Pedagogos armados
El evento de Conejo no es otra cosa que el reflejo de lo que se viene para Colombia
Una vez m¨¢s los colombianos hemos sido humillados por las FARC. En d¨ªas pasados con plena autorizaci¨®n del gobierno colombiano, varios cabecillas de esa organizaci¨®n criminal se desplazaron a la poblaci¨®n de Conejo, un lugar apartado de nuestro pa¨ªs, para que supuestamente realizaran un ejercicio de pedagog¨ªa con los integrantes de ese grupo en aras de prepararlos para ¡°la paz y el post-conflicto¡±. Dentro de los protocolos para la visita se procedi¨® con la ausencia de fuerza p¨²blica, as¨ª como la presencia y apoyo log¨ªstico de la Cruz Roja.
?Cu¨¢l fue el resultado? De pedagog¨ªa muy poco. La visita, contrario a las prohibiciones de inmiscuirse con la poblaci¨®n civil, termin¨® convertida en un espect¨¢culo de populismo y proselitismo armado donde junto con los cabecillas del terrorismo aparecieron miembros de la organizaci¨®n portando rifles AK-47 y desplegando sus trajes de combate, haci¨¦ndole sentir a la poblaci¨®n su capacidad de intimidaci¨®n. Esto sin duda es una burla al pa¨ªs entero, mucho m¨¢s cuando el Presidente de la Rep¨²blica no hace sino decir que la paz est¨¢ ¡°a la vuelta de la esquina¡±.?
El evento de Conejo no es otra cosa que el reflejo de lo que se viene para Colombia. Mientras el gobierno habla de paz en tono apost¨®lico, las FARC se preparan para una estrategia de guerra desde la pol¨ªtica. En los discursos de sus cabecillas no hay arrepentimiento frente a la largas lista de cr¨ªmenes de lesa humanidad, ni mucho menos una actitud de construir pa¨ªs. Su tono es tan desafiante como los rifles que portaban los estafetas de los jefes y su actitud tan agresiva como el descaro de hablar de paz y llegar armados a una poblaci¨®n indefensa.
Ante el rechazo del pa¨ªs a este campanazo de alerta, de nada sirven las palabras de aparente indignaci¨®n que pronunci¨® el Presidente de la Rep¨²blica, llamando a un ultim¨¢tum. La realidad es otra. Las FARC se sienten victoriosas con un proceso donde ellos llevan el ritmo, donde imponen su agenda y donde han logrado crear una Comisi¨®n de la Verdad para reivindicarlos ante la historia como luchadores contra la desigualdad, una Jurisdicci¨®n donde sean juzgados bajo su mismo rasero militares y empresarios y unas condiciones procesales donde nace, como lo se?al¨® la ONG Human Rights Watch, una pi?ata de impunidad. A su lista de logros se le suma el hecho de hacer del narcotr¨¢fico, la extorsi¨®n y el homicidio de soldados una lista de delitos conexos al delito pol¨ªtico de rebeli¨®n y conseguir la elegibilidad pol¨ªtica de responsables de delitos de lesa humanidad que ¡°digan la verdad¡±.
Lo ocurrido en Conejo es el preludio de lo que significa ¡°Post-Conflicto¡± para las FARC. Mientras el Presidente lucha por firmar un acuerdo para dejar un legado relevante y el Jefe del Equipo negociador oficial busca convertir la firma en su catapulta presidencial, las FARC construye una agenda milim¨¦tricamente concebida que puede sorprender al pa¨ªs mal preparado.
?Qu¨¦ buscan las FARC? Consolidar una secuencia ordenada que empieza por lograr asentarse en sus zonas de influencia hist¨®rica bajo la figura de la concentraci¨®n de efectivos. Una vez alcanzado ese prop¨®sito quieren edificar all¨ª sus anheladas Zonas de Reserva Campesina y sus jurisdicciones electorales apoder¨¢ndose del poder local. Desde esa plataforma pondr¨¢n en marcha una lucha de clases y una confrontaci¨®n al sector privado, apelando al populismo agrarista y las falsas causas sociales objetivas de su existencia hist¨®rica, seguida por la conquista de curules por derecho propio en el Congreso. El riesgo es que esta agenda est¨¦ soportada por dineros del narcotr¨¢fico, el auspicio de reg¨ªmenes como el de Venezuela donde las FARC son parte de su agenda de influencia regional o sencillamente combinado la pol¨ªtica con las armas en cabeza de peque?as estructuras bajo una nueva denominaci¨®n.
Los Colombianos y la comunidad internacional no podemos ser ingenuos ante esta realidad. La firma de un acuerdo entre la administraci¨®n Santos y las FARC requiere que las instituciones garanticen que las FARC no se convierta en una maquina de guerra pol¨ªtica oxigenada por la ilegalidad. Para eso es necesario que los acuerdos sean refrendados por instrumentos leg¨ªtimos y no por un ¡°congresito¡± ad hoc sometido al gobierno, ni mucho menos implementado por leyes habilitantes. Hacia el futuro necesitamos un ejercito que garantice el control del territorio y que no existan santuarios para que las FARC mantenga sus operaciones ilegales. Necesitamos una seguridad ciudadana garantizada por una polic¨ªa bien preparada que evite que las ciudades se conviertan en incubadoras de bandas criminales y por supuesto una clase pol¨ªtica sin tacha que pueda con legitimidad hacer valer la constituci¨®n y la ley.
Al apreciar las im¨¢genes de Conejo nos quedan claras muchas cosas. Que la idea de PAZ de las FARC es distinta a la que promociona el gobierno y anhelamos los colombianos. Para ellos el acuerdo es el preludio de una nueva etapa estrat¨¦gica en su lucha por el poder y su m¨¢s grande triunfo militar. Por lo tanto lo peor que podemos hacer es repetir los eventos grotescos de debilidad institucional que vimos hace pocos d¨ªas, donde en nuestras narices y ante la burla a un gobierno d¨¦bil, las FARC combinaron la pol¨ªtica y las armas.
* Iv¨¢n Duque es senador del Centro Democr¨¢tico.
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