M¨¢rtires y oligarcas
En Rusia, la propiedad de medios a cargo de personajes con dinero somete la misi¨®n period¨ªstica a sus objetivos
Tres a?os antes de ser asesinada, Anna Politkovskaya se pregunt¨® en un reportaje si val¨ªa la pena morir por el periodismo. En noviembre de 2003, Mijail Komarov, el editor adjunto de la edici¨®n de Riaz¨¢n del peri¨®dico?Novaya Gazeta, sobrevivi¨® a un atentado. Atacado a fierrazos por sicarios hasta quedar inconsciente y sangrante, yac¨ªa un d¨ªa despu¨¦s ¡°en la estrecha cama t¨ªpica de un hospital ruso sin recursos¡±, como anot¨®, pronta en llegar, la reportera Politkovskaya.
Komarov, ¡°p¨¢lido y vendado¡± (con las vendas y medicinas que llev¨® su madre y que el hospital no sol¨ªa proporcionar), hablaba a los otros pacientes sobre el deber de los medios ¡°de no vacilar en la lucha contra la corrupci¨®n¡±. Su madre lo reprend¨ªa pidi¨¦ndole ser menos temerario.
Con pasi¨®n que Politkovskaya describe como ¡°euforia post-traum¨¢tica¡±, Komarov respondi¨® a su madre que en la lucha por el bien son los bribones ¡°los que deben temer cada semana lo que vamos a escribir sobre ellos, antes que nosotros a ellos¡±.
Cuando Komarov le repiti¨® a Politkovskaya al despedirse que continuar¨¢ escribiendo sin rendirse ni ceder, esta se pregunt¨® nuevamente: ¡°?Vale la pena sacrificar tu vida por el periodismo? ?C¨®mo lo decide cada uno de nosotros? Si el precio de la verdad es tan alto, quiz¨¢ debi¨¦ramos parar y encontrar una profesi¨®n con menos riesgo. ?Cu¨¢nto le importa [el sacrificio por la verdad] a la sociedad, por cuya causa nosotros trabajamos?¡±.
El d¨ªa que la mataron, tres a?os despu¨¦s, el 7 de octubre de 2006, sin haber dejado de estar lista a pagar ¡°el precio de la verdad¡± por alto que fuere, con la prosa intr¨¦pida y reveladora de sus reportajes, Politkovskaya convers¨® por tel¨¦fono con su madre, y esta le mencion¨® un ep¨ªgrafe que la hab¨ªa emocionado, cuyo autor no conoc¨ªa: ¡°Hay a?os borrachos en la historia de los pueblos. Tienes que vivir a trav¨¦s de ellos, pero nunca puedes vivir en ellos¡±. La autora era Nadezhda Teffi, la gran escritora emigrada, le dijo Politkovskaya a su madre, pidi¨¦ndole que le marcara la cita. Quiz¨¢ pensaba a¨²n en ella cuando entr¨® al ascensor de su edificio donde encontraron luego su cad¨¢ver junto a la pistola Makarov que us¨® el asesino.
?Los kovernys?y los oligarcas que los dirigen se preguntar¨ªan si vale la pena morir por el periodismo?
Desde el 2001, seis periodistas de Novaya Gazeta, incluida Politkovskaya, fueron asesinados.
El ¡°precio de la verdad¡± no ha bajado en Rusia y tampoco la lucidez de los periodistas dispuestos a pagarlo. P¨¢vel Sheremet, asesinado este 20 de julio en Ucrania, reaccion¨® con este grito del alma?al asesinato de Boris Nemtsov en 2015: ¡°Amo a Rusia, pero odio al r¨¦gimen actual. La sociedad est¨¢ enferma y tendremos una gran cat¨¢strofe y conmoci¨®n¡±.
El periodismo tiene m¨¢rtires en todo el mundo, pero pocos como los rusos escriben y reportan sobre la lucha moral, la convicci¨®n y el valor de que, contra lo que la realidad sugiere, o quiz¨¢ por ella, las palabras que describen la verdad sobreviven y que eventualmente lograr¨¢n prevalecer. Pero hasta en Rusia ese tipo de periodistas es una peque?a minor¨ªa.
Reporteros sin Fronteras tiene como misi¨®n fundamental luchar por proteger a los periodistas y al periodismo. Normalmente sus publicaciones son denuncias y llamados a investigar y castigar intimidaciones, ataques, asesinatos contra periodistas.
Su ¨²ltima publicaci¨®n, Los oligarcas se van de compras, es un reporte de 59 p¨¢ginas rebosantes de la informaci¨®n que indica que las amenazas mayores al periodismo no provienen ahora solo de tiranos, g¨¢ngsters y corruptos ¡ªde fuera, en suma¡ª sino desde dentro de los propios medios. En Los oligarcas se van de compras, RSF describe c¨®mo personajes con dinero y poder ¡°acaparan grupos de medios de comunicaci¨®n cuando no sucede que simple y llanamente se apoderen de todo un paisaje medi¨¢tico. Estos oligarcas [¡] no compran medios de comunicaci¨®n con el fin de aumentar el pluralismo sino para ampliar su campo de influencia o el de sus amigos [¡] [y poner los medios] al servicio de otras actividades¡±.
Los actuales oligarcas due?os de medios rusos tienen en com¨²n estar perfectamente alineados con el Gobierno de Putin. Aprendieron a tiempo la lecci¨®n y no tuvieron que mirarse en el espejo de Boris Berezovski, Mijail Jodorkovski o Vladimir Gusinski. Sus periodistas sirven a los oligarcas y estos a Putin y su Gobierno.
Como en Rusia los dramas suelen ser m¨¢s profundos, los protagonistas m¨¢s intensos, ilustran mejor un problema mundial: el de los oligarcas cuya propiedad concentrada de medios representa no solo masivos conflictos de inter¨¦s y subordinaci¨®n de la misi¨®n period¨ªstica a los objetivos de aquellos, sino ¡ªcomo lo puntualiza Reporteros sin Fronteras¡ª una de las mayores amenazas actuales al periodismo libre. Adquiridos antes que tomados a la fuerza (por lo general), los medios se subordinan pronto a los intereses de su nuevo due?o, que solo excepcionalmente suponen un buen periodismo y con frecuencia todo lo contrario. Desde Berlusconi hasta Murdoch, el inquietante club de oligarcas due?os de medios utiliza con mayor frecuencia, para domar sus redacciones, la oficina de recursos humanos antes que los sicarios con Makarov, pero los resultados, la feroz entrop¨ªa del periodismo libre, son parecidos.
El escenario de los actores en redacciones sometidas fue descrito por Politkovskaya en sus meses finales de vida: ¡°El Koverny fue anta?o un payaso ruso cuyo papel era hacer re¨ªr al p¨²blico mientras cambiaban el escenario del circo entre un acto y otro. Si no lograba hacer re¨ªr era pifiado por la gente y despedido por la gerencia. [¡] Casi toda la generaci¨®n actual de periodistas rusos y las secciones de medios masivos que han sobrevivido hasta hoy son [¡] un gran grupo de kovernys¡±.
?Los kovernys?y los oligarcas que los dirigen se preguntar¨ªan si vale la pena morir por el periodismo? Claro que no, pero no solo en Rusia, es dif¨ªcil pensar que pertenezcan a la misma profesi¨®n que Sheremet y Politkovskaya.
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