¡ y una revoluci¨®n en Burkina Faso.
Los hombres, los nombres, circulan, basculan. Pero no por eso se desvanecen. El estandarte de la lucha revolucionara burkinesa ondea reclamando un cambio, a¨²n con la hist¨®rica daga clavada del asesinato no resuelto de su adorado l¨ªder Thomas Sankara.
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