El ocaso del salafismo pol¨ªtico en Egipto
Los ultraconservadores que sorprendieron en 2011 han quedado con poca representaci¨®n

En la foto de familia del golpe de Estado del 2013, flanqueando al mariscal Al Sisi aparecen dos barbudos. Uno, ataviado con un elegante t¨²nica negra bordada en oro, es el patriarca de la Iglesia Ortodoxa copta, Tawadros II. El otro, Bassem Zarqa, era entonces el vicepresidente del partido salafista Nur, una corriente ultraconservadora del Islam. La coalici¨®n liderada por Nur constituy¨® la gran sorpresa de las elecciones legislativas de 2011, las primeras libres tras la revoluci¨®n que derroc¨® a Hosni Mubarak, recabando un 27% de los votos y 123 diputados. En cambio, en el nuevo Parlamento, escogido el pasado oto?o y reci¨¦n estrenado, tan solo contar¨¢ con una docena representantes. Una autentica debacle.
¡°Incluso ha perdido en las ¨¢reas que sol¨ªan ser sus feudos. Est¨¢ claro que no se puede considerar Nur representativo de la corriente islamista¡±, sostiene Georges Fahmi, un investigador egipcio del think tank Carnegie Endowment. De las pasadas elecciones surgi¨® un Parlamento muy fragmentado, en el que predominan las formaciones y personalidades que apoyan al presidente Al Sisi. La mayor parte de la oposici¨®n se encuentra ilegalizada, como los Hermanos Musulmanes, vencedores de todos los comicios previos al golpe, o bien boicotearon la cita con las urnas al considerar que no cumpl¨ªa unas garant¨ªas democr¨¢ticas m¨ªnimas. Nur ha fracasado estrepitosamente en su objetivo de sustituir a la Hermandad como referente salafista.
Desde el propio partido salafista, se se?ala la ausencia de una competencia justa como la principal causa de su descenso electoral. ¡°Nur se vio perjudicado por la gran influencia del dinero en estas elecciones, as¨ª como la falta de neutralidad del Estado y, sobre todo de sus medios de comunicaci¨®n¡±, se?ala Amr al-Mekki, responsable de la ¨¢rea de Relaciones Internacionales del partido. ¡°Por otro lado, nos afect¨® el estado de depresi¨®n de la juventud del pa¨ªs, que decidi¨® no acudir a las urnas¡±, agrega en una conversaci¨®n telef¨®nica.
Tradicionalmente, el salafismo ha sido una corriente apol¨ªtica, raz¨®n por la cual el r¨¦gimen de Mubarak permiti¨® su crecimiento en Egipto con el objetivo de que sirviera de contrapeso a los Hermanos Musulmaes, su verdadero adversario. No obstante, tras la revoluci¨®n, y ante el temor de que el nuevo Gobierno fuera ¡°anti-isl¨¢mico¡±, algunas corrientes salafistas optaron por lanzarse al ruedo pol¨ªtico. Ahora bien, no por ello comprometieron sus principios, neg¨¢ndose a incluir en los carteles electorales cualquier fotograf¨ªa de sus candidatas, todas siempre ataviadas con el niqab o velo integral.
Muchos de sus votantes en 2011 atribuyen su descenso a su alianza con Al Sisi, que consideran una ¡°traici¨®n¡± a la causa islamista. ¡°Su posici¨®n es lamentable. Apoyaron un golpe contra el primer presidente elegido democr¨¢ticamente, y la creaci¨®n de un r¨¦gimen militar fascistoide. No creen en la democracia¡±, sostiene Ahmed Morsy, un ex simpatizante de Nur que se define ideol¨®gicamente como ¡°islamista conservador¡±. Haciendo un juego de palabras, entre estos sectores se ha rebautizado el partido como ¡°zur¡± (falso, en ¨¢rabe).
Abandonado por sus bases, Nur tampoco goza ya del apoyo del r¨¦gimen egipcio, una vez se ha consolidado y no necesita su sello de aprobaci¨®n de gobierno halal (acorde con la ley isl¨¢mica). Adem¨¢s de los ataques de los medios de comunicaci¨®n oficialistas, pende sobre el movimiento una espada de Damocles en forma de demanda judicial para pedir su ilegalizaci¨®n en base al art¨ªculo de la nueva Constituci¨®n que proh¨ªbe los partidos de base religiosa. Encima, el Gobierno ha prohibido a algunos de los cl¨¦rigos afiliados al movimiento realizar sermones desde el p¨²lpito de las mezquitas.
No obstante, Al Mekki no se arrepiente de su apoyo a Al Sisi, ni parece que su postura vaya a cambiar tras los comicios. ¡°Era la mejor de las opciones de las que dispon¨ªamos. Nosotros nos limitamos a apoyar las instituciones del Estado, pero mucha gente, incluidos algunos islamistas, no lo entienden¡±, se justifica.
Atrapado entre la ira islamista y el menosprecio del r¨¦gimen, Nur parece destinado a caer en la marginalidad pol¨ªtica. Pero, de momento, sus dirigentes no se plantean abandonar la pol¨ªtica para volver a consagrarse al proselitismo religioso. ¡°Nur es un partido independiente de las ¨®rdenes religiosas salafistas. No vamos a desaparecer del mapa pol¨ªtico del pa¨ªs¡±, asegura al Mekki.
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