?Hasta cu¨¢ndo los brasile?os conocer¨¢n lo que se urde en el poder?
Se percibe una sensaci¨®n de desabrigo que empieza a notarse en el alma brasile?a y puede resultar doblemente peligrosa
Ygor, un ni?o de cuatro a?os esperaba ansioso su cumplea?os y, claro, los regalos. Hecho un l¨ªo con el concepto del tiempo, preguntaba todas las ma?anas a sus padres si ya era el d¨ªa de su fiesta. Lleg¨® la v¨ªspera y le dijeron: ¡°Es ma?ana¡±. El peque?o, agudo y nada feliz, pregunt¨®: ¡°?Y por qu¨¦ ma?ana no puede ser hoy?¡±
Millones de brasile?os honrados leen con aprensi¨®n las noticias de la crisis pol¨ªtica y econ¨®mica, cuya soluci¨®n se aleja m¨¢s en el horizonte, ya que primero, dec¨ªan, llegar¨ªa a finales de este a?o, despu¨¦s en 2016, ahora se aleja ya hasta 2017 y ma?ana no sabemos si la luz al final del t¨²nel podr¨¢ verse en 2018 o m¨¢s all¨¢.
Ellos se preguntan, como el ni?o, ¡°por qu¨¦ ma?ana no puede ser hoy¡±. ?Qui¨¦nes son los culpables de ese retraso? ?Hasta cu¨¢ndo ser¨¢ capaz de esperar esa caravana de brasile?os que tiene derecho de exigir una respuesta a lo que est¨¢n urdiendo en las sombras e intrigas de los palacios del poder?
Lula ha dicho que los que roban no tienen el derecho de levantar el dedo acusando de ladrones a su partido, el PT. Los que roban, no, pero s¨ª tienen el derecho de levantar su protesta contra los responsables del deterioro de la econom¨ªa los millones de trabajadores que, no s¨®lo no han robado, sino que est¨¢n siendo robados, ya que cada semana que pasa les van recortando el fruto de su trabajo honrado, con p¨¦rdida de renta, mayor inflaci¨®n, intereses cada vez m¨¢s altos y el desempleo amenazando a la puerta.
Decenas de analistas escriben cada d¨ªa sobre el embrollo de la crisis pol¨ªtica. De lo que quiz¨¢s nos interesamos menos es de conocer los sentimientos que bullen en el coraz¨®n de esos brasile?os que ¡°no quieren bajar los brazos respecto a Brasil¡±. Esos, sin culpa, que apenas si tienen tiempo para trabajar y que sufren impotentes el latigazo de una crisis de la que no se les puede culpar. O esa clase media cada vez m¨¢s recortada y castigada. S¨®lo los millonarios pueden seguir durmiendo sue?os tranquilos. Las crisis les resbala, est¨¢n vacunados y blindados contra ellas.
Preocupa observar a Brasil resbalando hacia la desilusi¨®n despu¨¦s de los a?os exuberantes de la esperanza
Cuando se habla con los mayores y con los j¨®venes, lo que m¨¢s se nota de esas familias que necesitan hacer cada semana nuevos malabarismos y acrobacias para que le cuadren las cuentas sin perderse en el abismo peligroso de la tarjeta de cr¨¦dito es un sentimiento que puede llegar a ser m¨¢s da?ino que el odio y la violencia. He querido llamarlo con una palabra inventada, que no existe en el diccionario: desalegr¨ªa. Mi colega del peri¨®dico, Alex Grijelmo, un gran experto de ling¨¹¨ªstica espa?ola, me dice que se trata de una palabra ¡°morfol¨®gicamente correcta¡±, formada con recursos del propio idioma y que evocar¨ªa ¡°desencanto¡± y ¡°desilusi¨®n¡±. En portugu¨¦s, en el Diccionario de Ant¨®nio Houaiss, existe s¨®lo ¡°desalegre¡± y ¡°desalegrar¡±, no desalegr¨ªa, pero con el s¨®lo significado de ¡°tristeza¡±.
Aqu¨ª se trata de la sensaci¨®n que experimenta aquel que de repente ha perdido la alegr¨ªa y con ello le llega no la tristeza sino la desgana, la desilusi¨®n, y un cierto desamparo institucional. Es un sentimiento grave y peligroso, porque la desalegr¨ªa desnutre la esperanza, quita el ¨¢nimo para protestar y luchar, se pliega impotente sobre su sinsabor, alimentada por un dolor que sabe ser inmerecido.
?Por qu¨¦ han disminuido las manifestaciones de protesta en Brasil? ?Quiz¨¢s porque lo que sienten los brasile?os en este momento es esa desalegr¨ªa del desencanto que les hace volver al antiguo y resignado: ¡°?Fazer o que? Son todos iguales¡±, que escucho cada vez m¨¢s.
Esa sensaci¨®n de desabrigo que empieza a notarse en el alma brasile?a puede resultar doblemente peligrosa en la formaci¨®n de los j¨®venes. Preocupa observar a Brasil resbalando hacia la desilusi¨®n despu¨¦s de los a?os exuberantes de la esperanza.
El nombre de Brasil quiz¨¢s venga de brasa, fuego y posee color y luz. Los primeros pobladores de esta tierra luminosa eran, seg¨²n sus colonizadores y esclavistas, ¡°gentes dulces, desnudas y alegres¡±.
Hoy, la clase pol¨ªtica est¨¢ consiguiendo crear en los brasile?os, adem¨¢s de ira, una sensaci¨®n de amargura y desaliento, que seg¨²n me dec¨ªa d¨ªas atr¨¢s un maestro del periodismo de este pa¨ªs que ya sufri¨® la dictadura y el exilio y que sigue, sin doblegarse, fiel a su oficio, ¡°nunca hab¨ªa visto antes en su larga vida¡±.
Es urgente que Brasil no pierda sin embargo la esperanza de salir a flote, aunque sea a costa de expulsar democr¨¢ticamente del juego a quienes se han hecho indignos de regir los destinos de este pa¨ªs continente.
Cuando se pierde la ilusi¨®n de mejorar las cosas, lo peor puede llegar a golpear a nuestra puerta. Mejor, pues, que los responsables de esa desalegr¨ªa, azuzados por la sociedad, aceleren la llegada feliz de un ma?ana, que sea lo m¨¢s pronto posible, con una pol¨ªtica m¨¢s decente, ejercida a la luz del d¨ªa, no en las sombras del crimen.
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