Tr¨ªpoli, el reino de tres brigadas asediado por el ISIS
Los secuestros y los atentados acosan la ciudad, capital de un Gobierno sin legitimidad internacional
En Tr¨ªpoli apenas se ven extranjeros. A las diez de la noche todo el mundo procura estar en casa. ¡°Hay polic¨ªas por todas partes, pero no sirven de nada¡±, se?ala un recepcionista que se encontraba hace apenas un a?o, el 27 de enero de 2015, en el hotel Corintia cuando varios terroristas del Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s) mataron a 10 personas, casi todos extranjeros. D¨ªas antes hab¨ªan colocado un coche bomba cercano al hotel que dej¨® seis heridos.
A la amenaza del ISIS hay que a?adir la de los secuestros, que lleva a?os convertido en una industria rentable no exclusiva de Tr¨ªpoli. Hay incluso quienes sostienen que ahora hay menos que hace dos a?os. Pero la semana pasada alcanz¨® otro nivel de truculencia. El ni?o de 12 a?os Abdul¨¢ Dagnoush, que hab¨ªa sido secuestrado dos meses antes frente a su casa, en el municipio de Wirshiffana, 30 kil¨®metros al oeste de Tr¨ªpoli, apareci¨® colgado de un ¨¢rbol. Su padre no hab¨ªa podido reunir el medio mill¨®n de dinares (294.000 euros) que le ped¨ªan por el rescate. Los secuestradores torturaron al ni?o, lo mataron y lo colgaron como aviso a navegantes.
La espa?ola Carmen L¨®pez (nombre supuesto), lleg¨® con 24 a?os a Tr¨ªpoli y tiene 57. Durante la dictadura de Muamar el Gadafi trabajaba en el sector tur¨ªstico y ahora es profesora de idiomas. ¡°Tengo un estudiante, cuyo primo ha sido secuestrado hace tres. A mi marido le robaron el coche a mano armada en plena calle y nadie ha hecho nada por identificar a los criminales. En cuanto al Estado Isl¨¢mico, la pregunta que todo el mundo se hace aqu¨ª es qui¨¦n los ha tra¨ªdo y por qu¨¦ estas milicias que controlan la ciudad no los han combatido¡±, se?ala.
En Tr¨ªpoli hay tres milicias que controlan la ciudad: la de Haithem Al Tajouri, en el este, la de Ghinawa, en el sur, y la de Al Rad¨¢. Esta ¨²ltima, que tiene un responsable de comunicaci¨®n, se ha destacado sobre todo en la zona del aeropuerto y en la lucha contra la droga y el ISIS. En cuesti¨®n de armas y hombres puede que la de Al Tajouri sea la m¨¢s poderosa. ¡°Pero el poder de una brigada es tener a la gente de tu parte¡±, explica el arquitecto Samer Lagha, de 28 a?os. ¡°Y la gente est¨¢ con Rad¨¢¡±.
Rad¨¢ es la brigada mejor organizada. Y la cabeza de su l¨ªder, el salafista Abdulrauf Kara, es la m¨¢s codiciada por el ISIS. Ya han intentado atentar contra ¨¦l con un coche bomba donde la brigada tiene su sede, en las instalaciones del aeropuerto. Rad¨¢ tiene una c¨¢rcel con presos del Estado Isl¨¢mico y estos yihadistas acusan a esta brigada de usar la tortura. La brigada de Kara cuelga de vez en cuando v¨ªdeos en las redes donde se ve c¨®mo asaltan casas del ISIS en Tr¨ªpoli y detienen a sus miembros.
¡°Si no fuera por Kara y por su brigada yo no podr¨ªa abrir la puerta de esta tienda¡±, dice el comerciante Salah Ambaga, propietario de una tienda de compra y venta de oro en el casco viejo de Tr¨ªpoli. ¡°Algunos dicen que ellos son parte del ISIS, pero eso es falso. En Tr¨ªpoli se pueden ver mujeres conduciendo y fumando¡±, afirma.
Ambaga y su hermano ense?an la caja fuerte, de un metro de altura, repleta de billetes y con un lingote de oro. ¡°Aqu¨ª no hay miedo a que me asalten. Y ah¨ª al lado, donde venden d¨®lares y euros, puedes ver los dinares en sacos por las calles. Y nadie roba¡±. Efectivamente, en el casco viejo de la ciudad se ven hasta 30 hombres negociando precios. Los d¨®lares se compraban hace dos a?os a 1,80 dinares y ahora solo se consiguen por 4; casi el triple. Hay todo un mercado negro de divisas, perfectamente tolerado por las autoridades. Hay quien cree que los grandes beneficiados de esa actividad son algunas milicias y pol¨ªticos.
Ambaga y su amigo el arquitecto Samer Lagha sostienen que la seguridad no es un problema como lo era hace tres a?os. Y que a la gente le preocupa m¨¢s la incertidumbre econ¨®mica, la inflaci¨®n o la posible presencia de gadafistas en un Gobierno de Unidad.
Pero la inseguridad f¨ªsica y econ¨®mica est¨¢ minando la confianza de los libios. ¡°Muchos ricos han abandonado el pa¨ªs¡±, explica un periodista libio que prefiere mantenerse en el anonimato. ¡°No hay secretos bancarios para nadie. Las milicias tienen a gente en los bancos que les pasan informaci¨®n sobre las cuentas de la gente. Con pagar a un empleado de banco tienes cualquier informaci¨®n disponible¡±.
¡°En la Ciudad Antigua, que es como se llama el casco viejo, la situaci¨®n ha estado m¨¢s o menos igual en los ¨²ltimos cinco a?os¡±, asegura Carmen L¨®pez. ¡°Es una zona de paso y a todas estas mafias de las brigadas les interesa tenerla tranquila. La clase comerciante, adem¨¢s, est¨¢ con los hermanos musulmanes que gobiernan Tr¨ªpoli. Pero Libia no es el casco viejo. Hay gente que vive en las afueras de Tr¨ªpoli que no puede regresar a casa de noche. Y ya nadie se manifiesta en la Plaza Verde, que ahora se llama la Plaza de los M¨¢rtires. Y no lo hacen porque saben que peligran sus vidas o las de sus familiares¡±.
¡°La libertad de expresi¨®n que hab¨ªa en el primer y segundo a?o de la revoluci¨®n ha desaparecido¡±, se?ala L¨®pez. ¡°Ahora hay miedo y una sensaci¨®n de fracaso. Respecto a la sanidad, en los hospitales faltan muchos medicamentos. En cuanto a las mujeres, en dos a?os el Gobierno de los islamistas ha logrado implantar su ideolog¨ªa. Yo creo que soy la ¨²nica en Libia que no lleva pa?uelo en la cabeza. Los peque?os en la escuela se me quedan mirando como si fuese un bicho raro¡±, sigue.
Sin embargo, es en esta ciudad repleta de polic¨ªas con distintos uniformes y amenazada por el ISIS, donde tarde o temprano tendr¨¢ que asentarse un Gobierno de unidad. Y para hacerlo habr¨¢ que convencer, entre otros, a las tres grandes brigadas de Tr¨ªpoli. ¡°Con una sola no servir¨ªa¡±, augura Samer Lagha. ¡°Ni siquiera Abdulrauf Kara podr¨ªa garantizar la seguridad de un Gobierno de unidad si antes no se negocia con las otras dos milicias¡±. Como en toda negociaci¨®n, si se quiere instaurar un Gobierno de unidad, alguien en Tr¨ªpoli tendr¨¢ que ceder poder, armas o dinero. Y, de momento, nadie parece dispuesto a renunciar a nada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.