El parto de los montes

Sin ¨¢nimo de molestar, cabr¨ªa decir que la monta?a ha parido un rat¨®n. Han sido tantas las esperanzas suscitadas ante esta exhortaci¨®n apost¨®lica que, como en la f¨¢bula del parto de los montes, se esperaba un documento trascendental y decisivo. Francisco no se mueve de la doctrina tradicional. Define los problemas, pero deja las soluciones en manos de obispos y sacerdotes, muy divididos en las materias que afectan a la familia, el matrimonio y los diversos modos de vivir el amor en pareja. Amoris laetitia, titula el documento. La alegr¨ªa del amor. Las p¨¢ginas expresan de nuevo la personalidad de un pont¨ªfice distinto a casi todos sus predecesores. Denota misericordia, afecto, comprensi¨®n. Solo una vez se deja llevar por el des¨¢nimo, que parece incluso enfado. ¡°Los debates que se dan en los medios de comunicaci¨®n, y aun entre ministros de la Iglesia, van desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente fundamentaci¨®n, a la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o derivando conclusiones excesivas de algunas reflexiones teol¨®gicas¡±, escribe. Parecer¨ªa que Francisco ha guardado en el tintero decisiones y opiniones. No ser¨ªa de extra?ar. La exhortaci¨®n ha sido enmendada en varios puntos por la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, que es como se llama ahora el Santo Oficio de la Inquisici¨®n. Su prefecto, el cardenal M¨¹ller, lider¨® con desparpajo la oposici¨®n a toda reforma en los s¨ªnodos de la familia de 2014 y 2015.

Frente a jerarqu¨ªas que siempre hablan ex c¨¢tedra, habitualmente para decir no y no (como si se comunicasen por tel¨¦fono con Dios cada noche), Francisco sostiene que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales. ¡°Tenemos que ser humildes y realistas, para reconocer que a veces nuestro modo de presentar las convicciones cristianas, y la forma de tratar a las personas, han ayudado a provocar lo que hoy lamentamos. Muchos no sienten que el mensaje de la Iglesia haya sido un claro reflejo de la predicaci¨®n y de las actitudes de Jes¨²s que, al mismo tiempo que propon¨ªa un ideal exigente, nunca perd¨ªa la cercan¨ªa compasiva con los fr¨¢giles, como la samaritana o la mujer ad¨²ltera¡±, afirma.

Francisco quiere una Iglesia de campa?a, que huela a oveja, humilde, humana. En sus a?os de pastor de almas en Buenos Aires conoci¨® que, como en la Biblia, hay muchas maneras de vivir o sufrir en familia, y que son muy variados los motivos por los que se rompen los matrimonios. Muchos obispos creen que los divorcios se producen por capricho. De qu¨¦ manera viven alejados de sus fieles. En cambio, la exhortaci¨®n sostiene que ¡°hay muchas situaciones familiares distintas, creadas por las libertades de sus miembros¡±. En este punto, el Papa pone una nota a pie de p¨¢gina bien mundana. ¡°Como escrib¨ªa el poeta, toda casa es un candelabro¡±, dice. El poeta es Jorge Luis Borges, argentino como Francisco. El verso est¨¢ en el poema ¡°Calle desconocida¡±, del libro Fervor de Buenos Aires.