Mitolog¨ªa del empleo (y la pol¨ªtica)
Los cambios tecnol¨®gicos veloces siempre son desestabilizadores
Uno de los muchos mitos que est¨¢n reemplazando a la realidad en la campa?a presidencial de Estados Unidos es que un presidente puede "recuperar" los puestos de trabajo industriales que los empresarios "antiamericanos" se han llevado fuera. Es algo similar a la idea de que Alemania "necesita" inmigrantes para sustituir a sus trabajadores envejecidos.
Pero esa idea, para bien o para mal, est¨¢ equivocada. M¨¢s bien, da la impresi¨®n de que, en las sociedades postindustriales modernas, nos encontramos en las primeras fases de una transformaci¨®n radical de la relaci¨®n entre la necesidad de mano de obra de una sociedad y su capacidad de crecimiento, basada en un cambio tambi¨¦n radical de la capacidad de la tecnolog¨ªa para ejecutar una variedad cada vez mayor de tareas cognitivas.
Dicho en pocas palabras, las m¨¢quinas "inteligentes" est¨¢n sustituyendo a personas menos inteligentes a una velocidad que parece cada vez mayor y cada vez con m¨¢s probabilidades de destruir empleo.
Hasta ahora, el progreso tecnol¨®gico hab¨ªa liberado a las personas de los trabajos pesados, y despu¨¦s de las tareas repetitivas y rutinarias, y hab¨ªa permitido crear nuevos sectores (y nuevos trabajos) basados en una mayor productividad y un mayor conocimiento. El proceso que Schumpeter denomin¨® de "destrucci¨®n creativa" fue la base fundamental del capitalismo moderno: puestos de trabajo perdidos, empresas arruinadas y sectores desaparecidos, todos ellos sustituidos por otros m¨¢s productivos, ricos y din¨¢micos. Coches de caballos reemplazados por autom¨®viles; los obreros de las f¨¢bricas, por empleados administrativos; los cajeros de ventanilla, por creadores de aplicaciones para dispositivos m¨®viles.
Sin embargo, ahora parece ocurrir algo nuevo. En lugar de limitarse a sustituir actividades manuales y repetitivas, o a servir de complemento a los trabajadores que llevan a cabo tareas cognitivas de rutina (por ejemplo, las computadoras que utilizan los empleados), la tecnolog¨ªa est¨¢ empezando a mostrar su capacidad de realizar trabajos no rutinarios, tanto manuales como basados en el conocimiento. Es lo que hacen, por ejemplo, los asistentes personales automatizados, las infraestructuras inteligentes (el puerto de carga de Singapur es un 43% m¨¢s eficiente que los de Estados Unidos), los motores de b¨²squeda legal (el software para descubrimiento de pruebas forma ya parte de muchos procesos legales) y, pronto, los coches sin conductor (a los que seguir¨¢n los camiones y los barcos).
Antes, los trabajadores desplazados por las innovaciones tecnol¨®gicas pod¨ªan volver a formarse para adquirir nuevas aptitudes, complementarias o distintas de las de las m¨¢quinas y computadoras. Eso, unido a la deslocalizaci¨®n ¡ªque, por otra parte, tambi¨¦n est¨¢ disminuyendo debido a los cambios tecnol¨®gicos¡ª, hizo que el centro de gravedad de la fuerza laboral estadounidense pasara de las f¨¢bricas al sector servicios. Todo hace pensar que esta tendencia va a continuar: es cierto que los puestos de trabajo industriales est¨¢n pr¨¢cticamente desaparecidos (lo siento, Donald), pero los sectores del conocimiento crecen a un ritmo exponencial.
No obstante, lo que en realidad est¨¢ aumentando a toda velocidad es la potencia de computaci¨®n, as¨ª como la capacidad de almacenamiento, el volumen y el detalle de los "grandes archivos de datos". Como consecuencia, la inform¨¢tica abarca cada vez m¨¢s tareas que no son cognitivas ni tienen nada de rutinarias. Es posible que los robots, que hace mucho tiempo sustituyeron a los trabajadores cualificados en las cadenas de montaje, pronto sustituyan tambi¨¦n a traductores, enfermeros de cuidados intensivos y conductores de camiones, para no hablar de encargados de archivos, camareros y gestores de valores financieros.
?Hasta d¨®nde podemos llegar? Un an¨¢lisis reciente de McKinsey llega a la conclusi¨®n de que, con la tecnolog¨ªa actual, el 45% de las actividades remuneradas que ejercen las personas se pueden automatizar. Aunque en la actualidad no ser¨ªa posible sustituir por completo m¨¢s que a un 5% de los trabajadores, un tercio de las tareas que lleva a cabo el 60% podr¨ªa automatizarse sin necesidad de ninguna innovaci¨®n tecnol¨®gica m¨¢s. No est¨¢ claro qu¨¦ significa eso en p¨¦rdida de puestos de trabajo, pero, al examinar el sector de los seguros, los analistas de McKinsey infieren que el 35% de los puestos actuales de trabajo a tiempo completo tienen muchas probabilidades de desaparecer de aqu¨ª a 2025.
En la Universidad de Oxford, Carl Frey y Michael Osborne han profundizado m¨¢s. Despu¨¦s de analizar m¨¢s de 700 categor¨ªas laborales diferentes, llegaron a la conclusi¨®n de que casi el 50% del empleo total en Estados Unidos se encuentra en puestos con grandes probabilidades de automatizarse en la pr¨®xima d¨¦cada, siempre que contin¨²en produci¨¦ndose innovaciones. Y a corto plazo, dicen, la mayor¨ªa de los trabajadores de los sectores de transporte, log¨ªstica, oficinas, apoyo administrativo y fabricaci¨®n ser¨¢n sustituidos por m¨¢quinas y sistemas informatizados.
Por supuesto, los cambios tecnol¨®gicos veloces siempre son desestabilizadores. Ya en el siglo XVI, la reina Isabel I de Inglaterra se neg¨® a conceder una patente a una m¨¢quina de tejer por el temor a que se perdieran muchos puestos de trabajo; al final, la m¨¢quina se construy¨® y tejer a mano se convirti¨® en un hobby.
Se puede demostrar que, a largo plazo, la tecnolog¨ªa ha desembocado en mayor productividad, m¨¢s puestos de trabajo y m¨¢s bienestar social. La pregunta imposible de responder es si estamos acerc¨¢ndonos a un punto de inflexi¨®n, un momento en el que el ritmo de destrucci¨®n de empleo sea superior al de creaci¨®n de empleo, al menos en las sociedades avanzadas, y especialmente en pa¨ªses como Estados Unidos que, de forma sistem¨¢tica, invierten demasiado poco en educaci¨®n y, por tanto, no s¨®lo fomentan la automatizaci¨®n sino que dejan a sus trabajadores mal preparados para alternativas de futuro.
Ahora bien, si resulta que es cierto que las transformaciones tecnol¨®gicas descontroladas provocan una destrucci¨®n neta de empleo, ?tratar¨¢ la sociedad de volver a meter al genio en la l¨¢mpara? No es dif¨ªcil imaginar a un presidente que ¡ªal comprender de pronto que no es que los puestos de trabajo industriales est¨¦n y¨¦ndose a M¨¦xico, sino que est¨¢n desapareciendo¡ª intente apelar a la Isabel I que lleva en su interior: "Considerad lo que este invento podr¨ªa hacer a mis pobres s¨²bditos. Sin duda les causar¨ªa la ruina, al privarles de trabajo y convertirlos en mendigos".
*Alan Stoga es Asociado Senior en Kissinger Associates, Nueva York.
*Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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