La reforma econ¨®mica de Arabia Saud¨ª exige dif¨ªciles cambios sociales
La Visi¨®n 2030 que promueve el hijo del rey pone sobre la mesa el Estado rentista y la alianza de la monarqu¨ªa con los religiosos
Los Al Saud tienen prisa. Antes de que se cumpla un siglo de la fundaci¨®n del moderno Estado saud¨ª en 1932, la familia gobernante quiere llevar a cabo las reformas que el petr¨®leo le hab¨ªa permitido esquivar hasta ahora. La ambiciosa Visi¨®n 2030, que el pr¨ªncipe Mohamed Bin Salm¨¢n, hijo del rey, viceheredero y hombre fuerte del reino, present¨® el pasado lunes, se centra en la econom¨ªa, pero apunta tambi¨¦n a cambios estructurales sin los cuales los analistas consideran improbable sacar adelante el proyecto. De llevarse a cabo, supondr¨ªa renegociar el contrato social de la monarqu¨ªa con sus s¨²bditos; pocos creen que vaya a llegar tan lejos.
¡°Estamos decididos a construir un pa¨ªs pr¨®spero en el que todos los ciudadanos puedan cumplir sus sue?os, esperanzas y ambiciones¡±, promete el documento de 82 p¨¢ginas (86 en su versi¨®n en ingl¨¦s), en el que se condesa el prop¨®sito trasformador de los Al Saud. Sus ejes: una sociedad vibrante, una econom¨ªa boyante y una naci¨®n ambiciosa.
La Visi¨®n va mucho m¨¢s all¨¢ de las dos medidas que ha destacado la prensa internacional: la privatizaci¨®n parcial de Aramco, la gigantesca empresa petrolera nacional, y la creaci¨®n del mayor fondo soberano del mundo una vez que se incluyan los activos de aquella. Adem¨¢s de reducir la dependencia del petr¨®leo, aspira, entre otros, a colocar a Arabia Saud¨ª entre las 15 primeras econom¨ªas del mundo (desde el actual puesto 19?), situar tres de sus ciudades entre las cien primeras, elevar la esperanza de vida de los 74 a los 80 a?os, e incluso aumentar el gasto de los hogares en cultura y entretenimiento, o duplicar los lugares de su patrimonio incluidos en la lista de la UNESCO.
Suena casi revolucionario para un pa¨ªs en el que las estrictas regulaciones sociales ¡ªconcesi¨®n al estamento religioso que legitima la monarqu¨ªa¡ª restringen la libertad personal hasta l¨ªmites insospechados. Desde el vestido (sayones negros para ellas y t¨²nicas blancas para ellos) hasta el ocio (est¨¢n prohibidos los cines, los teatros y las discotecas), pasando por el ritmo diario (todos los negocios tienen que cerrar cinco veces al d¨ªa para el rezo). Por no hablar de la segregaci¨®n sexual, la ausencia de libertades de expresi¨®n y asociaci¨®n, o de que las mujeres tienen vedado conducir.
¡°El asunto clave va a ser c¨®mo estos objetivos razonables y ambiciosos se traducen en cambios reales¡±, ha declarado Masood Ahmed, el director para Oriente Pr¨®ximo y Asia Central del Fondo Monetario Internacional.
Hasta ahora, el pacto consist¨ªa en que la familia real se ocupaba de las necesidades materiales de sus s¨²bditos y a cambio estos no cuestionaban su poder absoluto. En la medida en que los decrecientes ingresos del petr¨®leo ya no pueden financiar esas demandas crecientes, se necesita que la poblaci¨®n, 21 millones de saud¨ªes, se implique m¨¢s en el desarrollo del pa¨ªs, cuyo sector privado recae casi totalmente sobre los hombros de 10 millones de trabajadores extranjeros.
¡°Los saud¨ªes intentan repetir el modelo chino, facilitar crecimiento y oportunidades para su juventud sin hacer concesiones pol¨ªticas significativas¡±, interpreta el analista estadounidense Brian M. Downing.
Para lograrlo no basta sin embargo con que el pa¨ªs se abra al comercio, la inversi¨®n y los visitantes extranjeros. Las reformas exigen poner patas arriba la estructura social del ultraconservador reino y eso es algo sobre lo que ni el texto de la Visi¨®n 2030 ni el pr¨ªncipe Mohamed han dado detalles. Desde la necesidad de una mayor transparencia en la gesti¨®n p¨²blica hasta el requisito de leyes civiles que den seguridad jur¨ªdica a los potenciales inversores, todo choca con el aislacionismo promovido por los cl¨¦rigos fundamentalistas que sustentan el gobierno absoluto de los Al Saud.
