El coste de la guerra en Yemen empieza a preocupar a los saud¨ªes
El gasto militar sumado a la ca¨ªda del precio del petr¨®leo obliga a hacer recortes en la educaci¨®n, la sanidad y las infraestructuras
Al recibir la ¨²ltima n¨®mina hace unos d¨ªas, el saud¨ª Yaafar M. not¨® un descuento de 4.000 riales (1.000 euros). Tras consultar en la web de la universidad de Riad donde da clases, descubri¨® que se le ha retirado uno de los pluses que recibe. A ¨¦l, y al resto de los profesores. ¡°Es cosa del Ministerio [de Educaci¨®n]¡±, le respondieron en el departamento de personal. La medida, sobre la que no se les avis¨® de antemano, es fruto de los recortes que el Gobierno de Arabia Saud¨ª se ha visto obligado a imponer ante el descenso de los precios de petr¨®leo. Sin embargo, la escasez de ingresos no parece afectar a los gastos militares y de seguridad, algo que preocupa a un creciente n¨²mero de saud¨ªes.
Los ajustes alcanzan a todos los ¨¢mbitos. En los hospitales p¨²blicos se han suprimido las horas extras y los incentivos por asistir a conferencias. En los privados, los m¨¦dicos acusan un descenso de pacientes. ¡°Al disponer de menos dinero, muchos saud¨ªes acuden a la sanidad p¨²blica, y entre los extranjeros, como se contrata menos, hay menos asegurados¡±, explican fuentes m¨¦dicas.
¡°Todo esto mientras [los gobernantes] se dedican a destruir Yemen y no dejan de comprar armas¡±, se queja Yaafar M. con inusual franqueza ante un extranjero.
Aunque Arabia Saud¨ª ha reducido su presupuesto de defensa un 2 % este a?o, es el octavo pa¨ªs que m¨¢s gasta en armamento, unos 42.500 millones de euros, seg¨²n la consultora IHS, y planea aumentar esa cifra un 27 % durante los pr¨®ximos cinco a?os.
La crisis alcanza a las grandes constructoras y a los estudiantes
La crisis tambi¨¦n ha llegado a las grandes empresas constructoras del pa¨ªs. Un ingeniero t¨¦cnico que trabaja para Saudi Oger cuenta que en su departamento no han cobrado el sueldo desde agosto. "Ya nos ocurri¨® en 2013 y luego nos pagaron; pero esta vez est¨¢ siendo m¨¢s largo y debido a que el Gobierno ha cerrado el a?o fiscal, ya no har¨¢ pagos hasta el 15 de enero", explica. El imperio Bin Ladin va a despedir a 15.000 trabajadores.
Adem¨¢s, el generoso programa de becas para estudiar en el extranjero que implant¨® el fallecido rey Abdal¨¢, se ha reducido significativamente. A partir del pr¨®ximo curso solo acceder¨¢n quienes cursen carreras que las autoridades consideran estrat¨¦gicas como ingenier¨ªa, medicina o administraci¨®n de empresas. De hecho, se ha cancelado la feria acad¨¦mica a la que sol¨ªan acudir universidades de todo el mundo, incluidas varias espa?olas, en busca de matr¨ªculas que les supon¨ªan un buen pellizco. Saudia, la l¨ªnea a¨¦rea de propiedad estatal, ha anunciado la supresi¨®n de los descuentos a los estudiantes en los vuelos interiores.
Oficialmente, la intervenci¨®n en Yemen es una empresa popular que ha desatado una oleada de patriotismo. Son numerosas las voces que respaldan ¡°dar una lecci¨®n a Ir¨¢n¡±. En un pa¨ªs mayoritariamente sun¨ª, y donde impera una interpretaci¨®n especialmente r¨ªgida de esa rama del islam, los conflictos de Siria, Irak, Bahr¨¦in, L¨ªbano y Yemen se ven como resultado de la intervenci¨®n de Teher¨¢n. Acostumbrados a una visi¨®n monol¨ªtica del mundo, los saud¨ªes encajan mal la diversidad y descartan que los chi¨ªes de Bahr¨¦in o los rebeldes Huthis de Yemen se hayan levantado contra sus Gobiernos sin el apoyo iran¨ª. Las intervenciones de EE. UU. en Irak y Afganist¨¢n, que han terminado beneficiando a la Rep¨²blica Isl¨¢mica, les han convencido de que los sun¨ªes (el 90 % de los musulmanes) est¨¢n amenazados por los chi¨ªes.
¡°La mayor¨ªa de la gente piensa que debi¨¦ramos haberlo hecho hace a?os, sin embargo, tambi¨¦n hay muchos que discrepan. Consideran que Arabia Saud¨ª no est¨¢ preparada para hacer frente a la guerra y que est¨¢ costando demasiado. Sospechan que las v¨ªctimas son m¨¢s numerosas de lo que se anuncia oficialmente¡±, admite no obstante un conocido periodista saud¨ª a condici¨®n de no ser identificado. ¡°La situaci¨®n ya era bastante mala, no necesit¨¢bamos a?adir un nuevo conflicto. No veo una salida sin perder la cara¡±, conf¨ªa.
La prolongaci¨®n de la guerra, que ya entrado en su noveno mes, a?ade inquietud al estado de ¨¢nimo de los saud¨ªes. No solo no se ha logrado restaurar al Gobierno de Abdrabbo Mansur Hadi en San¨¢, sino que se est¨¢n produciendo ataques en la frontera, dentro de territorio saud¨ª. Poco a poco, la convicci¨®n de que las revueltas sucedidas en otros pa¨ªses podr¨ªan producirse tambi¨¦n en el reino empieza a encontrar eco en algunos sectores. Incluso hay quienes est¨¢n comprando casas fuera por si acaso.
¡°Este pa¨ªs est¨¢ en una situaci¨®n muy preocupante¡±, coinciden fuentes diplom¨¢ticas occidentales en Riad.
Tambi¨¦n los empresarios saud¨ªes empiezan a filtrar su intranquilidad. Con el 90 % de los ingresos nacionales dependientes del petr¨®leo, el reino se encuentra acorralado: o sube r¨¢pidamente el precio del barril, o pone fin a la aventura en Yemen. Sin embargo, todo apunta a que sus dirigentes han optado por una huida hacia adelante.
¡°?Cree que vamos a tener una guerra con Ir¨¢n?¡±, pregunta un funcionario tras el anuncio de la alianza militar isl¨¢mica para combatir el terrorismo, consciente de la naturaleza sun¨ª de sus integrantes. El mismo hombre se muestra contrariado ante la promesa de 30.000 millones de riales (unos 7.500 millones de euros) que su pa¨ªs hizo a Egipto al d¨ªa siguiente. ¡°Ese dinero nos hace falta aqu¨ª para crear empleos¡±, afirma bajando la voz. (Seg¨²n las estad¨ªsticas oficiales, la mitad de los j¨®venes sin estudios universitarios est¨¢n en paro). Para eso, y para mejorar la habitabilidad de sus ciudades, cuyas carencias se aprecian en un simple paseo por Yeddah o Riad.
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