#SantosAmenazaConGuerra (Medell¨ªn, Antioquia)

Es uno de los grandes misterios de la humanidad: c¨®mo logr¨® la virulenta oposici¨®n comandada por el expresidente Uribe que el Presidente Santos ¨Cque no s¨®lo resume, sino que encarna al establecimiento de los ¨²ltimos doscientos a?os¨C sea visto por millones de incautos como un guerrillero ¡°castrochavista¡±, infiltrado desde ni?o en la rancia ¨¦lite bogotana, que dentro de poco va a entregarles el pa¨ªs a los caciques comunistas de las Farc. El pasado jueves en Medell¨ªn, en una conversaci¨®n con el expresidente espa?ol Felipe Gonz¨¢lez durante el Foro Econ¨®mico Mundial para Am¨¦rica Latina, Santos advirti¨® lo obvio: que, como poniendo en escena otro rito de este conflicto de medio siglo, la guerrilla est¨¢ lista a empeorar la guerra si fracasan los di¨¢logos de paz. Y, en vez de encogerse de hombros ante el lugar com¨²n, los opositores montaron su c¨®lera.

¡°?Pero si el terror es nuestro!¡±, habr¨¢n pensado, como gritando, en un primer momento. ¡°?Pero si nosotros somos los due?os del concepto ¡®terroristas de las Farc¡¯!¡±.

Y luego habr¨¢n notado que el Presidente, que tendr¨ªa que desconfiar de las palabras, acababa de hacerles un pase para el gol m¨¢s bobo del mundo.

Crearon, en Twitter, el hashtag #SantosAmenazaConGuerra: qu¨¦ h¨¢biles que son. Uribe afirm¨®, con m¨¢scara de consternado, que el presidente estaba ¡°intimidando a la ciudadan¨ªa con la capacidad criminal de las Farc¡±. El excandidato Zuluaga acus¨® a Santos de amenazar a los colombianos, ¡°al estilo de Ch¨¢vez y Maduro¡±, por no apoyar ¡°su falsa paz¡±. El senador Rangel escribi¨® que ¡°ahora Santos es el mensajero del terrorismo: nos amenaza con violencia urbana si no se aprueba el acuerdo de impunidad de La Habana¡±. La representante Cabal, c¨¦lebre por decir lo que piensa antes de pensarlo, declar¨®: ¡°?deje de hacer el rid¨ªculo con sus incoherencias y m¨¢s bien renuncie!¡±. La representante Restrepo declar¨®: ¡°Santos procede como Pablo Escobar: si no se procede como ¨¦l quiere, amenaza¡±. Y s¨ª, bienvenidos a Colombia: as¨ª es.

Por un lado, este pa¨ªs que hace lo que puede, desde apostarle los nervios a un proceso de paz hasta pensar con el deseo en un posconflicto que desarmar¨¢ la l¨®gica colombiana, consigue hacer un foro en la valiente ciudad que resisti¨® la ira sanguinaria del caritativo pero violento Pablo Escobar. Por otra parte, este pa¨ªs que da congresistas lenguaraces que no s¨®lo se permiten llamar ¡°conspirador¡±, ¡°guerrillero¡±, ¡°comunista¡±, ¡°chantajista¡±, ¡°terrorista¡± a un presidente venido de las entra?as de la clase dirigente, sino que, de paso ¨Cy por qu¨¦ no si aqu¨ª las calumnias se camuflan en las retah¨ªlas, y los gritos de hoy conf¨ªan en los gritos de ma?ana¨C, se atreven a comparar a Santos con un psic¨®pata que fue capaz de hacer estallar en pleno vuelo un avi¨®n en el que viajaban 110 inocentes, por poner el primer ejemplo que viene a la angustia.

Por un lado, este pa¨ªs cansino pero madrugador que no merece que los guerrilleros de las Farc est¨¦n pensando, mientras los colombianos tratan de no odiarlos, en convertirse en herederos de Escobar si el proceso fracasa. Por otra parte, este pa¨ªs adicto a las malas noticias y capaz de creer que los di¨¢logos han tardado tanto porque el gobierno est¨¢ entreg¨¢ndoselo todo a la guerrilla.

Y all¨¢ arriba un presidente agobiado e impopular, como tantos otros de tiempos de redes sociales, que tendr¨ªa que resignarse a que los errores y los aciertos de su gobierno hablaran por ¨¦l ¨Cen 2015 el n¨²mero de muertes violentas fue el m¨¢s bajo de los ¨²ltimos treinta a?os, cerca de 12.000, como antes del narcoterrorismo¨C, pero le ha correspondido gobernar un pa¨ªs que cree en todo menos en los hechos, Dios santo. Y va siendo hora, en fin, de que la paz se vea, de que la paz se toque.