Caza a Lula
Habr¨ªa que preguntarse qui¨¦nes son los cazadores que tienen prisa en hacerse con la fiera
No cabe duda de que en Brasil se ha abierto la caza a Lula, al mismo tiempo que se est¨¢ organizando un ej¨¦rcito de defensores y hasta de aduladores del popular pol¨ªtico que podr¨ªan acabar por da?arle en vez de ayudarle a salir de su atolladero.
?Qui¨¦nes son los verdaderos cazadores del que fue considerado el Mois¨¦s que sac¨® de la esclavitud de la pobreza a millones de ciudadanos? ?No estaremos ante un espejismo?
Lula, el primer presidente de la Rep¨²blica sin estudios y que representaba a la clase trabajadora, se convirti¨® en el pol¨ªtico m¨¢s popular, admirado y amado no s¨®lo en Brasil sino en medio mundo.
El presidente del pa¨ªs m¨¢s importante del planeta, Barack Obama, en 2009, durante la reuni¨®n el G20 lo lanz¨® a la fama al declarar que Lula era ¡°O cara¡±, es decir, el pol¨ªtico m¨¢s famoso en aquel momento. Lleg¨® a decir el mandatario americano: ¡°Yo le adoro¡±.
Los grandes del mundo hac¨ªan fila de espera para encontrarlo en el Palacio del Planalto y le llov¨ªan las invitaciones para visitar otros pa¨ªses y para que contara sus gestas. Se arrodillaban ante ¨¦l empresarios y banqueros. Puso a Brasil de moda.
En el inconsciente colectivo, Lula no s¨®lo hab¨ªa rescatado de la pobreza y de la miseria a millones de brasile?os devolvi¨¦ndoles la dignidad de ciudadanos, sino que hab¨ªa contribuido, quiz¨¢s como ninguno en el pasado, a exaltar la imagen del pa¨ªs fuera de sus fronteras contribuyendo a curar a los brasile?os del at¨¢vico complejo de inferioridad definido gr¨¢ficamente por Nelson Rodrigues, como ¡°complejo de perro callejero¡±.
Su ingenio pol¨ªtico y su maestr¨ªa en saber conquistarse a la gente lo convirtieron en el personaje admirado por pobres y ricos, intelectuales y analfabetos. Lula era Lula y no se discut¨ªa.
Hoy su trono empieza a tambalearse acosado por las sospechas de haber compadreado con pr¨¢cticas ilegales en la relaci¨®n con empresarios que habr¨ªan enriquecido a ¨¦l y a su familia.
Hay qui¨¦n se pregunta: ?Por qu¨¦ a Lula se le da caza con mayor relieve que a los otros pol¨ªticos incluso ya incriminados por corrupci¨®n?
Porque al mito se le perdona m¨¢s dif¨ªcilmente y cuando empieza a resquebrajarse su fuerza simb¨®lica, hasta se agudiza la sa?a para derribarlo.
Dicen que Lula se est¨¢ rodeando de abogados y criminalistas para defenderle. ?Qu¨¦ mejor abogado que ¨¦l mismo? Si acaso deber¨ªa estar alerta para que esos defensores junto con los aduladores no le da?en en vez de protegerle.
Existe el peligro de que en el af¨¢n de defender al jefe o amigo, acaben poniendo en su boca afirmaciones que Lula, astuto y sagaz pol¨ªtico, dif¨ªcilmente pronunciar¨ªa.
Estoy seguro de que Lula, considerado el ¨ªdolo de millones de pobres de este pa¨ªs que lo vieron como a uno de ellos, llegado de la pobreza extrema del Nordeste, nunca les dir¨ªa, por ejemplo, que renunci¨® a comprar un triplex, de casi doscientos metros cuadrados en la costa de Sao Paulo, frente al mar, lujosamente amueblado, porque le pareci¨® un ¡°cuchitril¡± (muquifo).
Es lo que, seg¨²n su amigo, Luiz Marinho, alcalde San Bernardo, en el af¨¢n de demostrar que el inmueble no es suyo, habr¨ªa alegado Lula como motivo para renunciar a su adquisici¨®n.
En entrevista a O Globo, Marinho afirm¨® que Lula, al visitar el triplex hab¨ªa dicho: ¡°Po, e um muquifo. Nao e o que sonhava, agora estou numa duvida cruel, nao sei se fico o no¡±.
Defensa boomerang que se vuelve contra Lula ya que es f¨¢cil imaginar lo que millones de trabajadores brasile?os que viven en muquifos de verdad, puedan pensar de ¨¦l, padre de los pobres, diciendo que ese triplex frente al mar ¡°no era lo que ¨¦l so?aba¡±.
Suena hasta cruel.
En esa caza indiscutible a Lula, que lleva a la gente de la calle a preguntar ¡°?ya lo han cogido?¡±, habr¨ªa que preguntarse qui¨¦nes son los cazadores que tienen prisa en hacerse con la fiera.
Que no enga?en a Lula. Esos cazadores no est¨¢n ni en la prensa, que hace su deber de informar y que debe tambi¨¦n ser castigada cuando miente o cuando convierte el rumor en noticia. Fue esa misma prensa- que no lo olvide Lula- la que durante los ocho a?os de su Presidencia lo coloc¨® en los altares haciendo que se desvaneciera hasta la oposici¨®n. Y le ayud¨® a elegir a su sucesora, Dilma Rousseff.
Los cazadores tampoco se encuentran en la justicia, hoy una de las instituciones m¨¢s admiradas dentro y fuera del pa¨ªs y que cumplen con su papel democr¨¢tico de que ante un juez no deben existir privilegios ni indultos para los poderosos
Como en el viejo dictado romano, se dec¨ªa que para conocer al autor del crimen, hay que preguntarse: ¡°?A qui¨¦n beneficia?¡±, Lula debe preguntarse a qui¨¦n interesa esa cacer¨ªa. Quiz¨¢s se llevar¨ªa sorpresas.
El escritor italiano, Leonardo Sciascia, el gran experto de la mafia siciliana, me explic¨®, durante el secuestro de Aldo Moro, l¨ªder de la Democracia Cristiana, por parte de las Brigadas Rojas, que quienes estuvieran interesados en saber de su paradero, deb¨ªan buscarlo ¡°lo m¨¢s cerca del centro¡±. Acert¨®. Moro no estaba preso en las afueras de Roma donde lo buscaba la polic¨ªa. Lo estaba a dos pasos de los palacios del poder.
Aplicado a Lula, quiz¨¢s los m¨¢s interesados en darle caza est¨¦n m¨¢s cerca de ¨¦l de lo que pueda imaginarse.
?La mejor forma de defenderse? Contando a la naci¨®n ante la que sigue teniendo un fuerte apelo m¨ªtico la verdad de las cosas, con sus luces y sus posibles sombras. Los brasile?os tienen una gran capacidad de comprender y hasta perdonar si llega el caso. Lo que no aceptan es que les mientan o se les trate de bobos.
La verdad, lo dicen hasta los libros sagrados, es la mayor fuerza de quien es acusado justa o injustamente. S¨®lo ella nos devuelve la dignidad y la libertad.
Lula deber¨ªa recordar el refr¨¢n espa?ol que dice: ¡°Dios me libre de mis amigos, que de mis enemigos ya me defiendo yo¡±.
Siempre fue m¨¢s dif¨ªcil defenderse de los enemigos ocultos en la sombra que de los que act¨²an a la luz del sol.
Seguro que Lula lo sabe.
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