El hombre m¨¢s influyente de Irak
El gran ayatol¨¢ Sistani ejerce de baluarte frente al sectarismo desencadenado tras el derribo de Sadam
Ha llamado a los iraqu¨ªes a votar y a tomar las armas frente al Estado Isl¨¢mico. Exigi¨® elecciones a los ocupantes, aunque sin enfrentarse a ellos. Quiere que el islam sea la principal fuente de inspiraci¨®n legislativa, no que los cl¨¦rigos gobiernen. Pero sobre todo ha tratado de contener la espiral de violencia sectaria desatada tras el derribo de Sadam Husein. El que muchos consideran el hombre m¨¢s influyente de Irak no es un pol¨ªtico sino un cl¨¦rigo, el gran ayatol¨¢ Ali Hosein Sistani, l¨ªder espiritual de millones de chi¨ªes en todo el mundo.
Hay pocas im¨¢genes de este ulema que luce el turbante negro de los descendientes de Mahoma. A Su Santidad, como se refieren a ¨¦l sus ayudantes, no le gustan las fotograf¨ªas. Tampoco da entrevistas, ni se prodiga en ceremonias p¨²blicas. A punto de cumplir los 87 a?os (el pr¨®ximo agosto), vive recluido en una modesta vivienda de Nayaf, a pocos pasos de la mezquita del Imam Ali, uno de los lugares m¨¢s sagrados del islam chi¨ª.
El aparente aislamiento resulta enga?oso. A pesar de su edad y de estar delicado del coraz¨®n, Sistani sigue recibiendo visitas casi a diario y sus oficinas est¨¢n conectadas por Internet con una extensa red de seguidores en todo el mundo. Pero es el peso de sus opiniones entre los chi¨ªes iraqu¨ªes (casi dos tercios de la poblaci¨®n), lo que le ha convertido en un referente clave en el intento de transformar Irak de una dictadura en una democracia tras la invasi¨®n estadounidense de 2003.
As¨ª lo reconocen las canciller¨ªas occidentales, donde preocupa la ausencia de una figura de su talla para, llegado el d¨ªa, sucederle. Tambi¨¦n lo demuestran las peri¨®dicas visitas que le hace el representante especial de la ONU para mantenerle informado.
Recibe sentado en el suelo, en una estancia de paredes desnudas donde ronronea un viejo aparato de aire acondicionado. Quien nunca logr¨® audiencia fue Paul Bremer, el proc¨®nsul estadounidense; hubiera condonado la presencia extranjera. No obstante, tampoco se opuso a ella como su hijo y portavoz, Mohamed Reza, explic¨® a esta corresponsal. Su exigencia de elecciones directas cuando los ocupantes propon¨ªan que la Constituci¨®n la redactara una Asamblea designada, le granje¨® el respeto de muchos iraqu¨ªes incluso fuera de su comunidad.
Tampoco le han faltado cr¨ªticas, en especial de quienes no han digerido el desplazamiento de poder hacia los chi¨ªes despu¨¦s de d¨¦cadas en manos de la minor¨ªa sun¨ª. Una acusaci¨®n recurrente ha sido su origen iran¨ª. No es un secreto. Su biograf¨ªa oficial dice que naci¨® en 1930 en la ciudad santa de Mashhad, al noreste de Ir¨¢n.
Lleg¨® a Nayaf con apenas 21 a?os para estudiar en el seminario del gran ayatol¨¢ Abul Qasem al Khoei, entonces m¨¢xima autoridad del chi¨ªsmo. A la muerte de Al Khoei en 1992, Sistani le sucedi¨® en esa consideraci¨®n que, como la de los Papas cat¨®licos, est¨¢ por encima de la nacionalidad.
En l¨ªnea con su mentor espiritual, rechaza la teor¨ªa del velayat-e-faqih, o gobierno del jurisconsulto, del ayatol¨¢ Jomeini, el fundador de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, con quien coincidi¨® durante el exilio de ¨¦ste en Nayaf. Su respaldo a que fueran los pol¨ªticos y no los cl¨¦rigos quienes se ocuparan de la administraci¨®n de Irak marc¨® una clara diferencia con la teocracia chi¨ª del vecino Ir¨¢n, donde un ayatol¨¢ ostenta el cargo de l¨ªder supremo.
No obstante, Sistani defendi¨® que el islam fuera reconocido como religi¨®n oficial y que las leyes no contradigan sus principios. Tambi¨¦n se ha distanciado del quietismo pol¨ªtico de Al Khoie al intervenir p¨²blicamente cuando ha estimado que la situaci¨®n lo requer¨ªa. Una y otra vez ha instado a los chi¨ªes a no responder a los atentados que los extremistas sun¨ªes les dirigen desde hace una d¨¦cada, incluso en los momentos de mayor tensi¨®n como en 2006 tras el ataque a la Mezquita Dorada de Samarra.
De igual forma, hace dos a?os, cuando el Estado Isl¨¢mico amenazaba Bagdad tras haber tomado Mosul, Sistani hizo un inusual llamamiento a las armas para frenar su avance. Desat¨® una enorme movilizaci¨®n, pero en lugar de engrosar las filas del Ej¨¦rcito dio pie al resurgir de las milicias. En un intento de reforzar al Estado frente al creciente poder de Ir¨¢n a trav¨¦s de muchas de ellas, el gran ayatol¨¢ dio un paso m¨¢s y, a mediados de 2015, a trav¨¦s de sus representantes en las plegarias del viernes, inst¨® al primer ministro, Haider al Abadi, a luchar contra la corrupci¨®n, reformar el poder judicial y apoyar las fuerzas de seguridad.
Frustrado al parecer con la falta de resultados, a principios de este a?o comunic¨® que a partir de ahora mantendr¨ªa silencio. Muchos defienden que sin su voz en favor de la moderaci¨®n, la paz y la tolerancia, Irak ser¨ªa un pa¨ªs mucho m¨¢s sangriento. De ah¨ª que alg¨²n comentarista haya sugerido su nombre para el Nobel de la Paz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.