Tranquilidad en el Levi's Stadium antes de la Super Bowl

Las butacas rojas vac¨ªas del Levi¡¯s Stadium de Santa Clara brillaban esta ma?ana. Hoy s¨®lo se escuchaban los motores de los aviones que cada diez minutos surcaban el cielo azul de la bah¨ªa de San Francisco. Ma?ana, 70,000 espectadores jugar¨¢n la Super Bowl desde las gradas y los aviones no se oir¨¢n.

Todo est¨¢ casi listo para la gran cita. Escoltados por camionetas blindadas de la polic¨ªa militar, distintos camiones entran en las instalaciones del Levi¡¯s Stadium para ultimar los detalles antes de la Super Bowl. Los polic¨ªas, un tanto nerviosos, recuerdan constantemente a los peatones que no se salgan de la acera y se mantengan por fuera del per¨ªmetro de seguridad del estadio.

En los aleda?os del estadio de Santa Clara, los fieles de esta religi¨®n llamada NFL pasean apurando las ¨²ltimas horas tranquilas antes de la locura de ma?ana. Grupos de chavales, familias, parejas j¨®venes, incluso beb¨¦s. Camisetas de los Broncos y de los Panthers, pero tambi¨¦n de los Oakland Raiders, los Miami Dolphins o los locales, los 49ers de San Francisco. Es una fiesta para los amantes del f¨²tbol americano, no s¨®lo un duelo entre dos equipos.

A lo lejos, la m¨²sica alta irrumpe de la zona sur del estadio. A media ma?ana comenzaba una fiesta VIP para las familias de los jugadores. Y, efectivamente, cinco minutos despu¨¦s entran en el complejo hasta seis autocares con las familias de los jugadores de Denver. Entre abuelos, madres y padres, hay ni?os y mujeres con tacones, presuntamente las esposas de los jugadores, que parecen ir m¨¢s a una pasarela que a una fiesta de f¨²tbol americano al aire libre. Todos portan la camiseta naranja de los Broncos.

Al otro lado, del estadio algunos espera en fila para comprar camisetas y gorras de sus jugadores y equipos favoritos. Parece que las regalan. Esperar¨ªan horas si hiciera falta. La fiebre NFL puede con todo. Mientras, otros espectadores igualmente pacientes, esperan para sacarse una foto con una de las estatuas ¡°50¡± que el comit¨¦ organizador de la Super Bowl ha desplegado por todo San Francisco y los aleda?os del Levi¡¯s.

Hoy, los transe¨²ntes pasean, fotograf¨ªan, intercambian risas casuales. El ritual de las fotos, las camisetas, y las cervezas previas al partido son igual, o m¨¢s importantes que el partido en s¨ª. Hoy, los aficionados, esperan con calma el partido de ma?ana, casi sin ganas de que llegue, porque a partir de ma?ana por la noche ya no habr¨¢ m¨¢s domingos de NFL hasta la temporada que viene. Pero ma?ana, la autopista 101 que conecta San Francisco con el Levi¡¯s Stadium de Santa Clara se colapsar¨¢. Desde pronto por la ma?ana, los aficionados se congregar¨¢n en las tradicionales fiestas tailgate que preceden los partidos de la NFL. Y entrar¨¢n a las 3:30 de la tarde al Levi¡¯s sinti¨¦ndose un jugador m¨¢s, creyendo que de ellos, de sus c¨¢nticos, depender¨¢ la victoria de su equipo en la Super Bowl.