La larga mano del califa
Cada d¨ªa es una victoria. Durar es vencer. As¨ª sucede con el autodenominado Estado Isl¨¢mico. Ha perdido la ciudad de Ramadi. Se cuentan por millares sus bajas. Su c¨²pula sufre el constante castigo desde el aire de las distintas coaliciones internacionales que le combaten. Pero nada sucede que se asemeje a una aut¨¦ntica derrota cuando pronto se cumplir¨¢n dos a?os desde la proclamaci¨®n del califato en Mosul. Ni en el plano militar en Siria e Irak ni en el pol¨ªtico, donde es colosal la desorientaci¨®n estrat¨¦gica de sus enemigos. Al contrario, el ISIS ocupa cada d¨ªa los espacios privilegiados de los medios y cada nuevo n¨²mero nuevo de su truculenta su revista Daqib recibe toda la atenci¨®n occidental: en el ¨²ltimo se ensalzan las haza?as de John el Yihad¨ª, el asesino en serie brit¨¢nico recientemente liquidado por un avi¨®n teledirigido, con su piadoso gesto de compa?erismo, consistente en regalar su esclava sexual a un compa?ero lisiado.
Durar, y tambi¨¦n expandirse. E incluso competir con la marca hermana que es Al Qaeda. En los dos meses desde los atentados de Par¨ªs, se ha producido un reguero de ataques con numerosas v¨ªctimas, frecuentemente combinando el coche bomba y las armas de asalto, en Mali, Burkina Faso, Somalia, Sina¨ª, T¨²nez, Libia y tambi¨¦n en Estambul y en Yakarta; este ¨²ltimo el primero en el pa¨ªs con mayor n¨²mero de musulmanes del mundo que es Indonesia. Hay atentados que tienen a militares y polic¨ªas en el punto de mira, pero la gran mayor¨ªa busca a los turistas, los cooperantes o los hombre de negocios, un nuevo tipo de v¨ªctima globalizada para la guerra globalizada que plantea el ISIS.
Esta expansi¨®n tambi¨¦n penetra en la sociedad europea y de una forma bien peculiar, seg¨²n un controvertido diagn¨®stico de algunos grupos feministas, que ven la larga mano del califato en la explosi¨®n de violencia sexual en la noche de fin de a?o en cinco pa¨ªses y en doce ciudades, como si fuera una acci¨®n perfectamente coordinada. Aunque ser¨ªa necesario obtener datos y pruebas s¨®lidas que ahora no existen, hay argumentos para pensarlo.
Veamos. El comportamiento de los hombres concentrados en espacios p¨²blicos en la Nochevieja europea afecta a dos tab¨²es del rigorismo islamista: el alcohol y el cuerpo de la mujer en el espacio p¨²blico. De forma que quienes se dedican a estas pr¨¢cticas de acoso sexual en grupo transfieren impl¨ªcitamente la responsabilidad a las sociedades que ponen el alcohol a su disposici¨®n y dejan a las mujeres descubiertas en la calle a su alcance.
Las consecuencias de estos comportamientos solo pueden satisfacer a los cerebros del ISIS, puesto que, al igual que los ataques terroristas, facilitan la culpabilizaci¨®n del entero colectivo de los musulmanes y fundamentan la islamofobia, argumento central que retroalimenta la espiral de exclusi¨®n y de separaci¨®n de los musulmanes europeos en una comunidad aparte. Para colmo, enlazan con la salvaje forma de vida ofrecida por el ISIS a los j¨®venes dispuestos a ir a la yihad, donde se premia el sacrificio seguro de la vida con la poligamia y el acceso a mujeres esclavas, en una especie de adelanto en la tierra de las hur¨ªes celestiales que esperan al m¨¢rtir isl¨¢mico.
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