"La suba del transporte nos mat¨®"
El aumento del 100 % a?ade presi¨®n el ajustado presupuesto de muchas familias argentinas
Las familias argentinas son expertas en malabarismos econ¨®micos. Organizan sus compras en funci¨®n del jerogl¨ªfico de ofertas de los supermercados, cuyos precios var¨ªan seg¨²n el d¨ªa de la semana y la tarjeta con la que se compre. Con la brutal subida de precios de los alimentos, cercana al 13 % en los ¨²ltimos tres meses, algunas optan por dividir la cuenta en tres o cuatro plazos, mientras que otras acuden a mercados mayoristas para comprar m¨¢s barato. A diferencia de la comida, considerada el gasto principal por las familias trabajadoras que recurren a la sanidad y educaci¨®n p¨²blicas, el pago del transporte p¨²blico y de servicios como la luz, el gas y el agua no era un gasto importante en su presupuesto. Pero todo cambi¨® ahora, con la entrada en vigor ayer de los nuevos precios de los billetes de tren y autob¨²s, que se duplicaron y complicaron el precario equilibrio para llegar a final de mes, amenazado tambi¨¦n por la inminente llegada de facturas con subidas de m¨¢s del 300 %.
Adriana Luna toma dos autobuses y un tren cada d¨ªa para desplazarse desde Victoria, en el norte de la periferia bonaerense, hasta la capital argentina, donde trabaja como lavaplatos. Cuando termina su jornada laboral, emprende el camino de vuelta. En total, pasa casi cuatro horas al d¨ªa en desplazamientos y su gasto mensual en transporte, que rozaba los 400 pesos (27 d¨®lares) asciende ahora a casi 800 (52 $). Su salario, en cambio, se mantiene congelado en 7.600 pesos (430 d¨®lares). "La suba nos mat¨®. Se me complica much¨ªsimo", dice en la parada del autob¨²s, intercalando caladas nerviosas a un cigarrillo. Su marido, reci¨¦n cumplidos los 65, est¨¢ tramitando de urgencia los papeles para la jubilaci¨®n, antes de septiembre, cuando dejar¨¢ de ser posible jubilarse si no se ha cotizado al menos 30 a?os.
A pesar de su bajo salario, Adriana no recibe ninguna ayuda social y duda que pueda beneficiarse de la tarifa social en el transporte, un 55 % menor a la com¨²n. Tampoco entiende por qu¨¦ no existe alg¨²n tipo de billete combinado, que reduzca el gasto para aquellos usuarios que deben tomar varios medios de transporte. "Hasta ahora a los ¨²nicos que ha beneficiado el Gobierno son los ricos", lamenta, y admite que le asusta pensar la factura de gas y luz que llegar¨¢ porque ya han subido otros gastos de la casa en la que vive con sus tres hijos, todos mayores de edad.
La situaci¨®n de la familia de Nerea Doartero es algo m¨¢s desahogada, pero tambi¨¦n se ha visto muy perjudicada por la salvaje inflaci¨®n. Esta joven de 21 a?os compagina sus estudios docentes con un trabajo a jornada parcial en un negocio de comida r¨¢pida, por el que recibe en pesos unos 350 d¨®lares. Con ellos ayuda al presupuesto familiar, de cinco personas, al que tambi¨¦n aportan su madre, administrativa en un negocio de remises (taxis privados) y su t¨ªa, enfermera. En total re¨²nen unos 1.700 d¨®lares, m¨¢s otros 500 que reciben de la expareja de su madre como pensi¨®n alimenticia y se destinan al pago del alquiler de su casa en Avellaneda, en la periferia sur de Buenos Aires.
"El precio del alquiler casi se nos triplic¨® en dos a?os", detalla con un tono de indignaci¨®n en la voz. "La ¨²ltima compra en el supermercado fue de 3.000 pesos (unos 200 d¨®lares) y compr¨¦ menos que hace dos meses, cuando sal¨ªa por 2.500", agrega Nerea, responsable de las cuentas de la familia. "Es mucho m¨¢s caro que en Espa?a", compara, reci¨¦n regresada de dos meses de vacaciones all¨ª. La ropa y el calzado le parecieron mucho m¨¢s baratos all¨ª - "lo de las zapatillas es terrible, son casi la mitad de mi sueldo"- y ni hablar de la tecnolog¨ªa: el m¨®vil que le compr¨® all¨ª a su madre, aqu¨ª cuesta tres veces m¨¢s.
El transporte no supone un gran gasto para el n¨²cleo familiar, porque ella y sus dos hermanos peque?os cuentan con billetes estudiantiles, hipersubvencionados, y su madre trabaja como administrativa a solo dos manzanas de su casa, pero reconoce que a su t¨ªa, que tiene que tomar dos autobuses de ida y dos de vuelta, s¨ª que le va a afectar "Todos estamos trabajando horas extras para llegar a fin de mes", concluye.
La familia de Luis C¨¢ceres sufri¨® un gran golpe cuando en 2014 le despidieron del diario Cr¨®nica despu¨¦s de 24 a?os de trabajo. Un a?o despu¨¦s, este hombre de 54 a?os, nacido y crecido en la localidad bonaerense de Lan¨²s, decidi¨® invertir parte de la indemnizaci¨®n en un negocio de comidas junto a su esposa. Transcurridos cuatro meses se desespera por el incremento de los precios de las materias primas. La harina, que ha subido un 100 %, es esencial para preparar las pizzas, empanadas y panes caseros que vende en el local, pero no puede trasladar el aumento a los clientes por una sencilla raz¨®n: "me quedo sin".
"El primer golpe fue la subida de la carne", explica su hijo Yamil, de 29 a?os, quien hace cuatro meses que busca trabajo y le ayuda espor¨¢dicamente. El kilo de milanesas, que estaba en unos 4 d¨®lares, empez¨® a subir cuando abrieron las exportaciones de carne, y lleg¨® a duplicarse. Aumentaron proporcionalmente el precio de los s¨¢ndwiches de milanesa "y en una semana no se vendi¨® ni uno", recuerda Luis. Para intentar ajustar precios, dejaron de comprar pan y lo hacen casero, pero observan tambi¨¦n la r¨¢pida ca¨ªda del poder adquisitivo de sus clientes. "Nos piden si podemos hacer una pizza m¨¢s chica porque no les alcanza. O algunos que antes ped¨ªan milanesa a la napolitana, ahora preguntan si les podemos hacer arroz con un huevo frito", cuenta el cocinero, con las manos en la mesa.?
Con el nuevo precio de los billetes, a Yamil no le cierran los n¨²meros para sus desplazamientos: toma un autob¨²s para ir a la universidad en Buenos Aires, donde le quedan unas pocas asignaturas para licenciarse como periodista, y otro autob¨²s tres veces a la semana para dar clases de refuerzo escolar a ni?os de Villa Jard¨ªn, un asentamiento precario de Lan¨²s. "Quiz¨¢s en vez de ir tres veces ir¨¦ una", medita.
Su padre recuerda que Argentina ha superado ya muchas crisis y muchas escaladas inflacionarias, pero a¨²n as¨ª ve con pesimismo los meses que se avecinan: "Vamos para atr¨¢s, hacia un pozo ciego".
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