¡°Es dif¨ªcil ver c¨®mo pueden llevarse a cambo esos cambios si se mantiene como hasta ahora la alianza entre la monarqu¨ªa y el estamento religioso¡±, opina un observador europeo que pide el anonimato porque viaja con frecuencia a Arabia Saud¨ª.
Esa alianza, sellada en el siglo XVIII con el ultraortodoxo Mohamed Abdel Wahhab (de ah¨ª el nombre de wahab¨ª con el que se conoce la estricta interpretaci¨®n saud¨ª del islam), permiti¨® a Abdelaziz Ibn Saud, padre del actual monarca, fundar el reino en 1932. Los Al Sheij, descendientes de Abdel Wahhab, a¨²n controlan las instituciones religiosas cuya influencia se extiende a todos los aspectos de la sociedad.
Algunos analistas han querido ver en el reciente anuncio de limitaciones a la polic¨ªa religiosa, importante instrumento de control social de los ultraconservadores, un intento de la familia real de poner riendas a su poder. Sin embargo, la Visi¨®n es muy cuidadosa en sus planteamientos e insiste una y otra vez en las ra¨ªces isl¨¢micas del pa¨ªs. Incluso las propuestas aparentemente anodinas de construir ¡°el mayor museo isl¨¢mico¡± o promover el deporte resultan controvertidas para los fundamentalistas, quienes se oponen tanto a la exhibici¨®n de objetos que equiparan con la idolatr¨ªa como a que las mujeres se ejerciten.
Las expectativas que seg¨²n la prensa local hab¨ªa despertado el anuncio entre las saud¨ªes quedaron defraudadas. El plan solo contempla el modesto objetivo de elevar su participaci¨®n en la fuerza de trabajo del 22% al 30% en los pr¨®ximos 15 a?os. Nada sobre el principal obst¨¢culo para su integraci¨®n laboral: la prohibici¨®n de conducir en un pa¨ªs donde el transporte p¨²blico urbano es inexistente y el crecimiento horizontal de las ciudades exige grandes desplazamientos.
Al ser preguntado por el asunto durante la conferencia posterior a la presentaci¨®n, el pr¨ªncipe Mohamed se escud¨® en el habitual argumento de la familia real de que la sociedad a¨²n no est¨¢ preparada para ello. Quienes realmente no est¨¢n preparados son los ulemas, que han convertido la segregaci¨®n de la mujer en bandera de su autoridad. Y los Al Saud siempre han sido muy cuidadosos con ellos, ya que hist¨®ricamente los principales desaf¨ªos a su Gobierno han venido de sectores religiosos conservadores que se han sentido agraviados.
Otro importante frente de contenci¨®n va a ser la reforma de la educaci¨®n. Aqu¨ª el hijo del rey ha sido m¨¢s expl¨ªcito al comprometerse a crear ¡°un sistema educativo alineado con las necesidades del mercado¡±. Desde hace a?os, se ha hecho evidente que un curr¨ªculo centrado en el estudio del Cor¨¢n resulta poco ¨²til para encontrar trabajo. Y la presi¨®n es enorme. La mitad de los saud¨ªes tiene menos de 25 a?os. Eso significa que dos millones necesitar¨¢n un empleo en la pr¨®xima d¨¦cada y entre los menores de 30 el paro es del 29 %.
Adem¨¢s del curr¨ªculo, hay que cambiar la mentalidad. Tres cuartas partes de los saud¨ªes trabajan en un sector p¨²blico ineficiente e insostenible, mientras que el 80% de los trabajadores del sector privado son extranjeros.
A pesar del entusiasmo de los medios locales y los sectores liberales que apoyan a la familia real como freno ante el avance integrista, algunos saud¨ªes se muestran esc¨¦pticos. ¡°Sin comentarios¡±, fue la ¨²nica reacci¨®n al anuncio de @Mujtahidd, el Julian Assange saud¨ª. Su observaci¨®n iba acompa?ada de un montaje fotogr¨¢fico que yuxtapone la promesa del pr¨ªncipe Mohamed de librar a Arabia Saud¨ª de la dependencia del petr¨®leo para 2020, con la que hizo su padre en 1978 de convertir Riad en una de las grandes ciudades del mundo para 1985.
Queda por ver si, como ha dicho el hijo del monarca, ¡°la Visi¨®n no es un sue?o, sino algo que se har¨¢ realidad¡±.
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