Los gadafistas de Tahuerga quieren (y no pueden) volver a casa
Una tribu negra acusada de violar a mujeres tiene prohibido regresar a su ciudad
Los tahuerga quieren volver a su pueblo y las autoridades de Misrata no nos los dejan. La cicatriz de la guerra contin¨²a abierta. Los esfuerzos de la ONU y las asociaciones como Human Rights Watch no han dado ning¨²n fruto. Los tahuerga son una tribu negra, en su mayor parte gadafista, que viv¨ªa a 40 minutos en coche de Misrata, la ciudad cuyas milicias capturaron y mataron a Muamar el Gadafi, el 20 de octubre de 2011. De entre todos los gadafistas, la gente de Misrata odia especialmente a esta tribu porque, aseguran, muchos de ellos violaron a sus mujeres.
Un mes antes de capturar a Gadafi varios rebeldes de Misrata quemaron decenas de casas en Tahuerga mientras algunos francotiradores gadafistas resist¨ªan desde los edificios m¨¢s altos. En la cr¨®nica del 5 de octubre de 2011 este diario relataba: ¡°Tahuerga tiene el aspecto tremebundo de los lugares donde la gente tuvo que salir de la noche a la ma?ana corriendo: la ropa a¨²n tendida en los patios, las mantas liadas en bolsas de pl¨¢stico, en medio de la calle, sin tiempo para meterla en alg¨²n coche, las tiendas saqueadas, los documentos de identidad esparcidos en los patios junto a los zapatos de toda la familia, los coches incendiados y pintadas donde se puede leer ¡°Aqu¨ª vive una puta¡±, ¡°La gente de esta casa es mala¡±.
Sobre muchos tejados ondeaba la bandera verde de Gadafi y uno de los rebeldes de Misrata que cercaba a los francotiradores de Tahuerga coment¨®: ¡°Esta gente era peor a¨²n que las tropas de Gadafi, mucho peor. Trabajaban casi todos en Misrata, a media hora de aqu¨ª. Ven¨ªan a nuestros hospitales. Estos edificios se construyeron con arena y ladrillos de nuestra ciudad. Sin Misrata, no habr¨ªan sido nada. Y nunca tuvimos problemas con ellos. Pero cuando Gadafi atac¨® Misrata, fueron ellos los que violaron a nuestras mujeres. Solo ellos¡±.
Ante la denuncia posterior de Human Rights Watch el Consejo Militar de Misrata aleg¨® en 2012 que los incendios y demoliciones de casas fueron ¡°acciones individuales¡± cometidas por personas que hab¨ªan sufrido ¡°el peor de los abusos¡± en manos de la gente de Tahuerga.
Cinco a?os despu¨¦s, Tahuerga contin¨²a vac¨ªa. Sus 42.000 habitantes viven desperdigados en varias ciudades de Libia, sin permiso de Misrata para regresar. En Tr¨ªpoli hay tres campos de refugiados donde viven unos 5.000 de Tahuerga. Casi ninguno quiere que se les haga fotos. Y el nombre que ofrecen es falso o recurren a un apodo. Cualquier cosa que digan no va a expresar mejor que esa decisi¨®n el miedo que sienten.
En uno de esos tres campos, situado en el sur de la capital, hay enormes bloques de pisos que se quedaron a medio construir en 2011. Estaban destinados a multinacionales que, de momento, han renunciado a instalarse en Tr¨ªpoli. Sobre las paredes de uno de esos bloques se puede leer: ¡°Nunca olvidaremos al Ej¨¦rcito¡±. Junto a los bloques de cemento abandonados hay barracones donde viven unas mil personas. El Gobierno de Tr¨ªpoli, no reconocido por la comunidad internacional, les ha cedido ese terreno donde subsisten como pueden. ¡°Somos refugiados. ?C¨®mo puede vivir un refugiado en un lugar as¨ª si no es condiciones horribles?¡±, asegura quien dice llamarse Omar Mohamed Al¨ª, de 50 a?os.
"La mitad de la gente de aqu¨ª no cobra ning¨²n salario y hay solo nueve ba?os para 250 familias"
¡°La mitad de la gente de aqu¨ª no cobra ning¨²n salario¡±, a?ade Omar, ¡°la medicina es muy cara, como en todo el pa¨ªs, y hay solo nueve ba?os para 250 familias. Es contrario al islam compartir ba?o con mujeres y a veces no hay m¨¢s remedio. Para evitar esas situaciones hemos acordado que los hombres no vayan antes de las dos de la tarde. Pero a¨²n as¨ª, es muy complicado. Sobre todo, para los m¨¢s ancianos¡±.
Omar Alsal¨¢, de 47 a?os, vive en una caseta con dos habitaciones junto a su esposa y cinco hijos. ¡°La mayor¨ªa de las familias solo tienen una habitaci¨®n¡±, comenta. Alsal¨¢ prefiere no salir de Tr¨ªpoli para evitar represalias. ¡°Si tengo que ir, por ejemplo, a Tarjuna (en las afueras de la capital) antes tengo que hacer llamadas a alg¨²n amigo para ver c¨®mo est¨¢ la carretera¡±.
"No se puede criminalizar a todo un pueblo porque alguien de ese pueblo haya cometido un crimen"
Husane Sal¨¢, de 48 a?os, tambi¨¦n dispone de dos habitaciones. Lo ¨²nico que pide es volver a Tahuerga. La ciudad, incluso antes de ser quemada, no era especialmente bella. ¡°Pero es la tierra de nuestros abuelos. Si nos devuelven nuestra tierra yo podr¨ªa dormir en el suelo¡±.
Cuando se le pregunta a Sal¨¢ sobre las violaciones que supuestamente cometieron muchos de sus paisanos, responde: ¡°En Libia todos est¨¢bamos bajo el control de Gadafi¡±. Salem Ibrahim, que lleva la administraci¨®n del campo, a sus 28 a?os, aclara: ¡°El Ej¨¦rcito que entr¨® en Misrata no solo lo integraba gente de Tahuerga, tambi¨¦n hab¨ªa soldados del sur, de raza negra¡±.
El int¨¦rprete que trabaja con este diario, originario de Misrata, comenta a Salem Ibrahim que hay v¨ªdeos en los que se ve a gente de Tahuerga violando a mujeres en Misrata. Ibrahim alega que es solo un v¨ªdeo el que circula. ¡°Y en cualquier caso¡±, a?ade, ¡°no se puede criminalizar a todo un pueblo porque alguien de ese pueblo haya cometido un crimen¡±.
Ibrahim reconoce que ahora la situaci¨®n en Tr¨ªpoli ha mejorado. ¡°Hace unos a?os, despu¨¦s de 2011, sal¨ªas a buscar trabajo en la ciudad y puede que nunca m¨¢s volvieras aqu¨ª. A veces llegaban gente de fuera y nos disparaban. Hemos perdido a cuatro personas. Y las condiciones de vida son las que ustedes ven: falta espacio, la escuela que tenemos se inunda cada vez que llueve en invierno. El mes pasado hubo un incendio en este campo y el a?o pasado otro, porque es muy dif¨ªcil cocinar aqu¨ª¡±. Omar Mohamed Al¨ª concluye: ¡°Los libios tenemos que sentarnos a dialogar, no podemos resucitar a los muertos¡±.
A los Tahuerga de Tr¨ªpoli les separan de su ciudad fantasma solo dos horas y media de coche hacia el este y cuatro controles de polic¨ªa en la carretera. Por ahora, la distancia es insalvable.
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