No es No
El Defensor del Pueblo colombiano es denunciado por acoso sexual
Sexting le llaman al intercambio de fotos y videos er¨®ticos entre dos o m¨¢s personas. Una nueva forma de seducci¨®n, coqueteo o como quiera que cada cual lo interprete. La gente es obviamente libre de enviar fotos por m¨®vil de las partes de su cuerpo de las que siente orgulloso. Lo complicado viene cuando las relaciones se quiebran y luego son usadas para el chantaje. Le llaman la pornovenganza. Parece que es m¨¢s com¨²n entre las nuevas generaciones y algunos funcionarios p¨²blicos.
Tuve que aprender todos esos t¨¦rminos porque en Colombia esta semana se conoci¨® que el Defensor del Pueblo, encargado de promover, fomentar y defender los derechos humanos, hizo sexting con su ex secretar¨ªa privada y ella pornovenganza con ¨¦l, desesperada por el acoso sexual, seg¨²n denunci¨®.
La historia es un guion de la m¨¢s aterradora novela de mal gusto. Ella es una joven abogada, ex reina de belleza. ?l es un hombre, como popularmente dicen, hecho a pulso y a gritos a sus subalternos. Le mandaba fotos con pose de playboy a su secretaria privada y cuando la abogada decidi¨® hacer p¨²blico el acoso a trav¨¦s del periodista Daniel Coronell, el defensor Jorge Armando Ot¨¢lora dijo que su pecado fue enamorarse y por eso le enviaba fotos de sus partes ¨ªntimas desde una hamaca de descanso.
No, el se?or Ot¨¢lora no cometi¨® pecados, cometi¨® faltas al c¨®digo disciplinario y posibles delitos que deben ser investigados. De ser cierto que sostuvo una relaci¨®n sentimental con Astrid Cristancho, se trata de un v¨ªnculo con una subalterna, donde no es posible sostener una relaci¨®n de igualdad y por lo tanto cualquier argumento de que se trataba de una relaci¨®n consentida es falso, y de no ser cierto que eran novios o pareja o lo que sea, entonces, el se?or es un acosador y debe ser penalizado.
Por fuera del morbo que despierta la situaci¨®n y de la revelaci¨®n que hicieron muchos de que esta nueva forma de ¡°cortejar¡± est¨¢ a pedir de boca. Otalora se convirti¨® en una figura que dej¨® al descubierto muchas de las razones por las cuales las mujeres no denuncian. Por un lado terminan revictimizadas y como si fuera poco el sistema judicial, mayoritariamente masculino, no hace justicia en esos casos. De casi dos mil denuncias por acoso sexual en la Fiscal¨ªa, en el ¨²ltimo a?o solo ha visto la luz una. Como tampoco en los casos de acoso laboral que es sistem¨¢tico contra la mujer.
Tambi¨¦n muestra la permisividad de sociedades donde muchas figuras crecen y crecen hasta llegar a puestos o cargos, para usar el poder en contra de la ¨¦tica y la moral, que son las ¨²nicas, en las que deber¨ªa reposar la legitimidad del comportamiento de un funcionario cualquiera que sea su labor. En estos d¨ªas tambi¨¦n es investigado el director de la Polic¨ªa colombiana por otra denuncia de acoso sexual debido a las declaraciones de un coronel que dijo haber sido perseguido por no acceder a las pretensiones sexuales de Rodolfo Palomino hace 17 a?os.
Lo complejo es que la Procuradur¨ªa General de la Naci¨®n, que debe investigar estos casos, est¨¢ dirigida por Alejandro Ordo?ez. El procurador colombiano es un hombre de convicciones religiosas que utiliza para calificar el comportamiento de la mujer desde esas ¨®pticas, casi todas con un catalejo que las vuelve escasas de moral y a los homosexuales, enfermos y pecadores. Con lo cual, hay dudas sobre las garant¨ªas para que estos dos casos puedan ser resueltos de manera independiente de prejuicios.
Posiblemente algunos colombianos est¨¢n ahora sinti¨¦ndose inspirados en los poderosos del mundo que han logrado burlar la justicia y seguir cometiendo abusos como el expresidente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss Khan o el ex primer ministro italiano, Silvio Berlusconi que tiene un gusto espec¨ªfico por las menores de edad como los sacerdotes pederastas evidenciados por los periodistas del Boston Globe.
Los casos pululan y muestran cada vez la poca respetabilidad por las instituciones que los soportan y les dan ese fuero del que abusan. Congresistas como Mark Souder en Estados Unidos confes¨® hace poco un affaire con un miembro de su equipo y Chris Lee amaneci¨® un d¨ªa pensando que ten¨ªa un buen torso y poso sin camisa para ser visto por todo el mundo en la plataforma Craiglist. Otro parlamentario brit¨¢nico, Simon Danczuk, aprovech¨® el inter¨¦s de una menor de 17 a?os que quer¨ªa trabajar en su oficina para enviarle mensajes sexuales.
No es No. En lo ¨ªntimo y en lo p¨²blico. La historia de que una mujer dice ¡°No¡± para decir ¡°S¨ª¡±, solo est¨¢ en la cabeza de quienes no han entendido que las mujeres decidimos nuestras conductas de manera libre y clara. No es No. Los despachos p¨²blicos son sitios sagrados, igual que los recursos del erario. Hombres y mujeres, que tambi¨¦n las hay, no pueden seguir justificando en sus necesidades m¨¢s b¨¢sicas o ambiciones inconfesables comportamientos que minan la confianza de la gente.
Colombia ocupa el puesto 83 de 163 pa¨ªses en el ¨ªndice de percepci¨®n de corrupci¨®n de Transparencia Internacional no solo por los comprobados robos a la Naci¨®n sino por estos personajes que creen que lo importante es su imagen y su dignidad y no la del Estado. Ah¨ª sigue atornillado a su silla, escondido en la toga el magistrado Jorge Pretelt mientras el Congreso regresa de vacaciones a suspenderlo por los actos de corrupci¨®n de los que lo acusan.
Diana Calder¨®n es directora de Informativos y de Hora 20 de Caracol Radio Colombia. Twitter @dianacalderonf
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.