Cr¨®nica de un secuestro en el Parlamento ¡®secuestrado¡¯ de Libia
Una minor¨ªa de diputados en Tobruk impide a la mayor¨ªa votar un Gobierno de unidad
El secuestro del diputado Mohamed Raied, de 57 a?os, refleja la locura que vive Libia. Cuando desapareci¨® el mi¨¦rcoles 27 de enero las primeras especulaciones apuntaban a que lo hab¨ªan secuestrado para que cambiara su voto y as¨ª advertir a los dem¨¢s que votan como ¨¦l. Raied es partidario de un Gobierno de unidad en Libia y hay diputados en el Parlamento de Tobruk, que no quieren ni o¨ªr hablar de eso. La votaci¨®n es vital para Libia y Occidente. Mientas no haya un interlocutor oficialmente reconocido, la lucha contra el Estado Isl¨¢mico ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil. Sin embargo, Raied supo desde el primer momento que la raz¨®n del secuestro no era pol¨ªtica, aunque s¨ª tiene su origen en la pobre pol¨ªtica del pa¨ªs.
¡°Dris Dabussia, el hombre que me secuestr¨® tiene un familiar en la c¨¢rcel de Misrata condenado a diez a?os de prisi¨®n por tr¨¢fico de droga¡±, relata Raied. ¡°El hombre ha cumplido dos a?os de c¨¢rcel y Dabussia ped¨ªa que lo trasladaran a Tobruk. Durante cuatro d¨ªas estuve en una casa situada a 15 kil¨®metros de Tobruk. Me trat¨® muy bien. Y solo dio su brazo a torcer cuando se reunieron las gentes m¨¢s viejas de las tribus del este y lograron convencerlo¡±.
El secuestro de Raied se resolvi¨®, pero a los pocos d¨ªas se produjo el ¡°secuestro¡± del Parlamento en pleno. ¡°Oficialmente somos 175 diputados en Tobruk, aunque normalmente solo asisten entre 120 y 130. Para aprobar el Gobierno de unidad solo se necesitaban 93 votos. Y los que hab¨ªamos firmado a favor del acuerdo sum¨¢bamos 101. Pero no pudimos siquiera empezar la sesi¨®n porque diez diputados, especialmente de Bengasi y afines al general Jalifa Hafter impidieron f¨ªsicamente que se votara. All¨ª ya no se puede votar, es imposible¡±.
Ahora mismo en Libia hay un Parlamento en Tr¨ªpoli al que la comunidad internacional no reconoce, pero que tiene poderes sobre la mayor parte del pa¨ªs. Hay un Parlamento en Tobruk, donde una mayor¨ªa de diputados no puede ejercer libremente su derecho a voto. Y hay un Consejo Presidencial creado por la ONU en diciembre con tan poca autoridad sobre el terreno que ni siquiera puede poner el pie en Libia. Sus nueve miembros se ven forzados a reunirse en T¨²nez capital o incluso en la ciudad marroqu¨ª de Sjirat, para evitar las presiones de sus compatriotas.
Lo curioso es que pocas veces la comunidad internacional ha estado tan de acuerdo en que los libios tienen que hacer las paces para formar un Gobierno de unidad. Egipto, que es el principal aliado del general Jalifa Hafter, apoya el acuerdo. ¡°Pero Egipto dice oficialmente una cosa y por debajo de la mesa se hacen otra¡±, explica Raied.
¡°El 90% de los libios¡±, contin¨²a el parlamentario secuestrado, ¡°est¨¢ a favor del Gobierno de unidad. Porque la gente ya no puede m¨¢s. Hay restricciones de dinero porque el Banco Central no tiene suficiente dinero. La gente no se f¨ªa y prefiere meter el dinero en el colch¨®n. Llevamos dos meses con l¨ªmites para retirar dinero de los bancos. No se puede sacar m¨¢s que unos 300 dinares al mes (el equivalente a unos 78 euros en el mercado negro). Para una ciudad como Misrata, que vive del comercio, eso es terrible¡±.
¡°Pero es la situaci¨®n en Tobruk es a¨²n peor que en Misrata¡±, aclara Raied. ¡°All¨ª hay cortes de electricidad de 12 horas diarias, hay colas de tres horas para comprar pan. Y si hablamos de Bengasi eso ya es otro mundo. Una ciudad que lleva a?os en guerra. Y por m¨¢s que insista el general Hafter, hay no ganar¨¢ ni ¨¦l ni sus enemigos. La ¨²nica soluci¨®n es la paz. El problema es que con esta situaci¨®n de guerra hay alguna gente que se est¨¢ enriqueciendo.
Una vez descrita la oscuridad del abismo, Raied atisba una posible soluci¨®n. ¡°La clave est¨¢ en Tr¨ªpoli¡±, advierte. ¡°El Parlamento de Tobruk ya no se puede reunir en Tobruk. All¨ª es imposible votar libremente. Tenemos que hacerlo en Tr¨ªpoli¡±. El problema es que el presidente del Parlamento de Tr¨ªpoli, Nuri Abu Sahmin, se opone tambi¨¦n a un Gobierno de unidad. Y para ¨¦l no tiene ninguna legitimidad el Parlamento de Tobruk.
¡°Pero nosotros tenemos una baza muy importante. Los jefes de la brigada principal que apoyan a Abu Sahmin son de Misrata. Estamos intentando convencerlos a ellos a trav¨¦s de sus familias. Si lo conseguimos, Abu Sahmin no pintar¨¢ nada. La mayor¨ªa de la gente en Tr¨ªpoli tambi¨¦n quiere un Gobierno de unidad.
El m¨¦todo para lograr el Gobierno de unidad puede parecer muy rudimentario. Pero los embajadores de las principales potencias del mundo, los enviados especiales de la ONU llevan meses pendientes de esos delicados equilibrios entre tribus, milicias y ciudades que nunca tuvieron el h¨¢bito de negociar y ceder en un r¨¦gimen democr¨¢tico. Estos son los mimbres que hay para levantar el pa¨ªs.
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