El enterrador de Pedernales
Tres meses despu¨¦s del terremoto, Froil¨¢n Cevallos cuenta su historia: "Yo debajo de la cama donde duermo tengo un muertito entero que me protege"
El d¨ªa en que Pedernales tembl¨®, su enterrador, Froil¨¢n Cevallos, se ech¨® al suelo para abrazarlo.
-Me sacud¨ªa tanto que parec¨ªa que se me estaba batiendo hasta el cerebro. Cuando alc¨¦ la mirada todo era una polvareda. No se escuchaba la ca¨ªda de los edificios sino el rugir de la tierra. Bat¨ªa el suelo como un movimiento de olas. Si llega a demorar un minuto entero estar¨ªamos todos muertos.
A Lys Arango, periodista y responsable de prensa de Acci¨®n contra el Hambre, Cevallos le cont¨® que a los pocos d¨ªas vio llegar a su cementerio a sus hermanos y sus amigos metidos en f¨¦retros.
-Los que no cupieron o los que no ten¨ªan dinero para costearse los gastos, fueron apilados en fosas comunes. Vi c¨®mo las m¨¢quinas levantaban cabezas, pedazos de brazos y piernas e iban a parar a las escombreras. El Gobierno dice que fallecieron cerca 100 personas en Pedernales, pero nosotros sabemos que hubo muchos m¨¢s.
Le pregunt¨¦ a Arango c¨®mo es un terremoto. Ella acudi¨® a Ecuador tras el primer se¨ªsmo. D¨ªas despu¨¦s, junto a otros trabajadores de la ONG, se encontraba hablando con varios supervivientes cuando la tierra empez¨® a tabletear y finalmente se quebr¨®, provocando un colapso en la puerta del edificio en el que se encontraban.
-El suelo salta, se rompe -dice
De aquella charla de la ONG hubo gente que sali¨® arrastr¨¢ndose por el suelo movi¨¦ndose con los codos como en un ejercicio militar. De sus casas no quedaba casi nada, s¨®lo alguna pared y un techo. Pero hab¨ªan dejado a sus hijos en ellas.
Cuando la tierra tiembla en Pedernales Froil¨¢n Cevallos piensa en sus muertos. Lys Arango fue a visitarlo al cementerio: lo encontr¨® junto a su hijo y tres muchachos preparando una tumba a la que trasladar el cuerpo de una mujer y su hijo, enterrados en una b¨®veda ajena. ¡°Yo soy analfabeto, nunca fui a la escuela¡±, le dijo. ¡°Mi hijo viene a ayudarme porque me ve viejito, y eso le honra. Yo aprend¨ª desde muy ni?o a trabajar en el campo, con el machete: me hizo persona de bien¡±.
Cuando ocurri¨® el terremoto lo primero que hizo Cevallos fue subirse a la moto y acudir al centro a ver qu¨¦ hab¨ªa ocurrido. Entr¨® as¨ª en una pel¨ªcula de terror: no hab¨ªa electricidad y los faros de la moto iluminaban edificios ca¨ªdos, gente gritando y pidiendo auxilio. Escuch¨® voces que avisaban de la llegada de un tsunami y se acerc¨® al malec¨®n (¡°soy hombre de mar¡±). Pero la ¨²nica ola que se acercaba a Pedernales, dijo, era de ladrones. Saquearon almacenes y casas en la misma noche del terremoto.
Ocurri¨® a las 18.58 del 16 de abril; en ese momento Ecuador sufri¨® un temblor de 7,8 grados de magnitud durante 45 segundos; provoc¨® 661 muertos, y la ciudad peor parada fue Pedernales: all¨ª apenas quedaron unos pocos edificios en pie.
¡°Cuando yo estaba abrazado a mi tierra promet¨ª que de mi Pedernales (pone los dedos pulgar e ¨ªndice en cruz sobre su boca y los besa haciendo un ruido sonoro) jam¨¢s me ir¨¦. Mejor me muero. Nac¨ª aqu¨ª y aqu¨ª voy a morir", le cont¨® a Arango. Esa misma noche sac¨® cad¨¢veres de los escombros y de ma?ana, sin dormir, busc¨® huecos en el cementerio. Esas nuevas tumbas no tienen adornos, no tienen cruces, no tienen fechas. Algunas incluso no tienen nombre. Porque est¨¢n hechas, dijo, ¡°a la desesperaci¨®n¡±.
Despu¨¦s de decenas de llamadas se qued¨® sin tel¨¦fono; una mala noticia en un pueblo es que al enterrador se le acabe la bater¨ªa.
La relaci¨®n de Froil¨¢n Cevallos con los muertos comenz¨® a los 17 a?os, cuando abri¨® su primer cad¨¢ver. ?l habr¨ªa querido ser forense, pero como sus padres no le llevaron a la escuela se fue a pedir trabajo a la morgue. ¡°Me dediqu¨¦ a andar con los muertos¡±, dice. Y se iba solo all¨ª para ver el trabajo que hac¨ªan los m¨¦dicos para tratar mejor, con m¨¢s cari?o, ¡°a mis muertitos¡±.
Le llegaron a ofrecer dinero por un cad¨¢ver, algo que no s¨®lo es delito ¡°sino pecado¡±. Dijo que cuando entra un muerto est¨¢ ¨¦l para hacerle respetar: ¨¦l sabe que los muertos le quieren. Hace a?os un accidente de avioneta termin¨® con dos mexicanos en la tierra de Pedernales; fue sonado: llevaban 1,3 millones de d¨®lares. Hasta que se decidi¨® el destino de los cuerpos (se les hizo la autopsia para comprobar que no llevaban droga en el cuerpo) Froil¨¢n Cevallos se ocup¨® de ellos, ech¨¢ndole cal para que no se pudriesen, pues en la morgue de Pedernales no hay c¨¢mara frigor¨ªfica.
No es su experiencia m¨¢s cercana con un muerto: vive con uno.
-Yo debajo de la cama donde duermo tengo un muertito entero -le cont¨® a Lys Arango.
Hace cuatro a?os se encontraba tomando unos tragos cuando a las 5.30 de la ma?ana escuch¨® unos ruidos. Se acerc¨® al lugar de donde proced¨ªan y vio a ¡°dos pendejos¡± cargando un saco enorme, as¨ª que Froil¨¢n Cevallos agarr¨® un machete y fue tras ellos.
-A la carrera dejaron el saco tirado y se largaron en una moto. Yo lo recog¨ª y vi que dentro hab¨ªa un muertito. Puros huesos. Me lo cargu¨¦ al hombro. Cuando amaneci¨® llam¨¦ a la polic¨ªa judicial, a la criminal¨ªstica y pudimos encontrar a la familia. Me dijeron que esto hab¨ªa ocurrido porque deb¨ªan un dinerito, pero ellos no quer¨ªan al muerto. De modo que me lo llev¨¦ a mi casa.
El muerto de Froil¨¢n Cevallos se llama Lisandro Cotera, pero en casa le llaman Don Liso. Duerme debajo de su cama y ¡°ya es parte de la familia¡±.
-Tengo perro, tengo gato, tengo chancho, tengo gallinas, tengo mis muchachos, tengo mi esposa y tengo mi muerto. ?l nos protege.
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