S¨®lo un militar atend¨ªa las c¨¢maras de seguridad la noche de Iguala
La declaraci¨®n del sargento revela que las autoridades policiales se ausentaron de su puesto durante el ataque a los estudiantes
La noche del 26 de septiembre de 2014, cuando los estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa fueron agredidos por polic¨ªas municipales aliados con miembros del grupo criminal Guerreros Unidos, tan solo un militar estaba en el puesto de control para observar parte de lo que suced¨ªa desde las c¨¢maras de seguridad. El sargento asignado al Centro de Comando de Iguala, un sistema de coordinaci¨®n de seguridad donde hay presencia de la polic¨ªa municipal, estatal, federal y de la Defensa Nacional, era el ¨²nico encargado aquella noche de monitorear las cuatro c¨¢maras de videovigilancia ubicadas en diversos puntos de la ciudad.
El integrante del Ej¨¦rcito dijo en su declaraci¨®n ministerial, obtenida por este medio v¨ªa ley de transparencia, que desde semanas atr¨¢s los miembros de las otras corporaciones no acud¨ªan a realizar las labores de monitoreo de las c¨¢maras. ¡°El 26 de septiembre ¨²nicamente me encontraba yo monitoreando las c¨¢maras de seguridad¡±, mencion¨® en el testimonio hecho el 26 de agosto de 2015 ante la fiscal¨ªa mexicana.
El centro de comando operaba de dos formas: en un ¨¢rea los agentes de los tres niveles de gobierno acompa?ados de un miembro del Ej¨¦rcito observaban lo que ocurr¨ªa en la ciudad a trav¨¦s de las c¨¢maras de seguridad instaladas en diversos puntos. Esa noche s¨®lo funcionaban cuatro de las 25 c¨¢maras colocadas en la ciudad. En un ¨¢rea contigua, pero en las mismas instalaciones, otros polic¨ªas y militares se encargan de recibir los reportes telef¨®nicos.
El soldado al cargo de las c¨¢maras ?realiz¨® al menos nueve llamadas al oficial de inteligencia
La noche del 26 de septiembre, el soldado que estaba a cargo de las c¨¢maras, fue advertido por un polic¨ªa estatal ¨Casignado al ¨¢rea de reportes- que estuviera pendiente porque se hab¨ªa recibido una denuncia sobre el robo de varios autobuses. ¡°Me pregunt¨® si no hab¨ªa una c¨¢mara cerca de la central camionera para observar¡±, relata el militar. Aunque hab¨ªa una, era una de las que no serv¨ªa desde meses atr¨¢s. Desde ese momento se concentr¨® en observar lo que ocurr¨ªa cerca de la central de autobuses a trav¨¦s de otra c¨¢mara que captaba lo ocurrido sobre la calle Juan. N. ?lvarez, una de las avenidas principales.
Unas horas despu¨¦s se percat¨® que tres patrullas de color azul con blanco pasaron en direcci¨®n a Perif¨¦rico Norte. ¡°En la camionera de en medio viajan personas de civil en la batea de las camionetas de la polic¨ªa municipal¡±, cont¨®. Sin embargo no le prest¨® importancia porque pens¨® que la polic¨ªa atend¨ªa una denuncia com¨²n. ¡°Los eventos que se?al¨¦ se me hicieron ordinarios¡±, agreg¨®. Seg¨²n la Fiscal¨ªa en esas camionetas los polic¨ªas locales trasladaron a los normalistas hasta el punto conocido como Loma del Coyote, donde fueron entregados al grupo criminal. De ah¨ª, seg¨²n la versi¨®n de la Fiscal¨ªa y cuestionada por los familiares y grupos de expertos internacionales, los j¨®venes fueron llevados al basurero de Cocula, los ejecutaron y quemaron sus cuerpos en una hoguera gigante.
La cacer¨ªa en contra de los j¨®venes desatada la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27, donde 43 normalistas desaparecieron y otras seis personas murieron, fue presenciada por el Ej¨¦rcito. Desde las 19.00 horas del 26 que comenz¨® la persecuci¨®n, el soldado adscrito al ¨¢rea de reportes en el realiz¨® al menos nueve llamadas al oficial de inteligencia que estaba en el 27 Batall¨®n de Infanter¨ªa, en Iguala. Este a su vez le daba aviso al coronel. ¡°De inmediato y como en todas las llamadas que recibo le inform¨¦ a mi superior el coronel Jos¨¦ Rodr¨ªguez P¨¦rez¡±. Las notificaciones a los mandos superiores de la milicia fueron para avisarles del enfrentamiento entre polic¨ªas y normalistas, sobre los heridos que se hab¨ªan escondido en el hospital General y la cl¨ªnica Cristina y del ataque al autob¨²s donde viajaban los jugadores del equipo de futbol Los Avispones de Chilpancingo.
Las declaraciones de los militares muestran la pasividad del Ej¨¦rcito. El secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, sostiene que la ley impide a los militares actuar fuera de sus cuarteles si no es bajo petici¨®n de la autoridad civil. El grupo de expertos internacionales (GIEI) que investiga el caso ha cuestionado que ninguna de las autoridades que tuvo conocimiento de lo que ocurr¨ªa esa noche intervino. Los investigadores tambi¨¦n han pedido entrevistar a los militares, pero el Gobierno mexicano se ha negado.
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