Misa en la frontera
Las obras de Crosthwaite merecen estar en las escuelas porque definen la identidad a partir de las mezclas culturales
Ante la terrible ascenci¨®n de Donald Trump, conviene recordar uno de los muchos textos que Luis Humberto Crosthwaite ha dedicado al arte de cruzar fronteras y contrabandear culturas: ¡°Misa fronteriza¡±, versi¨®n tex-mex de la liturgia cat¨®lica: ¡°Yo confieso, ante la Frontera todopoderosa y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, obra y omisi¨®n, y que seguir¨¦ haci¨¦ndolo por los siglos de los siglos¡±.
En su peculiar letan¨ªa, Crosthwaite recupera temas de libros como Tijuana: crimen y olvido o Marcela y el Rey al fin juntos y eleva una alabanza a las cosas en las que m¨¢s cree. Su profesi¨®n de fe, que define la identidad a partir de las mezclas culturales, merecer¨ªa estar en los libros de texto de las escuelas.
En su ¡°Misa¡±, el evangelista aclara las condiciones de su sacramento. Pertenece a una generaci¨®n que entendi¨® el rock como art¨ªculo de fe y repudi¨® las melod¨ªas vern¨¢culas (si lo invitaban a una fiesta, llegaba con sus propios elep¨¦s). Pero un d¨ªa viaj¨® en motocicleta por el desierto de Altar, en Sonora, y en el camino a Damasco sufri¨® una conversi¨®n. Una luz cay¨® del cielo y una voz le inform¨® de que el verdadero Dios era Jos¨¦ Alfredo Jim¨¦nez.
En tiempos de intolerancia y fundamentalismos, la ¡°Misa¡± de Chrosthwaite promueve una fe rebelde
Supo que un tal Chuy hab¨ªa andado por el desierto: ¡°Llegada la hora en que hab¨ªan de cruzar la frontera, extrajo los ¨²ltimos alimentos. Tom¨® la tortilla y se la dio a sus compa?eros mientras dec¨ªa: 'Tomad y comed todos de ella porque esto es lo ¨²ltimo que nos queda y la jornada ser¨¢ muy larga'. Del mismo modo, acabada la cena, sac¨® una botella de tequila de su morral y, dando las gracias, la pas¨® a sus compa?eros diciendo: 'Tomad y bebed de este tequila, producto de agave y de mucho trabajo bajo el sol¡±.
Los peregrinos fueron detenidos por la migra. Golpearon a Chuy hasta que se hizo el silencio. La historia corri¨® en las cantinas: ¡°Uno que se llamaba Pedro dijo yo no conozco a ese Chuy. Aunque era su compadre. Pero otro que se llamaba Pablo, que ni siquiera estuvo ah¨ª, fue quien lo hizo famoso. Escribi¨® un corrido que despu¨¦s grabaron Los Tigres del Norte. Para gloria de los migrantes indocumentados. Para Gloria de todos ellos. Am¨¦n¡±.
En pleno desierto, Luis Humberto se pregunt¨® por qu¨¦ Dios lo eleg¨ªa para propagar la historia. ?l conoc¨ªa los signos zodiacales de Los Beatles, pero ignoraba la m¨²sica popular. Entonces comprendi¨® que, si incluso ¨¦l, la oveja descarriada, pod¨ªa ser convertido, no habr¨ªa freno para propagar la Buena Nueva. Al llegar a Damasco compr¨® lo necesario: ¡°Botas de punta y un sombrero vaquero¡±.
La frontera un¨ªa al bajo sexto, que ven¨ªa del sur, con el acorde¨®n, que ven¨ªa del norte. Esa regi¨®n h¨ªbrida necesitaba un profeta biseccionado, capaz de decir: ¡°Esta franja me atraviesa el cuerpo como atraviesa el mundo¡±.
El evangelio seg¨²n san Luis Humberto Crosthwaite concluye con una inmejorable llamado a romper cercos: ¡°S¨®lo resta invitarlos a cruzar la frontera. Cuando ustedes vean una, donde quiera que se encuentre; cuando est¨¦n frente a ella y sientan el poderoso llamado, no se aten a los m¨¢stiles, no cierren los ojos, no pasen de largo con gran indiferencia: arr¨®jense, m¨¢s bien. Crucen, crucen, crucen. Que no quede una frontera del mundo sin cruzar, cr¨²cenlas todas, que al fin para eso est¨¢n ah¨ª. Y si alguien les impide el paso, ustedes crucen. Y si les dicen que no, ustedes crucen¡±.
En tiempos de intolerancia y fundamentalismos, la ¡°Misa¡± de Chrosthwaite promueve una fe rebelde. Esas palabras, a¨²n poco conocidas, no dejan de avanzar, como impulsadas por el viento que recorre los desiertos.
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