3, 2, 1... El Orej¨®n, Antioquia
El Orej¨®n es un paraje estrat¨¦gico para la guerra, sin escuela y sin enfermer¨ªa
Ordena la ultraderecha redundante, convincente como cualquier villano, votar contra los acuerdos de paz ahora que el Congreso de Colombia habla de un plebiscito para refrendarlos: la estupidez es la marca de estilo del extremista. Pero tenga enfrente a El Orej¨®n, una vereda antioque?a perfilada por cercas de alambres de p¨²as entre la niebla y la vegetaci¨®n pr¨®diga y la coca, y vigilada por un horizonte de monta?as enormes, y una carretera hecha pedazos por donde han estado pasando los empleados de la guerra: ¡°yo s¨®lo hac¨ªa mi trabajo¡¡±. Sepa que 100 personas ¨Cde 23 familias de viejos y de ni?os en suspenso¨C han sobrevivido all¨ª rodeadas de 240 minas antipersonas. Sepa que desde finales de mayo, cuando el gobierno y los guerrilleros de las Farc montaron, juntos, un corajudo e inveros¨ªmil escuadr¨®n antibombas, se han desactivado 33.
Y ahora s¨ª atr¨¦vase a votar contra los acuerdos como un jurado acostumbrado a que las v¨ªctimas sean v¨ªctimas.
En El Orej¨®n cien personas rezan para que ¡°cuando a uno lo vayan a ayudar no lo perjudiquen¡±: qui¨¦n que haya vivido en este paraje estrat¨¦gico para la guerra, sin escuela y sin enfermer¨ªa, puede creerles a los unos o a los otros que ahora s¨ª van a impedir que se los trague la tierra, que ahora s¨ª van a comprarles m¨¢s la ca?a y la panela que la coca. Desde 2010 se ha estado levantando, a unos minutos de all¨ª, la hidroel¨¦ctrica m¨¢s grande de Colombia, pero en la vereda siguen repitiendo ¡°nos est¨¢n exterminando¡±, ¡°nos est¨¢n sepultando en estos altos¡±, porque sigue sucediendo que nadie los ve, que s¨®lo son cien. ¡°Si esto de la paz es en serio, dense la mano¡±, les dijo un campesino al representante de las Farc y al delegado del gobierno cuando empez¨® el desminado. Y se dieron el apret¨®n sin l¨ªo. Y s¨ª, es en serio.
El Orej¨®n es una vereda antioque?a perfilada por cercas de alambres de p¨²as entre la niebla y la vegetaci¨®n pr¨®diga y la coca, y vigilada por monta?as enormes, y una carretera hecha pedazos por donde han pasado los empleados de la guerra
Pero a¨²n falta que la gente del escuadr¨®n, que se juega los nervios cuando no se juega la vida, termine su tarea: ¡°3, 2, 1¡¡±. Falta que el Estado no se devuelva a su pa¨ªs de ciudades, como una iglesia evangelizadora o el equipo de producci¨®n de una pel¨ªcula pensada para festivales europeos, apenas acabe el desminado. Sigue que los resignados cocaleros de El Orej¨®n se desacostumbren a caminar en puntillas por los potreros que son las riberas del r¨ªo, por el caminito de los cerros. Viene que ning¨²n bando camino a la guerra se atrinchere en los montes de enfrente. Que todo esto deje de suceder ¡°en las noticias¡±, que son los cortos promocionales de un drama que jam¨¢s se estrena, para que est¨¦ pasando aqu¨ª. Y que la Colombia urbana, ese 70% de la poblaci¨®n que ocupa el 5% del territorio, vote por la paz aunque se d¨¦ tan lejos.
Cuando se les pregunta por lo que est¨¢ pasando, los viejos y los ni?os de la vereda responden un ¡°no lo puedo creer¡± que a veces es ilusionado y a veces es esc¨¦ptico. Se?alan el cartelito roto que dice ¡°la vereda El Orej¨®n camina hacia la paz¡± como se?alando una promesa. Reconocen que puede salirles bien la vida si los soldados de todos los ej¨¦rcitos siguen encontrando prop¨®sitos comunes, y siguen confiando los unos en los otros. Desminar la tierra no es una mala manera de comenzar a desminar una sociedad, a desarmar tantas cabezas hechas al recelo. Pero hay que insistir en ello, supongo, pasar la voz de la paz que s¨ª est¨¢ d¨¢ndose ¨C33 minas menos, por Dios¨C, pues todo hay que creerlo para verlo. Y el extremismo es la gran tentaci¨®n de los pueblos que no tienen tiempo para la pol¨ªtica.
Votar ¡°s¨ª¡± al acuerdo con las Farc no es decirle ¡°s¨ª¡± a una farsa, sino negarse a seguir enviando a los otros a la guerra ¨Cpor all¨¢ en El Orej¨®n, tierra signada¨C como si a ellos les tocara, como si el destino se le encogiera de hombros a su suerte. Pero ese argumento no va a convencer a la derecha.
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