Muere en Chile Margot Honecker, la mujer fuerte de la desaparecida RDA
La viuda de Erich Honecker, l¨ªder de la Alemania Oriental, fallece a los 89 a?os en su casa de Santiago
En su casa de Santiago de Chile y acompa?ada de su hija Sonja, de una amiga y de una enfermera, alrededor de las 7.20 horas de esta ma?ana falleci¨® Margot Honecker, la mujer fuerte de la desaparecida Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA). Ten¨ªa 89 a?os y aunque estaba enferma de un c¨¢ncer de h¨ªgado, no perdi¨® nunca la lucidez. Hace meses no se le ve¨ªa en actividades p¨²blicas, como recepciones diplom¨¢ticas, a las que asist¨ªa espor¨¢dicamente. El pasado 17 de abril hab¨ªa conmemorado su cumplea?os junto a su estrecho c¨ªrculo ¨ªntimo, pero la Primera Dama de Alemania Oriental se termin¨® de extinguir este viernes de madrugada, cuando comenz¨® su agon¨ªa. Para ma?ana est¨¢ programado su funeral en el Cementerio Parque del Recuerdo de la capital chilena, donde sus restos ser¨¢n cremados en un funeral sencillo a las 10.00 de la ma?ana local.
Nacida en 1927 en la ciudad de Halle, a los 22 a?os se convirti¨® en la parlamentaria m¨¢s joven de la RDA. Desde 1963 hasta 1989 se desempe?¨® como ministra de Educaci¨®n Popular, mientras su marido, el comunista Erich Honecker, entre 1976 y 1989 alcanz¨® la Jefatura de Estado de la Alemania Oriental. Como ministra y Primera Dama, lleg¨® a ser una de las mujeres m¨¢s poderosas de la ¨®rbita sovi¨¦tica. Sus discursos eran televisados ante millones de alemanes y el papel que cumpli¨® en esas d¨¦cadas todav¨ªa desatan resistencia entre sus compatriotas. Su vida en Chile, sin embargo, era sumamente discreta y reservada. Luego de la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, la pareja ingres¨® a la embajada de Chile en Mosc¨² en diciembre de 1991. Despu¨¦s de una dif¨ªcil negociaci¨®n diplom¨¢tica, la orden de Boris Yeltsin de expulsarlos y del inicio de un juicio en Alemania por la muerte de 49 personas que intentaron cruzar el muro, comenz¨® el destierro en Sudam¨¦rica. Arribaron a Chile en 1992, donde Erich Honecker falleci¨® dos a?os despu¨¦s tambi¨¦n a causa de un c¨¢ncer de h¨ªgado.
Los vecinos del municipio de La Reina, en la precordillera de Santiago, acostumbraban a verla paseando por el barrio y haciendo las compras. Resid¨ªa en el condominio Andalau¨¦, donde pod¨ªa vivir con mucha tranquilidad: en Chile su rostro no era conocido masivamente por la ciudadan¨ªa. Pero aunque procuraba el bajo perfil, se cuid¨® siempre de no entregar opiniones pol¨ªticas y sus amistades se restring¨ªan a un pu?ado de militantes comunistas, Margot Honecker nunca dej¨® de reivindicar en privado el r¨¦gimen de su marido. Fue en 2012, sin embargo, cuando rompi¨® su silencio ante la televisi¨®n p¨²blica alemana: ¡°Para m¨ª, la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana era mi vida. Yo trabaj¨¦, colabor¨¦, desde el primer momento, por la construcci¨®n de ese pa¨ªs. Dediqu¨¦ toda mi vida a ello y es verdaderamente tr¨¢gico que ya no exista¡±, se?al¨® en el documental La ca¨ªda de los Honecker, que alcanz¨® alt¨ªsimos niveles de audiencia en su pa¨ªs.
Honecker era consiente de que los 13 a?os de Gobierno de su marido ten¨ªan fuertes detractores en el mundo. Pero en el documental de 2012 se decidi¨® a responder las acusaciones: ¡°?Cu¨¢les fueron los cr¨ªmenes de la RDA? ?Que la gente haya vivido en libertad? ?Que las personas tuvieran perspectivas en su vida? ?Que las personas pudieran ganar un sueldo honestamente? ?Que tuvieran una buena educaci¨®n, un buen sistema de salud? ?Que las personas pudieran opinar? ?Que me expliquen d¨®nde est¨¢ el delito!¡±, se?al¨® Honecker. Sobre la muerte de 136 personas que intentaron cruzar el muro que dividi¨® Alemania durante 28 a?os, la mujer fuerte de la RDA neg¨® que el r¨¦gimen haya ordenado dispararles: ¡°Para nadie es indiferente que una persona joven pierda la vida de esa manera, porque es una muerte innecesaria. Esa persona no ten¨ªa para qu¨¦ haber saltado por encima del muro. Pagar con la vida por esa estupidez es algo terrible¡±.
Nunca dej¨® de estar atenta a lo que ocurr¨ªa en Alemania. En su habitaci¨®n instal¨® un ordenador, donde le¨ªa a diario las noticias de su pa¨ªs. Tampoco lleg¨® nunca a estar de acuerdo con la unificaci¨®n: ¡°Se equivocaron. Cometieron un enorme error pol¨ªtico¡±, indic¨® en La ca¨ªda de los Honecker.
En Chile, el pa¨ªs al que lleg¨® hace 24 a?os, quedar¨¢ su hija Sonya y sus dos nietos chileno-alemanes. Su funeral de este s¨¢bado se realizar¨¢ directamente en el crematorio del cementerio, donde se producir¨¢ una especie de conversaci¨®n entre quienes le quieran dirigir algunas palabras. Entre los asistentes estar¨¢n militantes comunistas y dirigentes de izquierda chilenos que vivieron su exilio en la desaparecida RDA.
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