La pelea definitiva entre Boris y Dave
El pulso entre el exalcalde de Londres y el primer ministro brit¨¢nico por sus posturas en el refer¨¦ndum encarna la divisi¨®n 'tory'
A los dos viejos amigos y rivales les gusta recordar aquella ocasi¨®n en que llegaron a las manos. Sucedi¨® durante una de sus primeras reuniones tras llegar David Cameron a Downing Street. La negociaci¨®n se hab¨ªa bloqueado por el desacuerdo ante una cantidad de fondos para Londres solicitada por Boris Johnson. El entonces alcalde se abalanz¨® sobre las notas privadas del primer ministro para tratar de descubrir cu¨¢l era su postura final. Cameron se lo impidi¨® y los dos acabaron forcejeando en el suelo por aquellos apuntes. La cara de la secretaria personal de Cameron al irrumpir en la sala y encontrarse a dos adultos peleando en el suelo debi¨® de ser un poema.
Cameron record¨® por ¨²ltima vez la an¨¦cdota el pasado d¨ªa 12 de mayo, en su discurso en la fiesta de despedida de Johnson de la alcald¨ªa. No se sabe con certeza qui¨¦n de los dos se hizo con el documento tras la pelea: ambos se han atribuido hist¨®ricamente la victoria. Pero en esta ¨²ltima ocasi¨®n, el primer ministro baj¨® la guardia y reconoci¨® no estar seguro de ¡°qui¨¦n se qued¨® con el trozo de papel¡±.
¡ª?Me lo qued¨¦ yo! ¨C grit¨® Boris Johnson, despertando las carcajadas de los asistentes.
La an¨¦cdota sirve de met¨¢fora de la campa?a por el refer¨¦ndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE: una pelea entre dos viejos amigos y rivales. La diferencia es que lo que aqu¨ª est¨¢ en juego no es un trozo de papel, sino el futuro del pa¨ªs y, tambi¨¦n, el de los dos protagonistas.
El viernes 19 de febrero, Cameron volv¨ªa de Bruselas con un acuerdo que estaba lejos de ofrecer el ¡°cambio sustancial¡± en el encaje de Reino Unido en la UE que hab¨ªa prometido, pero que le serv¨ªa para hacer campa?a por la permanencia. Se levantaba el voto de silencio sobre los miembros del Gobierno.
La fractura segu¨ªa el guion previsto. Euroesc¨¦pticos y eur¨®filos se alinearon a uno y otro lado. Pero Boris Johnson guard¨® silencio.
Aumenta la opci¨®n por la permanencia
Sube el apoyo a la permanencia. As¨ª lo se?alan los ¨²ltimos sondeos. En uno publicado en The Telegraph el pasado martes, la opci¨®n del s¨ª se situaba 13 puntos por encima de la del Brexit. La encuesta indicaba que la opci¨®n de permanecer crec¨ªa incluso entre los mayores de 65 a?os, cuyo apoyo al Brexit pasaba del 62% al 44% en tres meses. Los conservadores aparecen m¨¢s divididos que los laboristas.
Las casas de apuestas son otra medida, a menudo m¨¢s certera que los sondeos, para analizar la evoluci¨®n de las tendencias de voto. La firma William Hill ha elevado al 85% el porcentaje de posibilidades de que Reino Unido siga en la UE, mientras que Ladbrokes otorga un 79% de opciones de victoria a los partidarios de mantener el status quo. El Brexit se paga hoy seis a uno.
Convencer a Johnson se convirti¨® en la prioridad de Cameron ese fin de semana. El popular alcalde era el ¨²nico verdadero obst¨¢culo entre el primer ministro y la victoria. Pero la tarde del domingo, ante una nube de periodistas congregada a las puertas de su casa, Johnson anunci¨® que apoyar¨ªa el Brexit. La decisi¨®n le hab¨ªa sido comunicada a Cameron por mensaje de texto solo nueve minutos antes. La guerra hab¨ªa empezado.
Aquel d¨ªa la pol¨ªtica brit¨¢nica se vio tomada por una rivalidad personal fraguada en el colegio de Eton, cuna del privilegio y el poder en Reino Unido. Hijo de un eur¨®crata y una artista, nacido en Nueva York y con sangre turca, Johnson se ganaba su derecho a pertenecer a esa ¨¦lite a base de ingenio y brillantez. Cameron, en cambio, estaba ah¨ª por innegable derecho familiar y no ten¨ªa nada que demostrar.
En la marcada jerarqu¨ªa de Eton, Johnson era el l¨ªder que aspiraba a grandes logros. Cameron, dos cursos por debajo, apenas dej¨® huella. La historia quiso que finalmente fuera Dave ¡ªJohnson nunca ha dejado de llamarle por su diminutivo¡ª quien se llevara el gran puesto. Pero quienes les conocen aseguran que su relaci¨®n nunca ha dejado de estar marcada por la jerarqu¨ªa establecida en Eton.
Lo que pas¨® aquel fin de semana de febrero queda para la especulaci¨®n. Lo cierto es que Johnson no es un euroesc¨¦ptico del sector duro. ¡°El problema es que no soy un partidario de salir¡±, dijo antes de las navidades a un grupo de diputados. Pod¨ªa haber estado a uno u otro lado, con el primer ministro o contra ¨¦l, y eligi¨® lo que eligi¨®.
¡°Yo creo que lleg¨® genuinamente a la decisi¨®n de que ten¨ªamos que irnos¡±, opina un hist¨®rico tory, amparado por el anonimato. Lo que le decant¨® por el Brexit, asegura, fue que el acuerdo firmado en Bruselas no garantizaba la soberan¨ªa del Parlamento brit¨¢nico.
Pero nadie puede evitar ver en su decisi¨®n un c¨¢lculo personal. Cameron ha dejado claro que no se presentar¨¢ a la reelecci¨®n en 2020 y, de los tres candidatos a sustituirlo, Johnson es el ¨²nico que defiende el Brexit.
Es una carta arriesgada la que ha jugado Johnson para alcanzar el fin al que estaba llamado. El trofeo que le fue arrebatado por alguien, bajo los c¨®digos de Eton, normal. Ninguno de los dos est¨¢ acostumbrado a perder. Pero aqu¨ª solo ganar¨¢ uno. Y el desenlace, a diferencia del de aquella pelea en Downing Street, ser¨¢ contemplado por todo el mundo.
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