Iman Maatoa, presa en su refugio
Escap¨® de la guerra de Siria, pero qued¨® viuda y su familia casi no la deja salir de la tienda donde vive
Hablar duele, pero tras cerca de tres a?os como refugiada en L¨ªbano, Iman Maatoa necesita desahogarse. Aunque sea ante una desconocida. Apenas sale de la tienda que hace las veces de su nuevo hogar desde que huy¨® de su humilde, pero confortable, piso en la periferia de Damasco. Una barriada donde rugen a diario los combates y los bombardeos. En 2013, reci¨¦n cumplidos los 27 a?os, qued¨® viuda. ¡°Cay¨® un mortero muy cerca de nuestra casa as¨ª que mi marido sali¨® junto con otros cuatro vecinos a socorrer a los heridos¡±, relata la joven. ¡°Pero cay¨® un segundo mortero y todos murieron¡±, musita. Se hab¨ªa casado a los 19 a?os, tras el benepl¨¢cito de su padre, en un matrimonio arreglado con un esposo que no conoc¨ªa. ¡°Era un buen hombre¡±, susurra.
Sin tiempo para lutos y embarazada de su tercer hijo ¡ªotro hu¨¦rfano m¨¢s de los decenas de miles que ha dejado la guerra¡ª, Maatoa abandon¨® Siria junto a sus padres en busca de paz y seguridad en el vecino L¨ªbano. Ya no teme por la vida de sus hijos, pero tampoco encontr¨® paz. Su viudedad, y por ende la ausencia de un cabeza de familia seg¨²n los par¨¢metros de una sociedad patriarcal, la expone a la arbitraria autoridad de los varones que la rodean. Presas de los acosos sexuales por parte de los trabajadores libaneses, familiares y conciudadanos sirios, las familias encierran a sus viudas. ¡°Mi padre no me deja trabajar, ni tener un m¨®vil, ni ir a clases o siquiera ir al m¨¦dico especialista porque son hombres¡±, relata ya entregada a un r¨ªo de l¨¢grimas.
Cansada de los golpes y prohibiciones de su padre, Maatoa decidi¨® mudarse a otro asentamiento informal compuesto por unas 40 tiendas. Hoy sobrevive junto a sus tres hijos en la localidad de Zahle, al este del L¨ªbano y hogar de otros 70.000 refugiados sirios. Cuatro lonas pesadas como rejas y un alambrado delimitan la extensi¨®n de su nueva libertad. ¡°El sheij [autoridad religiosa] que paga esta tierra y nuestra tienda no quiere que salgamos fuera. Dice que est¨¢ mal visto¡±, cuenta resignada. La tienda se divide entre un peque?o rect¨¢ngulo con una cama y un armario. Otro diminuto cub¨ªculo hace las veces de cocina y ba?o. Aunque pudiera salir del recinto, este se sit¨²a en pleno campo, lejos de los comercios de la ciudad.
Parad¨®jicamente, la mejor soluci¨®n que Maatoa encontr¨® para deshacerse de esa tutela compartida entre su padre y el due?o de la tierra que le acoge, fue buscar marido. ¡°Pens¨¦ que as¨ª podr¨ªa ser libre, moverme y proporcionar un hogar m¨¢s feliz a mis hijos¡±, responde casi justific¨¢ndose. Ante el creciente n¨²mero de viudas llegadas de Siria a un pa¨ªs donde el ratio de mujeres supera al de hombres, los matrimonios pol¨ªgamos se multiplican. La relaci¨®n con su nueva pareja tampoco dur¨®. El rechazo de su primera mujer y la oposici¨®n de los que los rodean acab¨® devolviendo a Maatoa y sus tres hijos a las cuatro lonas.
Hogar para ancianos y viudas refugiados, las reglas del asentamiento informal son de lo m¨¢s estricto. ¡°Al menos mis hijos pueden ir al colegio¡±, intenta consolarse la viuda. Pero tan s¨®lo el m¨¢s peque?o sonr¨ªe y juega ajeno a la conversaci¨®n. Khadija, la mayor, con 13 a?os ya cubre sus cabellos con el velo y se hace cargo de los otros dos al tiempo que observa con el rabillo del ojo a su madre. ¡°Vino una ONG para darnos clases de ingl¨¦s, pero no puedo concentrarme, no tengo la cabeza en su sitio. As¨ª que lo dej¨¦¡±, balbucea.
Sin posibilidad de poder costearse un futuro en Siria, Maatoa se ve recluida un en pedazo de tierra extranjera. Con los ojos enrojecidos y unas ojeras fruto de largas noches de insomnio, la joven se resigna al rol que la guerra y la sociedad le imponen. Una vida que alterna entre el llanto y el consuelo para sus vecinas viudas con las que comparte un mismo destino.
Riesgo de violencia sexual y explotaci¨®n
Los cinco a?os de guerra en Siria, unas 4,6 millones de personas han tenido que huir del pa¨ªs a L¨ªbano, Egipto, Irak, Jordania y Turqu¨ªa. Son refugiados. Adem¨¢s, se calcula que el conflicto ha provocado unos 11 millones de desplazados internos.
El 51,8% de los refugiados en L¨ªbano seg¨²n datos de ACNUR de un total registrado (se calcula que hay muchos mas) de 1,067,785 refugiados.
Las organizaciones internacionales alertan de que las mujeres est¨¢n muy expuestas a la violencia sexual y tambi¨¦n a la explotaci¨®n laboral.
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