El ¨®rdago de Lula
Lula tiene prisa. Prisa por volver. Est¨¢ molesto con lo que se susurra de ¨¦l. Su astucia pol¨ªtica le dice que Brasil no va bien
Lula tiene prisa. Prisa por volver. Est¨¢ molesto con lo que se susurra de ¨¦l, como lo ha demostrado en su reciente encuentro con un grupo de periodistas, con su contundente declaraci¨®n de inocencia: ¡°No hay alma viva m¨¢s honrada que yo¡±.
Su astucia pol¨ªtica le dice que Brasil no va bien. En su foro interno, est¨¢ convencido de que ello se debe a que no le han escuchado. Su receta econ¨®mica es sencilla: menos ajuste y m¨¢s cr¨¦dito, mayor crecimiento, m¨¢s consumo, m¨¢s empleo, m¨¢s di¨¢logo pol¨ªtico. ?As¨ª de sencillo?
El miedo es que los pobres que hab¨ªan empezado a disfrutar de la fruta prohibida de la abundancia puedan ser arrojados del para¨ªso por la crisis.
Lula quiere volver para demostrar que su receta del pasado sigue siendo v¨¢lida. Tiene prisa en declarar que es candidato en 2018 o antes, si la Presidente Dilma tuviera que salir.
Est¨¢ convencido de que de ser candidato volver¨ªa a ganar porque ser¨ªa apoyado por los pobres y los ricos al mismo tiempo. Por los pobres porque sigue vivo el axioma de que nadie como ¨¦l les entiende y les ayud¨® a salir de la pobreza. Por los ricos porque conf¨ªan en su intuici¨®n pol¨ªtica y nunca fueron tan ricos como con ¨¦l ?Cuando los bancos ganaron tanto?
Ha asegurado que es hoy el conferenciante mejor pagado por las empresas porque fue qui¨¦n ¡°m¨¢s pobres sac¨® de la miseria¡±. Y las empresas necesitan consumidores.
Lula est¨¢ molesto. Quiere anunciar su candidatura, que al mismo tiempo rescatar¨ªa al PT de la crisis, pero sabe que no puede ni debe, hasta tener la certeza que saldr¨¢ indemne de las posibles acusaciones contra ¨¦l en la operaci¨®n Lava Jato en manos del juez S¨¦rgio Moro, de qui¨¦n Lula depende al no gozar ya de foro privilegiado.
Hay quien ha tomado sus declaraciones a los periodistas como una fanfarronada ¡°a la Lula¡±. Es m¨¢s que eso. Sus palabras indican que ha querido adelantarse y plantar un ¨®rdago. Se ha querido jugar todas las cartas juntas.
Lula tiene prisa y no se conforma con la espera de que alguno de sus viejos amigos detenidos pueda con alguna declaraci¨®n indiscreta, con alguna peque?a o gran acusaci¨®n, cerrarle el paso a su vuelta a la presidencia.
La paciencia no es el fuerte de Lula. Su t¨¢ctica es el ataque, adelantarse a desmentir de lo que a¨²n no ha sido acusado.
Y as¨ª lo ha hecho. Ha confesado en p¨²blico su inocencia anticip¨¢ndose a posibles acusaciones.
¡°Tengo direcci¨®n fija. Todos conocen mi cara. Si hay algo de lo que me enorgullezco es que no existe en este pa¨ªs un alma viva m¨¢s honrada que yo. Ni en la Polic¨ªa Federal; ni en la Fiscal¨ªa General, ni dentro de la Iglesia Cat¨®lica, ni de la Iglesia evang¨¦lica o del sindicato. Puede que haya alguien igual, aunque lo dudo¡±.
No ha sido s¨®lo un desahogo. Sus palabras, dichas ante la prensa, suenan a ¨®rdago, a reto, a punto final. Significan: ¡°Dejen de importunar con amenazas de acusaciones contra mi conducta, porque soy inocente por todos los costados¡±.
Lula, con su desaf¨ªo, ha mandado un recado a todas las instancias de la polic¨ªa y la justicia: es in¨²til que investiguen, porque no encontrar¨¢n nada contra ¨¦l.
Su ¨®rdago es arriesgado, pero est¨¢ lanzado.
No es posible saber cu¨¢nto tiempo esperar¨¢ a¨²n Lula para que polic¨ªa, fiscal¨ªa, jueces y delatores declaren que ¨¦l est¨¢ definitivamente fuera de las investigaciones.
Su urgencia para quedar libre de toda posible acusaci¨®n o incriminaci¨®n se debe a que la incertidumbre puede manchar su nombre dentro y fuera del pa¨ªs y disminuir su influencia pol¨ªtico-electoral.
Le urge que su nombre salga limpio de la Lava Jato para poder anunciar su vuelta al ruedo.
Hay hasta quien imagina que si polic¨ªa y jueces no dieran una respuesta r¨¢pida a sus exigencias de salir indemne de posibles acusaciones, ¨¦l mismo se adelantar¨ªa anunciando su candidatura como ¨²ltimo reto.
Ser¨ªa como decir: ¡°Me candidato porque estoy seguro que nada existe oculto contra m¨ª¡±.
Quienes creen que el Lula pele¨®n, a pesar de todos sus retos de inocencia, llegar¨ªa por lo menos herido por las condenas de tantos l¨ªderes de su partido, podr¨ªan equivocarse.
A¨²n debilitado pol¨ªticamente, Lula sigue teniendo fuerza electoral. De ¨¦l podr¨ªa decirse lo del le¨®n: cuando pasa por la selva herido los otros animales se echan para atr¨¢s.
Existe a¨²n el miedo a Lula.
Su desaf¨ªo puede ser arriesgado, pero no ser¨ªa ¨¦l si se achantara esperando sentado a que le llegue alg¨²n rayo inesperado.
?l se siente a¨²n el rey de la intrincada selva pol¨ªtica brasile?a. Y sigue siendo un presidente en la sombra, como muy bien sabe su pupila, Dilma Rousseff.
Pronto Brasil sabr¨¢ si Lula tiene o no raz¨®n. La crisis aprieta, y los brasile?os tienen prisa. Tanta o m¨¢s que ¨¦l.
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