En todos lados cuecen farsas
En Irlanda, sin Gobierno desde febrero, los partidos negocian una coalici¨®n

¡°El primer ministro recorre el pa¨ªs despertando apat¨ªa¡±, William Whitelaw, pol¨ªtico conservador brit¨¢nico en los a?os sesenta
Las elecciones generales concluyen sin que ning¨²n partido obtenga una mayor¨ªa absoluta. Los l¨ªderes pol¨ªticos maniobran. Se re¨²nen y despu¨¦s declaran que, aunque aspiran encarecidamente a la conciliaci¨®n, el otro miente. Lo que la mayor¨ªa desea es un Gobierno de coalici¨®n; lo que nadie quiere es que se repitan las elecciones. Las semanas pasan, el ruido aumenta pero no se avanza. La palabra favorita de los comentaristas pol¨ªticos es ¡°farsa¡±. Escribe uno: ¡°En el mejor de los casos lo que vemos es una confusi¨®n de novatos; en el peor, mala fe¡±.
Bienvenidos a Irlanda.
He venido a Dubl¨ªn para dar una conferencia en un congreso de abogados, admirar el verde intenso del paisaje y tomarme unas pintas de Guinness con los infaliblemente simp¨¢ticos nativos. Mi conocimiento de la pol¨ªtica de la rep¨²blica irlandesa, antes de llegar, es cero. Mi inter¨¦s, menos. Pero veo la portada del Irish Independent y leo que el presidente del Gobierno en funciones ha declarado que lo mejor para el pa¨ªs ahora ser¨ªa acabar con ¡°la pol¨ªtica de guerra civil¡±. El primer p¨¢rrafo del art¨ªculo cita al presidente proponi¨¦ndole al l¨ªder del partido que qued¨® segundo en las elecciones ¡ªdetr¨¢s del suyo¡ª que haga causa com¨²n con ¨¦l para el bien de la naci¨®n y se incorpore a un Gobierno de coalici¨®n. El segundo p¨¢rrafo cita al aludido l¨ªder opositor respondiendo que imposible, que hab¨ªa prometido a sus votantes que jam¨¢s har¨ªa tal cosa.
Me detuve a leer las p¨¢ginas de an¨¢lisis en el diario, a escarbar en Internet, a interrogar a mis nuevos amigos abogados. Y s¨ª, d¨¦j¨¤ vu total. Igualito a Espa?a. No en todos los detalles, por supuesto, pero en cuanto a la din¨¢mica general o, mejor dicho, la par¨¢lisis reinante: calcado al ruido y a la furia y a las pocas nueces en el mundo pol¨ªtico espa?ol desde que se celebraron las ¨²ltimas elecciones generales en diciembre del a?o pasado.
Me enter¨¦, por ejemplo, de que en las elecciones irlandesas, celebradas a finales de febrero, qued¨® primero el anterior partido de gobierno, con un poco m¨¢s de la cuarta parte del voto; que qued¨® segundo su tradicional rival, con un poco menos de la cuarta parte; que el primero es de centro derecha y el segundo se inclina m¨¢s al centro por sus pol¨ªticas sociales m¨¢s progresistas; que el presidente en funciones es considerado un tipo algo pueblerino, con tendencias payasescas, cuya capacidad mental est¨¢ bochornosamente por debajo de la media de sus hom¨®logos europeos.
El tercero en la votaci¨®n fue un partido de izquierdas temido por el establishment por su percibido radicalismo. Su l¨ªder inspira fuertes emociones: u odio visceral o fervor casi religioso.
La situaci¨®n irlandesa es igual a la de Espa?a en la par¨¢lisis reinante
No pasa un d¨ªa sin que la prensa anuncie una nueva reuni¨®n entre los partidos, supuestamente para romper el impasse. Infaliblemente, las reuniones decepcionan. Los l¨ªderes tienen un ojo puesto en la urgente cuesti¨®n de lograr un acuerdo y el otro en el objetivo estrat¨¦gico de acumular mayor apoyo p¨²blico con vistas a la posibilidad de que en pocos meses se celebren unas nuevas elecciones. Por un lado, responden al clamor popular a favor de la formaci¨®n de un Gobierno asegur¨¢ndose de que todo el mundo vea ¡ªapretones de manos con sus rivales, frases piadosas y tal¡ª que este es el final que m¨¢s desean; por otro, no desaprovechan la oportunidad de retratar a sus opositores como gente de la que no hay que fiarse. He aqu¨ª la ubicuidad de la palabra ¡°farsa¡± en el lexic¨®n period¨ªstico. ?Qu¨¦ conclusiones sacar? Pues al menos cinco.
Primero, que a nadie le interesan estos juegos de p¨®quer pol¨ªticos en Irlanda o en Espa?a si no son ni irlandeses ni espa?oles. Dudo que muchos lectores de este diario sepan que el nombre del que ha sido presidente de Gobierno en Irlanda desde 2011 es Enda Kenny (yo, ni idea hasta que viaj¨¦ ahora a Irlanda). Dudo tambi¨¦n que muchos lectores del Irish Independent o del Irish Times sepan que el presidente de Gobierno de Espa?a desde ese mismo a?o se llama Mariano Rajoy.
Dos, que las diferencias ideol¨®gicas entre los dos principales partidos en ambos pa¨ªses no son tan enormes como para que les sea imposible gobernar en una gran coalici¨®n. El tema, como se?alan los comentaristas irlandeses y los abogados con los que habl¨¦, es m¨¢s bien visceral. Por su historia de enfrentamientos electorales, por antiguas enemistades personales, por antagonismos tribales rechazan la posibilidad de intentar administrar el Estado juntos.
Tres, y aqu¨ª algo de fr¨ªa l¨®gica s¨ª hay, el que ser¨ªa el socio j¨²nior en tal coalici¨®n correr¨ªa el riesgo de caer en la irrelevancia y sufrir un duro rev¨¦s en las siguientes elecciones.
La situaci¨®n irlandesa es igual a la de Espa?a en la par¨¢lisis reinante
Cuatro, que aunque la opci¨®n de la coalici¨®n entre los dos partidos m¨¢s grandes sea aritm¨¦ticamente la m¨¢s viable, podr¨ªa suponer un regalo a medio o largo plazo para el tercer votado. Tal Gobierno posiblemente ser¨ªa d¨¦bil, incluso ca¨®tico, d¨¢ndole la oportunidad al partido opositor de izquierdas de proyectarse como el aut¨¦ntico defensor de los intereses del pueblo y leg¨ªtima alternativa futura de Gobierno.
Quinto, los votantes de Irlanda y Espa?a no quieren volver a votar ahora. Como la derecha suele entender mejor que la izquierda, a las mayor¨ªas en Europa Occidental no les interesa mucho la pol¨ªtica. Hacen un esfuerzo cada cuatro o cinco a?os para superar su apat¨ªa, seguir un poco las campa?as e intentar votar con un m¨ªnimo de criterio, generalmente con el prop¨®sito prioritario de evitar que gente irresponsable o incapaz asuma el mando de la nave del Estado. Pero prefieren seguir con sus vidas y no quieren tener que molestarse con semejante tarea cada seis meses. La realidad, dura para algunos de aceptar, es que en aquellos lugares afortunados de la tierra donde reina la paz, y el 70% o el 80% de la poblaci¨®n vive muy bien, la gente no acostumbra pensar mucho m¨¢s en las intrigas pol¨ªticas de su pa¨ªs que yo, hasta hace un par de d¨ªas, en las de Irlanda.
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