¡°Este no es mi Brasil¡±
Las parejas y amigos evitan "tocar el tema" por miedo a enzarzarse. Ya hay familias divididas por el maldito 'impeachment'
Brasil est¨¢ nervioso. Se nota en el Congreso, la casa del Pueblo, en el Gobierno, en la calle y en las redes sociales, donde los insultos son expl¨ªcitos: "Tu hueles a mierda de cerdo", le dice en el Facebook de este diario un lector a otro desconocido pero que piensa diferente de ¨¦l, "Y t¨² hueles a mierda de perro callejero", le responde el otro. ?La crisis, el nerviosismo y el miedo est¨¢n llevando a una regresi¨®n anal?
El senador Cristovam Buarque, exministro de Educaci¨®n del primer Gobierno Lula, autor de m¨¢s de 40 publicaciones y uno de los analistas m¨¢s agudos de los problemas de la ense?anza, en una conversaci¨®n informal me dijo, entre preocupado y dolorido: "Este no es el Brasil del que nos gustar¨ªa decir 'es mi Brasil".
El Brasil en el que Buarque, uno de los pol¨ªticos m¨¢s respetados por sus posturas ¨¦ticas, no se reconoce y con ¨¦l millones de brasile?os, es el que hoy hace m¨¢s ruido y crea mayor inquietud democr¨¢tica.
Basta que se re¨²na hoy un pu?ado de gente discutiendo sobre pol¨ªtica para que se arme una pelea. Existen ya pactos entre parejas, entre amigos de una vida, para no "tocar el tema", por miedo a poder enzarzarse. Ya hay familias divididas por el maldito impeachment.
Con el Brasil de los pu?etazos, linchamientos e intolerancias no se identifican los brasile?os honestos, que son mayor¨ªa. Y esa es la esperanza
Encontr¨¦, d¨ªas atr¨¢s, en una calle de Niteroi a mi amiga Maria, hermana de la gran actriz Sonia Braga, con su marido Carlinhos. Lo primero que me dijeron tras darme un abrazo fue: "Juan, ?A d¨®nde va a parar este pa¨ªs?" Estaban con miedo.
?Qu¨¦ le pasa a Brasil para que los diputados la emprendan a pu?etazos en el Congreso y quiebren materialmente doce urnas electorales??O para que los se?ores diputados de una Comisi¨®n Parlamentaria como la ?tica, que deber¨ªan dar doble ejemplo a la sociedad, acaben peg¨¢ndose, congestionados, como en una lucha de gallos, obligando a interrumpir la sesi¨®n que deber¨ªa haber votado la admisibilidad de la p¨¦rdida de decoro del Presidente del Congreso, Eduardo Cunha, artista en engendrar conflictos y tramas oscuras?
Y no para ah¨ª. Enfrascados en una pelea verbal dos eminentes pol¨ªticos, la ministra, Katia Abreu y el senador, Jos¨¦ Serra, uno de los pol¨ªticos de mayor peso de este pa¨ªs, la ministra arroj¨® un vaso de vino a la cara del senador durante un almuerzo de pol¨ªticos de diferentes partidos.
En lo alto de la Presidencia de la Rep¨²blica, el vicepresidente, Temer, muestra su irritaci¨®n y desconsuelo con su jefa, la presidenta, Rousseff, a trav¨¦s de una carta que fue apellidada de "carta bomba".
En la calle, ladrones atrapados robando acaban literalmente linchados y muertos a palos, como si ello fuera lo m¨¢s normal del mundo, mientras la polic¨ªa en R¨ªo ejecuta con m¨¢s de 100 tiros a cinco j¨®venes dentro de un coche al tomarlos por sospechosos de malhechores.
En las Comunidades marginales de las favelas se sigue ejecutando, me cuenta gente que vive en ellas, de las formas m¨¢s crueles, desde la decapitaci¨®n a las quemas de los cuerpos a¨²n vivos. Y lo mismo en las c¨¢rceles. Son pel¨ªculas de terror.
No es que nunca hayan existido casos de brutalidad policial o de acaloradas disputas en el Congreso entre pol¨ªticos brasile?os. Es que ahora, la irritaci¨®n parece una epidemia que est¨¢ contagiando a todos.
Todo ello en nombre de la pol¨ªtica, que deb¨ªa ser al arte del di¨¢logo, del intercambio de ideas, de la convivencia pac¨ªfica. La democracia y el respeto por las ideas del otro ?no eran el sustitutivo de las viejas guerras armadas?
Un pa¨ªs puede vivir en una guerra civil sangrienta o tambi¨¦n en una lucha ideol¨®gica encarnizada. El peligro es que la ideolog¨ªa pueda desembocar en tragedia.
Los pol¨ªticos, que en teor¨ªa deber¨ªan ser los mayores responsables de vigilar los ideales de la democracia y que para ello han sido elegidos por los ciudadanos, tendr¨ªan que hacer, en este momento, un examen de conciencia y detener esa riada de violencia entre ellos, que ofende a la gente, debilita su propia autoridad y prolonga la agon¨ªa de la crisis econ¨®mica.
Brasil, en efecto, es un pa¨ªs con enormes recursos y posibilidades de crecimiento, con inversiones en infraestructuras y de exportaciones junto a un mercado de 200 millones de consumidores.
La crisis es pol¨ªtica, que machaca ya a la cadena m¨¢s pobre de la sociedad que es la primera en quebrarse.
La gente, se pregunta, con raz¨®n, como Mar¨ªa Braga, d¨®nde va este pa¨ªs, que "no merece" la imagen que de ¨¦l se est¨¢ creando fuera de sus fronteras. Un d¨ªa, los pol¨ªticos de hoy, que aparecen como en un circo, pu?etazo en ristre a la primera discusi¨®n, tendr¨¢n que responder ante la Historia.
Los brasile?os son gente acostumbrada a ver a los pol¨ªticos corrompi¨¦ndose, pensando y tramando m¨¢s a su propio favor que al del pa¨ªs. Podr¨ªan, sin embargo cambiar y dar una sorpresa. Y la ira de la calle acaba siendo m¨¢s fuerte y peligrosa que las impresentables peleas de los pol¨ªticos.
Las guerras armadas, a veces, empezaron por un solo tiro de pistola. Las guerras ideol¨®gicas pueden acabar en guerra civil, a veces, por un simple pu?etazo a destiempo en una sociedad gravemente descontenta.
La violencia, hasta la verbal, conduce inexorablemente a la violencia f¨ªsica. Lo estamos viendo en el Congreso y en la calle.
Brasil necesita de m¨¢s silencio y reflexi¨®n, sobre todo entre las personas que poseen un bagaje suficiente de conocimiento y cultura, para entender que antes que todas las ideolog¨ªas, existe el deber humilde de saber entender las razones del otro.
Con el Brasil de los pu?etazos, linchamientos e intolerancias no se identifican los brasile?os honestos, que son mayor¨ªa. Y esa es la esperanza.
Que se multipliquen los que, como el senador y escritor, Buarque, confiesan que el Brasil de la pelea y la venganza no es el suyo.
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