Izquierdas, derechas y esas persistentes confusiones
Dos Latinoam¨¦ricas se encontraron cara a cara en la cumbre de CELAC
¡°Se dice que la d¨¦cada pasada ha sido una d¨¦cada de la izquierda en Am¨¦rica Latina, una d¨¦cada de gobiernos progresistas. ?Se puede decir que ha habido progresismo, progreso social de izquierda estos a?os?¡± As¨ª comenz¨® Mois¨¦s Na¨ªm su programa, Efecto Na¨ªm, al que fui invitado junto con el ex presidente de Bolivia Jorge Quiroga. ¡°Eso si uno toma esas palabras como v¨¢lidas¡±¡ªrepliqu¨¦, con m¨¢s reflejos que reflexi¨®n¡ª¡°las palabras de los gobiernos que se han definido a s¨ª mismos como izquierdistas¡±.
¡°Izquierda dir¨¢n ellos¡±, agregu¨¦ al final, esos quince segundos de televisi¨®n que obligan a omitir varios aspectos de esta discusi¨®n, comenzando por la propia definici¨®n de ¡°izquierda¡±. La clarificaci¨®n es oportuna, dadas las ambig¨¹edades vigentes. Especialmente porque la contraparte del argumento es que quien se opone a esos gobiernos ¡°de izquierda¡± termina siendo ¡°de derecha¡±. Falacias por las que transcurre el no-debate, la incesante repetici¨®n de clich¨¦s que sustituyen la verdadera conversaci¨®n. Es el fin de la pol¨ªtica.
Ser de izquierda se basa en la convicci¨®n que la desigualdad no es pre pol¨ªtica. Esto es, no est¨¢ constituida ex ante, ni pertenece al orden natural de las cosas. Por el contrario, la desigualdad se entiende como la consecuencia de un conjunto de relaciones de clase e instituciones: las primeras le dan sustancia, las segundas la reproducen en el tiempo.
Ante eso, la estrategia del socialismo revolucionario fue la toma del poder, s¨²bita y violenta, para desmantelar las relaciones capitalistas de producci¨®n y su superestructura jur¨ªdica. El problema fue que en el camino de la expansi¨®n de derechos sociales se eliminaron por completo los derechos pol¨ªticos y civiles. El socialismo realmente existente termin¨® siendo el r¨¦gimen del Estado-Partido y su burocracia. Result¨® que para comer hab¨ªa que dejar de votar y dejar de hablar. Conocido pero falaz razonamiento, sobre todo si, en el largo plazo, tampoco se come.
Mientras ocurr¨ªan las masacres del estalinismo, asomaba otra versi¨®n de izquierdismo en Europa: el reformismo keynesiano y el Estado de Bienestar de la postguerra. Hacia los 70 el eurocomunismo romp¨ªa con Mosc¨², n¨®tese, antes de la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn. Surgi¨® la izquierda socialdem¨®crata, que no rechaz¨® la idea de mayor equidad social pero con el capitalismo¡ªno contra ¨¦l¡ªy en combinaci¨®n con la democracia competitiva.
La pobreza no se mide, la inflacion es incierta, las cuentas nacionales, una ficcion. Izquierda dir¨¢n ellos
Todo ello dio forma al progresismo, un izquierdismo superador, capaz de operar con un concepto m¨¢s amplio de desigualdad. M¨¢s amplio porque para reducir la desigualdad tiene que funcionar el mercado, mecanismo que alienta la iniciativa, la creatividad y la toma de riesgo, la receta de la prosperidad. Pero tambi¨¦n porque el mercado es socializaci¨®n, genera pluralismo y sociedad civil, o sea, ese espacio aut¨®nomo de deliberaci¨®n y agregaci¨®n de intereses e identidades diversas: de clase tanto como religiosas, ¨¦tnicas, de g¨¦nero y de orientaci¨®n sexual. Y todas ellas superpuestas.?
Es que en nuestras sociedades complejas y diversas tener politicas de ingresos no es m¨¢s importante que tener normas para corregir asimetr¨ªas en la distribuci¨®n del reconocimiento social de esas minor¨ªas. El progresismo, entonces, solo puede ser liberal-constitucional y, con ello, democr¨¢tico.
Esta problem¨¢tica ha sido ajena a la hipocres¨ªa de la auto proclamada izquierda de Am¨¦rica Latina. Su ret¨®rica anti-capitalista no desmantel¨® el capitalismo. Ni mucho menos, tan sabroso bot¨ªn para enriquecerse con los amigos. La redistribuci¨®n no fue financiada con pol¨ªticas de inversi¨®n sustentables y productividad creciente, sino con precios internacionales favorables que, ante el cambio de ciclo, comienza a revertirse. Su ignorancia econ¨®mica ha producido una monumental distorsi¨®n de precios que, financiada con recursos fiscales, gener¨® d¨¦ficits a su vez financiados con emisi¨®n. La pobreza no se mide, la inflaci¨®n es incierta, las cuentas nacionales, una ficci¨®n.?
Izquierda dir¨¢n ellos. Ni hablar de los derechos identatarios. Esto no ha sido progresismo sino su opuesto, una arqueolog¨ªa del estalinismo modelada en la dinast¨ªa desp¨®tica de los Castro, tan venerados por los bolivarianos. Es un cap¨ªtulo que llega a su fin, por la biolog¨ªa en Cuba, las elecciones en Argentina y Venezuela, las protestas contra la perpetuaci¨®n en Ecuador, Bolivia y Nicaragua, y las marchas contra la corrupci¨®n en Brasil y Guatemala. Y por el cambio de precios en todas partes.
Como se vio en la Cumbre de CELAC, donde dos Latinoam¨¦ricas se encontraron cara a cara. Una, la del due?o de casa (y del micr¨®fono), es la de las consignas melanc¨®licas y los clich¨¦s gastados. Es aquella del comandante tal o cual, la de una pseudo teor¨ªa de la dependencia, un anti-imperialismo impostado sin otro prop¨®sito que justificar la perpetuaci¨®n en el poder. Es la Am¨¦rica Latina que invoca difuntos, a los que busca canonizar, y a expresidentes procesados por corrupci¨®n, a quienes intenta restaurar en el poder.
La otra Am¨¦rica Latina que se vio en Quito es la del pragmatismo, la que mira hacia delante, la que busca resolver los problemas de sus sociedades e imaginar soluciones ante una econom¨ªa internacional incierta. Es la que busca atraer inversi¨®n y crear empleo frente al cambio de ciclo, los erosionados recursos fiscales y las decrecientes reservas del Banco Central.?
Esa otra Am¨¦rica Latina busca recuperar sus mejores tradiciones de derechos humanos, como en el aut¨¦ntico progresismo de Gabriela Michetti, vicepresidente argentina, al recordarle a Maduro que debe respetarlos, habiendo sido Venezuela amparo de tantos exiliados. Esa es la Am¨¦rica Latina de la democracia, la alternancia en el poder y las garant¨ªas constitucionales. Izquierda o derecha, esa es la ¨²nica que tiene futuro.?
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