Instrucciones para perder
En la ambivalente Am¨¦rica Latina, la derrota pertenece a la superaci¨®n personal
No es por presumir, pero acabo de perder un premio. Ahorrar¨¦ los detalles puntuales, pues no pretendo caer en el melanc¨®lico revanchismo de sugerir que todo pudo haber sido de otro modo. Mi prop¨®sito es reflexionar sobre una arraigada costumbre latinoamericana: la derrota.
Si un escritor se indigna de no recibir un premio significa que el mal trago le hac¨ªa falta
Colombia y Per¨² organizan premiaciones literarias en las que se invita a cinco finalistas para anunciar a un ganador. Esto genera emoci¨®n en tiempo real; los aspirantes tiemblan de nerviosismo, solidariamente tomados de las manos.
La din¨¢mica parece inspirada en la entrega del Oscar, con la diferencia de que los escritores no disponemos de adiestramiento en el Actors Studio para fingir alegr¨ªa en el infortunio.
?Qu¨¦ tan grave es perder? Si un escritor se indigna de no recibir un premio significa que el mal trago le hac¨ªa falta. Nadie puede exigir aceptaci¨®n garantizada. La valoraci¨®n art¨ªstica pertenece al veleidoso mundo subjetivo. Un jurado representa la combinaci¨®n de cinco bien intencionadas arbitrariedades. Y a¨²n m¨¢s: la originalidad posee una carga disruptiva; algo falla cuando lo desconcertante es celebrado. Andr¨¦s Trapiello se?al¨® que si el Premio Cervantes hubiera existido en tiempos del autor del Quijote, el ganador hubiera sido Lope de Vega.
Los autores estamos al tanto los unos de los otros, a veces m¨¢s de lo que conviene
Los autores estamos al tanto los unos de los otros, a veces m¨¢s de lo que conviene. Google permite sondear la insoportable vanidad del ser. Hay quienes tienen una alerta para saber lo que se dice de ellos y quienes tienen alertas de lo que se dice de sus ¡°rivales¡±. Sin embargo, la competencia literaria no es directa y escapa a la irrefutable medici¨®n.
No se escribe contra el otro, sino hacia el otro. Obligados a elegir entre Proust y Joyce, caer¨ªamos, simult¨¢neamente, en un acierto y una injusticia. Y sin embargo, la tradici¨®n requiere de jerarqu¨ªas, comparaciones, orientaciones en el bosque de los signos. Los premios pertenecen a los esfuerzos por crear un canon o a lo que Brecht llam¨® ¡°los modos de producci¨®n de la gloria¡±; contribuyen a la cartograf¨ªa de la cultura y, como los mapas antiguos, son corregidos por el tiempo.
No se escribe contra el otro, sino hacia el otro
Normalmente, no te enteras de que est¨¢s perdiendo un premio. Tal vez fuiste considerado, pero no lo supiste. La iniciativa de congregar a cinco ilusionados para que uno gane y cuatro pierdan permite reflexionar sobre nuestras costumbres. En la mesa redonda previa al fallo, dije: ¡°Como buen mexicano, estoy preparado para perder¡±. De inmediato, mis compa?eros de Per¨², Chile, Bolivia y Ecuador reivindicaron sus respectivos aprendizajes en la derrota y pasamos a un entusiasta intercambio sobre las tragedias nacionales que nos hab¨ªan capacitado para la ca¨ªda. Am¨¦rica Latina nos hab¨ªa preparado mejor que el Actors Studio para ponerle al mal tiempo buena cara.
He jugado p¨®ker pocas veces. En una ocasi¨®n me toc¨® la suerte del principiante y me sent¨ª mal de quitarle dinero a mis amigos. No sab¨ªa qu¨¦ hacer para librarme de la culpa y el destino me segu¨ªa maltratando con cartas magn¨ªficas. Me puse tan nervioso que tom¨¦ uno de los frijoles que hac¨ªan las veces de fichas y me lo met¨ª al o¨ªdo. A las dos de la ma?ana me tuvieron que llevar al m¨¦dico. Al volver, olvidamos la partida y sent¨ª alivio de no ganar.
Am¨¦rica Latina nos hab¨ªa preparado mejor que el Actors Studio para ponerle al mal tiempo buena cara
Hace unos d¨ªas, los cuatro que perdimos suspiramos al saber que regres¨¢bamos a la normalidad. La cofrad¨ªa de la esperanza se transform¨® de inmediato en la cofrad¨ªa de las ilusiones perdidas. Nuestra ¨²nica preocupaci¨®n fue hacerle saber a la conmovida ganadora que no nos ofend¨ªa con su victoria. Nunca hab¨ªamos pasado por esa prueba, pero demostramos ser expertos en la tarea.
En la ambivalente Am¨¦rica Latina, la derrota pertenece a la superaci¨®n personal.
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