Lo que aprend¨ª en mis 16 a?os de EL PA?S en Brasil
No es f¨¢cil para un espa?ol contar un pa¨ªs poli¨¦drico, complejo, que no se siente ni europeo ni latinoamericano
De mis 40 a?os en exclusiva con este diario, 16 de ellos los he vivido en Brasil. Cuando llegu¨¦, a finales de 1999, EL PA?S no ten¨ªa aqu¨ª corresponsal. Este pa¨ªs, motor del continente, no interesaba entonces a Espa?a. Hoy, como ha escrito el director del peri¨®dico, Antonio Ca?o, Brasil es parte viva del proyecto global del peri¨®dico.
Si EL PA?S naci¨® con los ojos puestos en el gran continente de Latinoam¨¦rica, sin el que Espa?a no es posible pensarse, Brasil no pod¨ªa quedarse fuera solo porque no hablaba espa?ol. Los millones de lectores brasile?os de EL PA?S podr¨¢n explicar lo que para ellos ha significado el encuentro con este diario. Por mi parte, lo que puedo decir es lo que me supuso la experiencia de escribir hasta hoy varios miles de art¨ªculos sobre la realidad de este gigante americano.
Hoy no consigo pensarme sin mis 40 a?os de experiencia escribiendo en absoluta libertad para este diario que, desde que naci¨®, reci¨¦n enterrado el dictador Franco y cerrada la tr¨¢gica aventura de una guerra civil, se convirti¨® en el s¨ªmbolo de la defensa de las libertades pisoteadas por la dictadura.
EL PA?S, que naci¨® de la intuici¨®n del joven periodista de 31 a?os Juan Luis Cebri¨¢n, me ense?¨® m¨¢s que la Universidad. Me permiti¨® recorrer varias veces el mundo, observ¨¢ndolo con curiosidad, una cualidad sin la que no existe el periodismo.
Obsesivo en ofrecer una informaci¨®n independiente, libre, con los ojos puestos en la defensa de las minor¨ªas y contra los atropellos del poder, EL PA?S, laico y abierto a todas las novedades, me vacun¨® contra posibles contaminaciones ideol¨®gicas.
Y si es verdad que no existe la objetividad , me ense?¨® que el oficio del periodista exige no tergiversar la verdad, cont¨¢ndola con lealtad y analiz¨¢ndola con honradez.
Aprend¨ª sobre todo que, a pesar de que el periodismo es m¨¢s un oficio que una profesi¨®n, es imprescindible para la democracia. Entend¨ª que gustamos al poder de turno solo cuando nos convertimos en sus propagandistas. Aprend¨ª que un peri¨®dico sin vocaci¨®n de vigilar al poder es solo un follet¨ªn.
En mis dos a?os como Defensor del Lector, el m¨¢s ingrato de todos porque te obliga a ser juez de tus compa?eros, comprend¨ª que el peri¨®dico no es de sus propietarios, ni de nosotros los periodistas, sino de quienes nos leen.
?Y Brasil? A este pa¨ªs, que no me fue dif¨ªcil amar, he dedicado ya un tercio de mi vida del peri¨®dico. No es f¨¢cil para un espa?ol contar Brasil, un pa¨ªs poli¨¦drico, complejo, que no se siente ni europeo ni latinoamericano, sino solo brasile?o, algo dif¨ªcil de definir para ellos mismos.
Dif¨ªcil contar al mundo un pa¨ªs joven y antiguo a la vez con vocaci¨®n de continente, rico de diversidad y al mismo tiempo cruel con sus minor¨ªas.
Su sociedad me conquist¨® por su capacidad de acogida, por su peculiaridad de hacer que nadie aqu¨ª se sienta solo, por la facilidad de sus gentes en disfrutar de sus peque?os espacios de felicidad.
Una sociedad que me duele, a la vez, con su carga de violencia institucional, con la pobreza cultural de tantos de sus pol¨ªticos y con sus sangrantes desigualdades sociales
Un pa¨ªs que me fascina por esa innata solidaridad entre los m¨¢s pobres que chirr¨ªa con el desinter¨¦s y el ego¨ªsmo de los m¨¢s ricos.
Muchos de mis lectores me reprochan a veces ver a Brasil con ojos europeos. Otros me agradecen haber sabido, a veces, leer la complejidad, los latidos y anhelos de superaci¨®n de esta sociedad mejor que muchos brasile?os.
?O ser¨¢ que ya me he hecho, sin saberlo, un brasile?o m¨¢s, con sus defectos y sus virtudes y por eso empiezo a entender y amar hasta sus debilidades?
Entre lo mucho que he aprendido en este diario, una buena parte la debo al equipo de j¨®venes periodistas brasile?os, bajo la batuta de la dulce y al mismo tiempo firme de Carla Jim¨¦nez. Un equipo que est¨¢ haciendo posible esta nueva aventura de EL PA?S, con pasi¨®n y sin regatear sacrificios. Ellos me recuerdan, con su juventud, la pasi¨®n del primer grupo de quijotes que crearon hace 40 a?os el peri¨®dico.
Los periodistas brasile?os nos est¨¢n ense?ando que es posible colaborar juntos sin sacrificar la riqueza de nuestras diferencias.
Cuando, a los pocos meses de haber nacido EL PA?S, Juan Luis Cebri¨¢n me pidi¨® ser corresponsal en Italia y en el Vaticano, le pregunt¨¦: ¡°?Y cuanto va a durar este peri¨®dico?¡± Me mir¨® seguro y me dijo: ¡°M¨¢s que t¨² y que yo¡±. Hace de ello 40 a?os y el peri¨®dico sigue vivo, creciendo y en alerta para entender a una sociedad que nos sorprende cada momento con sus cambios y novedades.
Larga vida tambi¨¦n a esta viva y pujante edici¨®n brasile?a, sin la que hoy EL PA?S se quedar¨ªa manco, como se queda feo y mutilado el mapa de Am¨¦rica Latina si de ¨¦l arrancamos a Brasil.
Hagan la prueba.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.