Rebeldes con velo en Afganist¨¢n
Comienzan a surgir grupos de activistas que luchan por recuperar sus derechos en un pa¨ªs donde son asesinadas a pedradas mujeres acusadas de adulterio
La actriz afgano-americana Fereshta Kazemi se estremece cuando piensa en Rokhshana. La joven de 19 a?os, casada por la fuerza con un hombre mayor, fue lapidada en octubre en la provincia de Ghor por huir con un joven de su edad. La brutal ejecuci¨®n coincidi¨® con una nueva manifestaci¨®n en Kabul que exig¨ªa justicia para Farjunda, la mujer que fue golpeada, atropellada y quemada en marzo tras ser acusada, falsamente, de quemar un Cor¨¢n. Su muerte marc¨® un punto de inflexi¨®n en el debate sobre los ¡ªpisoteados¡ª derechos de la mujer en Afganist¨¢n. Rompiendo todas las convenciones, un grupo de mujeres port¨® el f¨¦retro de Farjunda, en cuya memoria se est¨¢ erigiendo un peque?o memorial en el bazar de Kabul con la forma de un obelisco terminado en un pu?o.
Kazemi (Kabul, 1979) est¨¢ aprendiendo lo dif¨ªcil que es cambiar los h¨¢bitos machistas de Afganist¨¢n. Sus padres huyeron a comienzos de los a?os ochenta del siglo pasado y ella creci¨® entre Nueva York y San Francisco. Regres¨® en 2012 y el primer tab¨² lo rompi¨® con su papel de mujer violada en la pel¨ªcula afgana The Icy Sun (Sol Glacial). Ni siquiera se ve la violaci¨®n, pero la escena en la que sale con una desnudez insinuada, llena de magulladuras y temblando fue un hito en un pa¨ªs donde muchas mujeres acaban en la c¨¢rcel por delito ¡°moral¡± tras denunciar un abuso dom¨¦stico.
Kazemi tambi¨¦n fue v¨ªctima de un intento de violaci¨®n. ¡°Una persona ¡ªy ten¨ªa educaci¨®n¡ª intent¨® agredirme porque asumi¨® que era una ¡®mujer mala¡¯ por haber interpretado el papel de una v¨ªctima de violaci¨®n¡±, revela. Pese a ello, dice seguir dispuesta a cambiar actitudes ante la mujer en Afganist¨¢n.
Como cualquier mujer activista en Afganist¨¢n, sabe que pisa terreno peligroso. Ha tenido que aprender a tomar precauciones, como vestirse pudorosamente, aunque en un toque de rebeld¨ªa suele dejarse algo de pelo al descubierto. Un esc¨¢ndalo para muchos todav¨ªa en este pa¨ªs.
La toma de Kunduz ¡ªdonde mujeres activistas y periodistas fueron objetivo declarado de los talibanes¡ª fue un nuevo recordatorio de que Afganist¨¢n sigue siendo, como revel¨® un estudio en 2011, el pa¨ªs m¨¢s peligroso para ser mujer.
¡°Hay tantas asesinadas; es una larga lista de activistas, de profesoras, de todo tipo de mujeres que dan un paso adelante y asumen papeles no tradicionales¡±, denuncia desde Londres Heather Barr, especialista en mujeres de Human Rights Watch (HRW), que vivi¨® en Afganist¨¢n entre 2007 y 2013. Pese a los riesgos, cada vez son m¨¢s las que dan un paso al frente en ese pa¨ªs. Son activistas, emprendedoras, artistas. El 39 % de los casi nueve millones de escolares en el pa¨ªs son ni?as. Los burkas empiezan a escasear en las ciudades y en las universidades hay casi tantas chicas como chicos. En uno de estos centros, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Kabul, se prepara la pr¨®xima generaci¨®n de activistas femeninas. Con apoyo del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD), este a?o se inaugur¨® el primer m¨¢ster en estudios de g¨¦nero y de mujeres en el pa¨ªs. Lida Reca forma parte, junto con otras 17 mujeres y diez hombres, de la primera hornada de futuros activistas. ¡°Quiero trabajar en temas de g¨¦nero, porque en este pa¨ªs las mujeres no conocen sus derechos y sufren mucha violencia, como Rokshana o Farjunda, que no tuvieron ni derecho a vivir¡±, explica.
Retroceso en derechos
No siempre fue as¨ª, recuerda Khalid Habibi, coordinador del m¨¢ster. Las mujeres obtuvieron el derecho a votar en 1919. Esta y otras reformas progresistas acabaron en 1929, tras el derrocamiento del rey Amir Amanullah Khan. Pero en los a?os sesenta del siglo XX, las mujeres volvieron a recuperar sus derechos. De esa ¨¦poca datan las muchas fotos de mujeres afganas posando sin velo e incluso en minifalda en Kabul, llamado el ¡°Par¨ªs de Asia Central¡±.
Fereshta Kazemi guarda uno de esos retratos. Es de su madre, una de las primeras licenciadas de la Universidad de Kabul. Esa imagen es, hoy por hoy, imposible en Afganist¨¢n. Pero qui¨¦n sabe en el futuro. Las mujeres son el 51% de la poblaci¨®n afgana, y ¡°no se puede construir un pa¨ªs sin la mitad de su poblaci¨®n¡±, subraya Habibi. Queda mucho camino por recorrer. Kazemi lo sabe. Antes de salir a la calle, se enfunda en un abrigo que le cubre hasta las rodillas y se coloca el velo. Pero deja escapar un mech¨®n de pelo que ondea libre mientras se pierde por Kabul.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.