C¨®mo negar lo obvio (Puente Sim¨®n Bol¨ªvar, Norte de Santander)
Las im¨¢genes de la frontera tienen que servir para que Colombia y Venezuela dejen de usarse como excusa
El hombre es el animal capaz de negar lo que est¨¢ viendo: el hombre es capaz de decir, por ejemplo ¨Ccuando se la ha jugado toda por su discurso, por su teor¨ªa¨C, que no son m¨¢s que montajes de los neoliberales estas im¨¢genes violentas de las muchedumbres de despose¨ªdos que cruzan la frontera de Venezuela a Colombia en busca de papel higi¨¦nico, de medicamentos. S¨ª, en Venezuela se consiguen las cosas: no verlo es apostar por el discurso opuesto, por la convicci¨®n de que el problema no es la mediocridad, sino la izquierda. Pero tambi¨¦n es cierto, como repiten hasta la saciedad los corresponsales, que ni los precios ni las filas eternas dejan vivir a los venezolanos. Y son ciertas estas miles de personas que el pasado 17 de julio atravesaron el Puente Sim¨®n Bol¨ªvar, de un pa¨ªs al otro, como un ¨¦xodo que a estas alturas de la Biblia no tiene ya perd¨®n.
Fue hace once meses que el Gobierno Bolivariano de Venezuela cerr¨® burdamente, a lo Maduro, los 2.219 kil¨®metros de la frontera con Colombia ¨Cy las im¨¢genes no fueron b¨ªblicas entonces, no fueron las avalanchas humanas que se vieron esta vez, sino apenas fotos de la Segunda Guerra¨C, pues se pretend¨ªa librar a los venezolanos de la escasez y la intimidaci¨®n que dejaban a su paso los hampones colombianos. Quien quiera puede a¨²n ver las fotos de los ni?os pateados en la frontera por ser colombianos. Quien quiera puede negar lo que est¨¢ viendo: el drama escrito por la impopularidad de Maduro; la violencia que encuentra el pretexto de la xenofobia, de la ideolog¨ªa. Once meses despu¨¦s, el pasado 17, miles de venezolanos cruzaron el Puente Sim¨®n Bol¨ªvar en busca de lo b¨¢sico: no fue un montaje.
Este fin de semana no se repitieron las im¨¢genes para la antolog¨ªa del fracaso humano, ni los venezolanos hicieron compras, en C¨²cuta, por 5.000 millones de pesos, porque el plan de los dos gobiernos es reabrir dentro de muy poco la frontera (una frontera ¡°organizada, legal, migratoriamente efectiva¡±, dijo la canciller colombiana) para devolver la vida a lado y lado. Ha sido suficiente, sin embargo, para recordar la verdad: que conviene desconfiar de los gobiernos latinoamericanos que se encomiendan a Bol¨ªvar; que es mejor no darles la espalda a esas presidencias del mundo, de Turqu¨ªa a Venezuela, que purgan y persiguen y adulteran y matonean a las minor¨ªas en su defensa f¨¦rrea de la democracia; que est¨¢ m¨¢s que visto lo que pasa cuando un r¨¦gimen roto se vale del nacionalismo para poner a los incautos de su parte.
Fue en el Puente Internacional Sim¨®n Bol¨ªvar, de 315 metros ni m¨¢s ni menos, en donde se llev¨® a cabo hace ocho a?os el concierto urgente ¡°Paz sin fronteras¡± para librar a los pueblos de la regi¨®n de los llamados al patrioterismo de los gobiernos de turno: se empu?aban las banderas entonces porque Colombia acababa de bombardear a Ecuador sin avisarle ¨Ccomo un remedo de Estados Unidos, s¨ª¨C para matar al segundo al mando de las Farc, pero los populares cantantes pop de estos pa¨ªses, que se hab¨ªan alejado de las causas, tuvieron el coraje y el olfato de reunirse para que antes de cualquier desastre peor resultaran impopulares las peleas entre sus presidentes bravucones de aquel entonces. Las im¨¢genes de la marcha por el puente el pasado 17 tiene que servir, ahora, para que los dos pa¨ªses dejen de usarse como excusa.
Para acercarse con respeto a lo que sucede a cada lado; para dejar de repetir tonter¨ªas como ¡°Colombia est¨¢ peor que Venezuela¡± o ¡°Venezuela se est¨¢ colombianizando¡±; para dejar de negar que en Colombia sigue sucediendo una guerra que enciende las fronteras o que la violenta crisis en Venezuela es un invento del imperialismo yanqui; para ver, mejor dicho, si Bol¨ªvar es por fin un puente.
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