Ecuador localiza el cad¨¢ver de la v¨ªctima 661 un mes despu¨¦s del terremoto

Un reloj marca las siete menos un minuto en la pared de un centro comercial de Portoviejo (Manab¨ª). Hace un mes se par¨®, justo en el momento en que un terremoto de 7,8 en la escala de Richter dej¨® 661 muertos e interrumpi¨® la vida de miles de personas en las principales ciudades y en los pueblos peque?os de la costa norte de Ecuador. Desde entonces, el reloj y el d¨ªa a d¨ªa de los afectados permanecen inmovilizados.

La gente sigue durmiendo en las calles, en parques o en albergues mientras las m¨¢quinas excavadoras derriban las casas que quedaron comprometidas, a raz¨®n de unas 25 al d¨ªa. Pedernales, al norte de Manab¨ª, fue la tumba de 173 personas y la ciudad m¨¢s afectada. Un mes despu¨¦s del temblor, su actividad productiva no se ha recuperado ni a la mitad, seg¨²n cuenta a medios locales el ministro de Interior, Jos¨¦ Serrano. Ni la industria pesquera ni la camaronera se han recuperado. Pedernales creci¨® en la ¨²ltima d¨¦cada gracias, en buena parte, a esos sectores y al turismo. El terremoto dej¨® a m¨¢s de 24.800 personas sin empleo, casi 18.000 solo en la provincia de Manab¨ª.

Este fin de semana deber¨ªa haberse inaugurado el mercado de mariscos para que los pescadores artesanales de pescado y camar¨®n pudieran empezar a vender su producto. Pero un retraso en las obras, mantendr¨¢ a esos trabajadores que viven de lo que capturan al d¨ªa en sus barcas, deambulando por las calles en busca de compradores. La misma situaci¨®n que lamentaba una semana despu¨¦s del temblor ¡ªhace unos 20 d¨ªas¡ª la presidenta del gremio (Fenacopec), Gabriela Cruz. ¡°Para qu¨¦ vamos a salir a pescar si no tenemos qui¨¦n nos compre el pescado¡±, hablaba en nombre de la desesperaci¨®n de los pescadores que buscaban una manera de salir adelante despu¨¦s de perderlo todo.

Los turistas nacionales regresan poco a poco a las zonas, pero m¨¢s por solidaridad que por placer. Responden a la nueva llamada de ayuda de los lugare?os de las zonas devastadas: ¡°Con tu compra nos ayudas a salir adelante. No nos vamos, nos quedamos¡±. Ya hay restaurantes peque?os que ofrecen men¨²s del d¨ªa, pero sigue habiendo dificultad para encontrar alojamiento en las poblaciones m¨¢s peque?as. ¡°Con cr¨¦ditos, dejando de comer o divertirnos, levantamos estos apartamentos que alquil¨¢bamos a los turistas¡±, se resigna Mauricio Colasma, en Perdernales, mientras una m¨¢quina excavadora tumba en tres horas lo que le cost¨® tres a?os construir. Su esposa le da la espalda a la escena y llora.

Lo m¨¢s dif¨ªcil para los 73.000 desplazados por el terremoto es recuperar la rutina diaria. Primero, superar la p¨¦rdida de seres queridos, pero tambi¨¦n volver a tomar las riendas de la vida, cuando se ha perdido el trabajo y la casa donde vivir. ¡°Muchos comienzan a darse cuenta de que pr¨¢cticamente se quedaron sin nada, tanto en lo material como en lo familiar. Eso genera procesos postraum¨¢ticos que se manifiestan en cambios de car¨¢cter, discusiones dentro de los albergues y hay que canalizar esas energ¨ªas¡±, comenta en un peri¨®dico local el coordinador de Emergencias de Aldeas Infantiles S.O.S, Marcelo Cedillo. Es la etapa en la que se empieza a ver la realidad.

Y ese panorama incluye que en las zonas cero de Manta y Portoviejo, dos de las ciudades m¨¢s grandes y m¨¢s afectadas de Manab¨ª, sigue sin haber electricidad, tambi¨¦n que hay m¨¢s de 10.000 edificaciones comprometidas o directamente colapsadas y eso son casas, negocios, empresas y edificios p¨²blicos. Tambi¨¦n que casi 700 centros educativos de distintos niveles no pueden a¨²n recibir a estudiantes y que 7.523 empresas siguen sin operar al 100 %. Con este panorama, los supervivientes del peor terremoto que ha golpeado a la regi¨®n desde el desastre de Hait¨ª, se aferran a la fe y a la religi¨®n. El d¨ªa en que se cumpli¨® un mes, se oficiaron varias misas en las iglesias que quedaron en pie o en carpas dentro de los albergues por las 661 v¨ªctimas. La ¨²ltima fue encontrada el s¨¢bado con su cuerpo destrozado por las m¨¢quinas que trabajan para recuperar el ritmo de vida de los que s¨ª sobrevivieron.