Como usted y como yo (El Vaticano)
Ciertos pol¨ªticos colombianos parecen curas de aquellos o villanos de Batman. Ciertos sacerdotes colombianos parecen pol¨ªticos retardatarios o parodias de curas
Ciertos pol¨ªticos colombianos parecen curas de aquellos o villanos de Batman. Cuando se enteraron de la noticia m¨¢s cierta de este a?o ¨Cque la Corte Constitucional legaliz¨® el matrimonio igualitario el pasado jueves¨C salieron a defender la discriminaci¨®n. El procurador Ord¨®?ez, vigilante de los funcionarios colombianos recordado por su fervor religioso y su moral ins¨®lita, anunci¨® que aunque no sea de la incumbencia de su cargo acudir¨¢ al Congreso de la Rep¨²blica para que las cosas vuelvan a ser como eran antes. El concejal Ram¨ªrez, que un mal d¨ªa se apod¨® a s¨ª mismo ¡°el concejal de la familia¡±, desempolv¨® su denuncia de una ¡°dictadura homosexual¡±. La senadora liberal Morales guard¨® silencio, pero para qu¨¦ hablar cuando uno acaba de reunir dos millones de firmas contra la ¨Ctambi¨¦n aprobada¨C adopci¨®n por parte de parejas del mismo sexo.
Ciertos sacerdotes colombianos parecen pol¨ªticos retardatarios o parodias de curas. Cuando les preguntaron por la aprobaci¨®n del matrimonio homosexual salieron a defender la homofobia: Lev¨ªtico 18:22. Monse?or C¨®rdoba, el obispo de Fontib¨®n, susurr¨® un mon¨®logo tejido con frases movedizas como ¡°respetamos a todas las personas homosexuales¡±, ¡°para la Iglesia no todo lo legal es moral¡±, ¡°la ley dice que el matrimonio es entre hombre y mujer¡± y ¡°seis personas de una Corte no pueden decidir por 48 millones de colombianos¡±. Monse?or Castro, presidente de la Conferencia Episcopal, decret¨® la emergencia antropol¨®gica. Monse?or Falla, su secretario, predijo que la decisi¨®n de la Corte convertir¨ªa a Colombia en Sodoma y en Gomorra: habl¨® de ¡°dolor de patria¡±, llam¨® a los padres a ¡°desconocer algunas leyes si es necesario¡±.
Y la pregunta era por qu¨¦ les preguntan, para qu¨¦. Y la respuesta es que la Iglesia fue la ley durante tanto tiempo aqu¨ª en Colombia ¨Cy la Constituci¨®n m¨¢s duradera, la de 1886, comenz¨® ¡°en nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad¡¡± durante 105 a?os¨C que un ¡°algo superior¡± sigue siendo la ley para una buena parte del pa¨ªs. Y se sabe de memoria que cualquier progresismo de m¨¢s, cualquier compasi¨®n que no sea la suya ¨Cla piedad de la eutanasia o la misericordia del aborto, por ejemplo¨C, producir¨¢ en los curas de siempre la reacci¨®n al¨¦rgica que les causa la palabra ¡°homosexual¡±, pero no la palabra ¡°pedofilia¡±: ¡°todos somos hijos del Se?or, pero¡ no todos somos ciudadanos¡±.
Y sin embargo no deja de ser extra?o que el papa Francisco, que juega a ser el Pepe Mujica de la Iglesia, salga al d¨ªa siguiente a decir ¨Cen su exhortaci¨®n Amoris Laetitia¨C que ¡°s¨®lo la uni¨®n entre hombre y mujer cumple una funci¨®n social¡±. Es lo usual que los guardianes del viejo mundo, que es una versi¨®n irreflexiva de los hechos, griten contra el matrimonio igualitario como si fuera obligatorio, como si la homosexualidad fuera una victoria de la subversi¨®n o la sociedad alguna vez hubiera seguido el libreto al pie de la letra. Es lo com¨²n que las mayor¨ªas relacionen el reconocimiento de las minor¨ªas con el Apocalipsis, y que la Iglesia colombiana est¨¦ contra la guerra y contra la igualdad. Pero se supone que el papa Francisco es nuevo.
Se supone que s¨®lo ac¨¢ en Colombia, en esta democracia que ha sobrevivido por muy poco al miedo brutal que se han tenido las minor¨ªas y las mayor¨ªas, hemos tardado los siglos de los siglos en conseguir que ni los togados, ni los uniformados, ni los pol¨ªticos, ni las izquierdas, ni las derechas, ni los feligreses, ni los patriotas est¨¦n por fuera de la leyes. Se supone que s¨®lo aqu¨ª, en este extra?o lugar que a pesar de su guerra entre retardatarios es uno de los 24 pa¨ªses que ha reconocido que el matrimonio igualitario es un hecho, se nos va la vida defendi¨¦ndola de sus due?os.
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