Pacto de La Habana
Obama neutraliza el antiamericanismo en Latinoam¨¦rica y garantiza a Castro la soberan¨ªa de Cuba
Sonaba esta semana el himno de EE?UU en la plaza de la Revoluci¨®n de La Habana, altavoz del antiimperialismo durante m¨¢s de medio siglo. Al fondo, el rostro en relieve del Che Guevara, solo ya el p¨®ster desva¨ªdo de una revoluci¨®n nacionalista. Se oficiaban las exequias, en diferido, de la revoluci¨®n castrista, que encandil¨® a las izquierdas mundiales a comienzos de los sesenta del siglo XX. Barack Obama y Ra¨²l Castro, los protagonistas.
A Obama, la apertura a Cuba y el reconocimiento de que medio siglo de embargo fue un error que solo sirvi¨® para apuntalar el castrismo, le conceder¨¢n un lugar en la historia. Esta rectificaci¨®n, ?reversible?, pendiente del ganador de las elecciones de noviembre, y del Congreso hoy en manos de los republicanos, es un gran logro para un presidente que no ha colmado las expectativas que desat¨® su llegada.
Ra¨²l Castro y la perla de las Antillas, ya sin apoyo exterior alguno, enterrada la URSS y fenecida la Venezuela antorcha de la revoluci¨®n socialista bolivariana, quebrada econ¨®micamente, entierran su discurso de confrontaci¨®n con la hegemon¨ªa yanqui, consiguiendo a cambio el reconocimiento de su soberan¨ªa por parte de EE?UU. Toda su revoluci¨®n ha sido un proceso para sacudirse el yugo de la dependencia hist¨®rica de la gran potencia. Obama le promete en La Habana ¡ªen espa?olo que resalta m¨¢s la penosa ausencia de Espa?a y de su pol¨ªtica exterior en el tr¨¢nsito cubano¡ª que el futuro de Cuba ser¨¢ lo que quieran los cubanos.
Ra¨²l y Fidel se garantizan un proceso ordenado hasta su final biol¨®gico. Arriado pr¨¢ctico de las banderas por las que han luchado y reprimido las libertades de los cubanos desde la Nochevieja de 1959. La isla que fue espa?ola regresa a sus limites naturales: un pa¨ªs caribe?o medio sin capacidad de desestabilizaci¨®n internacional, que la tuvo, con la crisis de los misiles de 1962.
Obama neutraliza el antiamericanismo en el continente, enfermedad cr¨®nica del izquierdismo tradicional, y logra superar en Latinoam¨¦rica el estereotipo del americano feo. Para ello, se excusa por las pol¨ªticas intervencionistas de EE?UU, desde Cuba, hasta el golpe de Pinochet en Chile, pasando por la dictadura en Argentina. Y en Buenos Aires, con Macri nuevo aliado de Washington enterrando el radicalismo anti USA de Cristina Kirchner, ofrece desvelar las pruebas de la implicaci¨®n de Washington en la toma del poder por los milicos argentinos en 1976; atrevido perd¨®n para un presidente que, por primera vez, admite que su pa¨ªs err¨® y actu¨® en contra de los derechos humanos.
Obama no condiciona pol¨ªticamente la distensi¨®n con Cuba, no pide una contraprestaci¨®n democr¨¢tica inmediata. Conf¨ªa en que la lluvia mansa de los intercambios comerciales, la invasi¨®n tur¨ªstica de estadounidenses, pronto con 20 vuelos diarios a Cuba, el Internet de alta velocidad y el wifi, sean el combustible que genere el cambio. Para abandonar, en palabras de Obama, el lado equivocado de la historia. Y operar una transici¨®n democr¨¢tica, o un capitalismo de Estado inteligente como el de Vietnam, con el que EE UU pueda hacer business. ?Por qu¨¦ no?
fgbasterra@gmail.com
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